Uganda está considerada como el principal país de acogida de refugiados y refugiadas de África, y figura entre los cinco primeros países del mundo. Las estadísticas revelan que en Uganda viven cerca de 1,5 millones de refugiados y refugiadas.
Uganda ha promulgado una serie de leyes y reglamentos que otorgan a las personas refugiadas el derecho a trabajar, a circular libremente y a acceder a los mismos servicios sociales que cualquier otro ugandés o ugandesa, como, por ejemplo, atención sanitaria y educación. De hecho, con el tiempo, parte de los refugiados y las refugiadas se han integrado en las comunidades ugandesas situadas en el exterior de los campos de asentamiento.
Sin embargo, pese a que el entorno de acogida es favorable, las personas refugiadas siguen lidiando con una serie de problemas, entre los que destaca el acceso a una educación de calidad.
El sindicato de docentes Uganda National Teachers’ Union (UNATU) está colaborando con otras organizaciones, como OXFAM, IE, FAWE, AVSI y LHGI, en el marco del proyecto BRICE, cuyo objetivo es mejorar la resiliencia del alumnado y el profesorado en zonas concretas del sur de Sudán y Uganda mediante el aumento de las tasas de matriculación y las promociones, la disminución de los índices de abandono escolar y la garantía de que el profesorado y el alumnado estén mejor preparados para afrontar situaciones de crisis, estrés e incertidumbre.
Durante los últimos cuatro años, UNATU ha trabajado en el campo de refugiados de Palabek (distrito de Lamwo, situado al norte de Uganda) con docentes, estudiantes y otras partes interesadas del ámbito educativo. Nuestra mayor contribución ha sido la defensa de los problemas que afectan a la educación en los campos de refugiados ubicados en las zonas del proyecto.
Se han identificado una serie de problemas educativos, como el acceso a una educación de calidad: algunas de las escuelas situadas en las proximidades del campo de refugiados no son capaces de acoger a tantos estudiantes y, por lo tanto, se tiene que crear algún tipo de “escuela” en su interior que, por lo general, tienen escasez de docentes porque muy pocas personas están dispuestas a trabajar en unas condiciones tan duras.
En el marco del ACNUR han surgido varias organizaciones de la sociedad civil en apoyo al proceso educativo. Por ejemplo, algunas organizaciones contratan y pagan a docentes, pero las condiciones de empleo difieren de una organización a otra. Lamentablemente, a raíz de esta falta de uniformidad en el empleo, algunos/as docentes se han visto explotados/as, mientras que otros/as están trabajando con contratos precarios y pueden ser contratados/as y despedidos/as a voluntad. Para que se aborde esta cuestión, en el UNATU abogamos por un centro único que se ocupe de todos los asuntos relacionados con la contratación, la distribución, la confirmación y la disciplina del profesorado. Esto implicaría que todos/as los y las docentes, en particular los que trabajan en campos de refugiados, disfrutarían de las mismas condiciones de contratación, distribución y remuneración.
También hemos movilizado a docentes de las zonas de refugiados y les hemos enseñando el código de conducta profesional docente para asegurarnos de que sigan actuando en el marco de las disposiciones de la ley, y que conozcan bien sus responsabilidades profesionales como docentes.
UNATU también ha movilizado a organizaciones de la sociedad civil que emplean a docentes en las zonas de asentamiento de refugiados para agrupar recursos de uso común, de modo que todos los y las docentes que empleen reciban la misma remuneración y trabajen en las mismas condiciones para evitar conflictos.
Una de las cuestiones con las que seguimos lidiando es la acreditación de docentes refugiados/as cualificados/as que buscan trabajo en las comunidades de acogida. Actualmente no están acreditados/as para enseñar y, sin embargo, brindan apoyo en la enseñanza en lengua materna. Se trata de una cuestión que el UNATU está tratando seriamente con las autoridades competentes.
Otro problema que se ha observado es la hostilidad de una parte de la población autóctona, que siente que sus necesidades no están cubiertas mientras que los refugiados y las refugiadas reciben todo el apoyo necesario. Urge garantizar que el apoyo prestado a los refugiados y las refugiadas llegue también la población autóctona.
Una de las necesidades más urgentes para los refugiados y las refugiadas es una estrategia en la que no solo los países de acogida ofrezcan apoyo, sino que todos los Gobiernos destinen recursos para que los refugiados y las refugiadas puedan tener una vida digna. Es importante recordar que los refugiados y las refugiadas necesitan sentirse queridos y apoyados para poder superar algunos de los traumas de la guerra y otras situaciones de emergencia que les obligaron a huir de su país. Para poder crear estos entornos propicios se necesita mucho dinero, y los países de acogida no pueden ofrecerlo por sí solos.
Así pues, ya es hora de que se aplique plenamente el Pacto Mundial sobre los Refugiados. Esto obligaría a todos los países a poner en común recursos, de modo que cuando los refugiados y las refugiadas se instalen en un país determinado, todas las demás naciones brinden recursos para apoyar la labor que realice el país de acogida.
PORQUE SOMOS, LA NACIÓN ES.
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