Este 11 de octubre, la Internacional de la Educación (IE) y sus organizaciones afiliadas se unirán a la celebración mundial del 10.º Día Internacional de la Niña. ‘Nuestra Europa. Nuestros derechos. Nuestro futuro’ es el lema de las Naciones Unidas elegido para celebrar este día, una proclama que deja claro que «las niñas están preparadas para los próximos diez años de progreso». Según la ONU, ya es hora de que «rindamos cuentas a las niñas, les hagamos caso e invirtamos en un futuro que crea en su capacidad de acción, liderazgo y potencial».
Desde la EI, como docentes que somos, aplaudimos y celebramos los numerosos avances en materia de derechos humanos que las niñas han logrado en los últimos veinte años. En este periodo, las diferencias de género en las escuelas han ido menguando (especialmente, en lo que a matrículas y asistencia escolar se refiere), haciendo que las distintas comunidades, gobiernos y responsables políticos aumenten su concienciación y preocupación por los problemas de las niñas.
Sin embargo, también reconocemos las numerosas desigualdades de género que siguen existiendo en el mundo, sobre todo las barreras que evitan que las niñas puedan gozar en toda su diversidad de una educación pública de calidad. En Afganistán, sin ir más lejos, las niñas en edad de cursar la enseñanza secundaria llevan más de un año sin poder ir a la escuela. Dado que la educación es un derecho que sustenta el cumplimiento de otros muchos derechos, debemos prevenir tener que esperar otra década para poder resolver este tipo de retos, sean antiguos o nuevos.
Por otra parte, la crisis climática de la última década también ha dejado mella en las niñas, especialmente en las del Sur Global. En efecto, allí, las niñas son más propensas a abandonar la escuela o saltarse las clases debido a las consecuencias climáticas. Según un estudio, si el 70 % de las niñas cursaran el primer ciclo de enseñanza secundaria, de aquí a 2050, el número de muertes debidas a fenómenos meteorológicos extremos inducidos por el cambio climático podría reducirse en un 60 %. Reducir la brecha de género en el sector de la educación, ayuda a los países a adaptarse mejor a la crisis climática disminuyendo el ritmo de avance del cambio climático y el número de accidentes derivados de él.
Por último, las niñas también sufrieron un impacto desproporcionado durante la pandemia del COVID-19. Esto no solo puso en jaque el progreso hacia la igualdad de género obtenido a lo largo de varias décadas, sino que también puso a las niñas de todo el mundo en riesgo de ser víctimas de embarazos adolescentes, matrimonios precoces o forzados y violencia machista. Debemos recordar que la escuela, para muchas niñas, es un espacio de seguridad más que de aprendizaje.
Por todo ello, en el Día Internacional de la Niña, la EI hace un claro llamamiento a todos nuestros socios para que sitúen a las niñas en la vanguardia del cambio: reconozcámoslas como iguales en las tomas de decisiones, invirtamos en redes y organizaciones de mujeres y reforcemos los servicios dirigidos a ellas, especialmente en tiempos de crisis y de recuperación.
Bajo estas premisas, la Internacional de la Educación quiere reconocer la valentía, el activismo y el liderazgo de las muchas niñas que, en la última década, han trabajado diligentemente para lograr un mundo justo, equitativo y sostenible. Es su ejemplo el que impulsará el progreso del futuro.
Mediante esta declaración, la Internacional de la Educación y sus organizaciones afiliadas aprovechamos para renovar nuestro compromiso colectivo y profesional en la promoción de los derechos de las niñas a la educación y a través de ella. En la década que viene, impulsaremos la transformación de los sistemas educativos para hacer realidad los derechos de todas las niñas.