Un total de 404 niños y niñas fueron reescolarizados en septiembre de 2024 en la comuna de Gihanga, en Burundi, gracias a un proyecto contra el trabajo infantil llevado a cabo por el sindicato de trabajadores de la educación Syndicat libre des travailleurs de l'enseignement du Burundi (STEB), con el apoyo de la Internacional de la Educación, la Fair Childhood Foundation de GEW, AOb y Mondiaal FNV.
El proyecto, que se puso en marcha en enero de 2024, consiguió sacar a 229 niños y 175 niñas del trabajo infantil y llevarles de vuelta a las aulas.
Este es el resultado de una campaña a gran escala de formación y concienciación organizada por el STEB. Docentes, directoras, directores de escuela y autoridades locales recibieron formación sobre los derechos de la niñez, la definición de trabajo infantil y las formas de concienciar a la población sobre la importancia de la educación. “Bastantes padres y madres no son conscientes de que el trabajo que realizan hoy los niños y las niñas inhibe su desarrollo a largo plazo. En nuestros talleres detallamos estrategias para abordarles y hacerles comprender que la escuela sigue siendo la mejor garantía de una vida mejor”, explica Remy Nsengiyumva, presidente del STEB.
Una serie de docentes se ofrecen voluntariamente para convertirse en los puntos focales del proyecto en su escuela, coordinando las actividades en el seno de la comunidad escolar. Reciben una formación sindical especial para poder llevar a cabo estas tareas, entre ellas el establecimiento de clubes escolares de lucha contra el trabajo infantil. Estos clubes son el núcleo de la labor de concienciación que se lleva a cabo en el seno de las comunidades, sobre todo a través del teatro callejero.
“Yo decidí hacerme miembro del club de lucha contra el trabajo infantil de mi escuela porque quiero ayudar a los demás”, explica Donobel, de 12 años, alumno de 5º de primaria en Gihanga. “En mi barrio conozco a bastantes niños y niñas que no van a la escuela. Hay quienes se portan mal y han empezado a robar en las casas. Me duele cuando mis amigos y amigas pierden el rumbo porque no tienen acceso a la educación. El proyecto del STEB nos enseñó sobre los derechos de la niñez, cómo abordar a quienes han abandonado los estudios y hablarles de la importancia de regresar a la escuela. Este año he conseguido convencer a 23 niños y niñas de que vuelvan a la escuela. Para algunos y algunas no fue demasiado difícil: les hablé en la calle, explicándoles que la escuela siempre está abierta para recibirles. Hay quienes no se convencen de que la escuela sea útil, o dicen que sus padres y madres se oponen. En algunos casos, les visito en casa con la persona docente punto focal de mi escuela hasta que conseguimos que regresen”.
Solidaridad por el alumnado: los sindicatos de la educación colaboran con las autoridades locales
Incluso cuando el profesorado consigue convencer a los padres y las madres para que sus hijos e hijas regresen a la escuela, sigue habiendo obstáculos. A veces, las familias se resisten por miedo a que el director o la directora les deniegue la matrícula, o por miedo a tener que pagar una suma de dinero a cambio de la matrícula (cosa que sucede en Burundi, a pesar de ser ilegal). Para superar este obstáculo, el STEB involucró a las direcciones escolares y a las autoridades locales desde las primeras actividades y sesiones de formación para garantizar su plena cooperación. Salvator Habunimana, delegado electo local de Gihanga, acompaña a los padres y las madres durante la inscripción del niño o la niña trabajadora para tranquilizarles y asegurarles de que la administración no les va a rechazar ni les va a exigir dinero. “En cada reunión comunitaria explico la importancia de la educación, explico que un niño o una niña que no estudia puede acabar cometiendo crímenes. A veces acudo a los domicilios de los padres y las madres para convencerles, y les amenazo con sanciones si persisten en no enviar a sus hijos o hijas a la escuela, porque, en última instancia, están infringiendo la ley”.
Las autoridades educativas locales también participan en el proyecto. Bonaventure Ndayiziga, director comunal de educación en Gihanga, hizo hincapié en que “antes de este proyecto, el mensaje sobre la escolarización obligatoria no calaba. Nadie se encargaba de hablar de ello con las familias. La formación del STEB nos ayudó a darnos cuenta de que el mensaje debe llegar a todos los hogares, que no podemos limitarnos a hablar de ello en una reunión”. Omer Sindayigaya, docente y representante comunal del STEB en Gihanga, coincide: “Antes, la Administración daba instrucciones, diciendo que los niños tenían que regresar a la escuela, pero sin una estrategia concreta. Este proyecto crea una sinergia entre la Administración, la dirección de la escuela, el profesorado y las madres y los padres, produciendo resultados mucho más significativos”.
La implicación de cada socio es esencial para el éxito del proyecto. Séverin Ntunzwenimana, miembro del Comité de Gestión Escolar de la escuela Murira 1 de Gihanga, señala que “cuando se trata de la educación de sus hijos e hijas, los padres y las madres aceptan más fácilmente la visita de personas que conocen en la comunidad. Confían cuando les explicamos las ventajas de la escuela, cuando les decimos que estamos en disposición de matricular a su hijo o hija en su lugar si así lo desean. Cuando ven que la escuela acepta al hijo o la hija de tal o cual familia vecina sin problema, también es más fácil convencerles”.
Vencer las reticencias
La reescolarización de 404 niños y niñas en Gihanga es un éxito, pero no es más que el principio. Durante el estudio de referencia realizado por el STEB a finales de 2023, se identificaron 1.642 niños y niñas sin escolarización. En los primeros meses del proyecto, 765 niños y niñas manifestaron su intención de volver a la escuela, pero solo 404 regresaron. “No todos ni todas quienes tenían intención de volver a clase lo hicieron, puesto que algunos padres, algunas madres y estudiantes esperaban recibir ayuda material. Nuestro trabajo debe proseguir para superar todas las reticencias”, explica Remy Nsengiyumva.
El proyecto del STEB en Gihanga es la continuación de un proyecto parecido desarrollado por el sindicato en Rukamaru, un suburbio de Bujumbura, desde 2021. Entre 2021 y 2023, de los 926 niños y niñas identificadas durante el estudio de referencia realizado al inicio del proyecto como personas trabajadoras sin escolarización, 663 se beneficiaron de reescolarización en Rukamaru. Las inundaciones que asolaron parte de Rukamaru en 2024 dificultan la estimación del número actual de niños y niñas que trabajan en esta localidad, pero el profesorado y las autoridades locales formadas por el proyecto continúan su labor de concienciación.
Un regreso definitivo: apoyar la reescolarización de los niños y las niñas
El regreso de un niño o una niña extrabajadora es solo una primera victoria. El objetivo es que permanezcan en la escuela a largo plazo. Sin embargo, los niños y las niñas que llevan años sin haber ido a la escuela, además del atraso académico que tienen en comparación con sus compañeros y compañeras, suelen desarrollar comportamientos que en ocasiones son incompatibles con la disciplina escolar. Por eso el proyecto del STEB ofrece clases de recuperación a los y las estudiantes que se reintegran en las comunidades escolares tras una larga ausencia.
“Los niños y las niñas que antes ganaban algo de dinero gracias al trabajo, enfrentan la tentación de ausentarse de la escuela de vez en cuando para volver a trabajar, porque en esta región hay una pobreza enorme”, explica Selami Mwajuma, docente de Rukamaru. “Bastantes pasan hambre buena parte del día. En 2023 conseguí convencer a cuatro chicos y chicas de 14 años y un chicho de 15 para que volvieran a la escuela. Las chicas trabajaban en los arrozales, los chicos en la pesca. Los chicos ganaban 6 euros a la semana. Le pedí al director de mi escuela que me asignara la clase de estos chicos y chicas porque sabía que iba a ser complicado. Teniendo en cuenta su nivel, a estos y estas adolescentes se les reinscribió en 3º de primaria, con niños y niñas que tienen entre 8 y 12 años. Acepto sus ausencias, que a veces se producen cada dos días, con tal de que no abandonen los estudios. Me mantengo en contacto con sus padres y madres, para que no se desanimen por el hecho de que estos chicos y estas chicas no se esfuercen tanto el resto, o si a veces vienen sin uniforme o sin bolígrafo, porque quiero ayudarles hasta que lleguen a secundaria. Hago todo lo que puedo para animarles, por ejemplo, nombrando a uno o una como delegado o delegada de clase aunque todavía no sepa leer y escribir. Así entienden que la escuela les ofrece una nueva e inesperada oportunidad y quieren aprovecharla”.
Este tipo de proyecto sindical ayuda a las autoridades en su propia lucha contra la explotación laboral de menores. En Gihanga, el director comunal de educación solicitó al STEB los resultados del estudio de referencia sobre el trabajo infantil realizado al principio del proyecto, que servirá de herramienta de planificación para las autoridades locales. “A escala nacional, el Ministerio responsable de la educación acaba de ordenar a los funcionarios y las funcionarias escolares y de las comunidades que hagan una lista de todos los niños y todas las niñas en edad escolar que no están recibiendo escolarización. En los informes deben mencionar sus nombres y los de sus padres y madres. No sabemos si es gracias al proyecto o si se trata de una simple coincidencia, pero, en cualquier caso, es un paso adelante”, señala Remy Nsengiyumva.
Un impulso al diálogo social
In addition to serving communities and children, this type of project strengthens the education union itself. This has been the experience of all Education International affiliates implementing projects against child labour in various countries around the world. Remy Nsengiyumva, President of STEB, stresses that “thanks to this project, our representatives are in permanent contact with the government officials and are well received.”
El proyecto también ha permitido al sindicato trabajar en conjunto con organizaciones de defensa de los derechos de los niños y las niñas, lo que ha hecho posible una mejor aplicación de la legislación sobre escolarización obligatoria. “Creemos que todo esto nos dará más visibilidad y, en consecuencia, promoverá el diálogo social. Ya lo vemos durante las audiencias y reuniones con funcionarios y funcionarias del Ministerio”, concluye el presidente del STEB.