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Estamos en un momento crucial. El COVID-19 ha tenido un enorme impacto en la educación. En el punto álgido de la pandemia, 1600 millones de estudiantes se quedaron fuera de la escuela. Millones todavía no han vuelto a las aulas, otros siguen lidiando con el trauma y la pérdida. A medida que crisis económica, emergencia climática y conflictos bélicos han intensificado los efectos de la pandemia, el personal docente se ha erigido como un pilar fundamental para los sistemas educativos. Sin embargo, el robusto pilar de la profesión docente se tambalea.

A pesar de la apreciación pública que ha recibido el trabajo docente, la mayoría de gobiernos no ha aumentado la inversión en educación pública, privando así al docente del apoyo que, ineludiblemente, necesita. Los aplausos y agradecimientos han sido reemplazados por recortes educativos y por unas exigencias laborales cada vez mayores, que han dejado exhausto al personal docente.

Desde hace demasiado tiempo, la profesión docente se siente infravalorada, mal pagada y sobrecargada de trabajo. Docentes experimentados están dejando una profesión que aman. Esto, unido a la falta de relevo generacional, hace que la escasez de personal docente en todo el mundo esté alcanzando proporciones alarmantes.

Vocación y dedicación docentes no pueden compensar instituciones educativas con financiación insuficiente, políticas ineficaces impuestas desde arriba, o sistemas educativos que no confían ni respetan a una profesión enteramente dedicada a sus estudiantes.

Hace algunas semanas, líderes mundiales se reunieron en la Cumbre de la Naciones Unidas sobre la Transformación de la Educación. Estuvimos presentes, para llevar la voz de la profesión docente. Llamamos a los gobiernos a aumentar la inversión en sistemas públicos educativos de calidad. A garantizar derechos laborales y condiciones de trabajo dignas para docentes y personal de apoyo educativo. A involucrar al personal docente en las decisiones y confiar en sus conocimientos pedagógicos. Sabemos que la transformación empieza en el aula. Las personas docentes son el corazón de la educación.

Es hora de reconocer el poder transformador de la educación pública y lo que significa para cada estudiante. Docentes, estudiantes y comunidades educativas en todo el mundo están listas para construir un futuro mejor: más justo, inclusivo, sostenible y democrático. Hacemos un llamado a todos los gobiernos a hacer su parte. Inviertan en la profesión docente, involúcrenla. Confíen en las personas docentes. Respétenlas.

Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.