Aotearoa Nueva Zelanda, junto con un pequeño número de países, se encuentra en la posición privilegiada de estar relativamente libre de COVID-19. Sin embargo, nos enfrentamos a muchos otros retos que suelen quedar ajenos al resto del mundo, como la grave contaminación de nuestras vías fluviales, los niveles extremos de pobreza y desigualdad, la escasez de viviendas, el deshielo de los glaciares, los altos niveles de violencia doméstica y sexual, y un largo etcétera.
Los pueblos indígenas maoríes y del Pacífico están sufriendo las consecuencias más graves de la desigualdad socioeconómica y de los malos resultados en materia de salud, provocados por dos siglos de colonización y exacerbados por tres décadas de política gubernamental neoliberal. Dicho esto, en comparación con algunas naciones nos encontramos en una posición de relativo privilegio en lo que respecta a nuestra capacidad de respuesta a los impactos del cambio climático.
Aproximadamente el 20 % de los trabajadores y trabajadoras de Aotearoa están sindicados. Esta cifra desciende al 9 % en el sector privado, pero es mucho más alta en el sector público. En el sector de la educación, las enseñanzas primaria y secundaria tienen un grado de sindicación relativamente alto, mientras que la educación infantil lo está en menor medida. Los sindicatos de Aotearoa todavía se están recuperando de la arremetida neoliberal de los años 80 y 90, cuando se suprimieron muchos de los derechos de los sindicatos a organizarse y muchas de las concesiones/normas del sector. Con el gobierno actual, la posibilidad de que se apruebe la ley relativa al Acuerdo de Remuneración Justa deja entrever un ápice de esperanza de que podamos empezar a restablecer esas normas.
En un contexto tal, los sindicatos de Aotearoa se enfrentan al reto de cómo organizarse y fortalecerse junto con los miembros de sus comunidades para hacer frente a los retos del cambio climático.
Abordar el cambio climático como sindicato
El NZEI Te Riu Roa es el segundo sindicato en tamaño del sector público a escala nacional y representa al profesorado de educación infantil, primaria y algunos docentes de secundaria. En 2016, durante la conferencia anual, nuestra membresía votó la adopción de una política en materia de cambio climático. En los años posteriores empezamos a trabajar en el seguimiento de las emisiones de nuestra organización. Más tarde, en 2020, contratamos a un coordinador comunitario para apoyar a la membresía en el desarrollo de su activismo y liderazgo en cuestiones relacionadas con el cambio climático.
El principal reto al que nos enfrentamos es cómo reforzar la capacidad de las y los miembros para que participen de manera activa en todo lo relacionado con el cambio climático. A diferencia de la mayoría de las campañas del sector y a pesar de que nos enfrentamos a una emergencia climática, no se ha fijado un plazo límite como tal y, por tanto, en ocasiones los problemas pueden parecer bastante etéreos.
Hemos empezado por centrarnos en entender los problemas locales relacionados con el cambio climático, en documentar las buenas prácticas existentes en materia de educación sobre el cambio climático, en trabajar con los sistemas de conocimiento indígena, en ejercer presión sobre las cuestiones curriculares y en la transición de las escuelas y los servicios a la energía renovable. Lo más importante es el compromiso de dar prioridad a los derechos de los tamariki maoríes ("tamariki" significa "niños"). Puesto que nuestra nación se encuentra en el Pacífico, también tenemos la responsabilidad de apoyar a nuestros vecinos, afectados por la inundación de sus hogares insulares.
Otro concepto fundamental para nuestro sindicato y para el movimiento sindical en general en lo que respecta al cambio climático es el de una transición justa para los trabajadores y las trabajadoras. Como sindicato de la educación, consideramos a nuestros miembros "segundos intervinientes" de una transición justa. Somos testigos de primera mano del impacto que tienen en las comunidades el cierre de las industrias y los recortes en los puestos de trabajo. Muchos de nuestros miembros están casados o son familiares de trabajadores y trabajadoras de esas industrias. Además, cuando esos puestos de trabajo desaparecen, las escuelas y los servicios locales son los siguientes en hacerlo. Como educadores y educadoras tenemos un papel fundamental que desempeñar en la preparación de los tamariki para el futuro.
Organización en Taranaki
Hemos seleccionado una serie de zonas piloto para iniciar nuestra labor de organización en materia de clima. La región más eminente es la de Taranaki, en el oeste de la Isla Norte. Taranaki es una de las zonas más destacadas de Aotearoa por su historia de colonización y por la resistencia pacífica encabezada por los tangata whenua (pueblos indígenas) ante el proceso de robo de tierras, supresión de la lengua y hegemonía cultural que se produjo en el territorio. También es el núcleo de gran parte de la exploración y producción de petróleo y gas que queda en Aotearoa, así como de productos lácteos. En 2018, el nuevo gobierno liderado por el partido laborista anunció que no se concederían más licencias para la exploración de petróleo y gas en alta mar en todo el país, pero permitió que continuara la exploración y la producción en tierra, en la región de Taranaki. Al mismo tiempo, el gobierno de Ardern se comprometió a llevar a cabo un proceso de transición justa con la intención de que la comunidad de Taranaki participase en la elaboración de una hoja de ruta para el 2050 ( Roadmap 2050) y en el diseño conjunto de herramientas para generar empleos con energías limpias.
Así pues, este es el contexto en el que se creó nuestra primera red climática en Taranaki. Por un lado, se trata de un espacio difícil de organizar, ya que muchos de nuestros y nuestras miembros tienen cónyuges o conexiones familiares en el sector del petróleo, el gas y los productos lácteos. Por otro lado, tenemos un Consejo de Zona bien organizado (nuestro sindicato está formado 14 Consejos de Zona y 24 Aronui Tomua, su homólogo maorí), dirigido por wahine (mujeres) maoríes líderes en sus propias comunidades. Los líderes de nuestros miembros en la región ya están trabajando con tamariki y whānau con el fin de (re)conectarles con la whenua (tierra) mediante los valores y conocimientos basados en los Mātauranga Māori (sistemas de conocimiento tradicionales maoríes), y ya se han comprometido con la hoja de ruta para el 2050. El NZEI Te Riu Roa fue el primero en denunciar la falta de compromiso de la hoja de ruta con los mana whenua (autoridades tribales locales). Aunque el reto es diferente, hemos seguido el mismo protocolo de organización que si se tratara de una organización sindical. En otras palabras, hemos empezado por localizar a un grupo de personas interesadas y determinar las cuestiones claves para ellas en relación con el clima. Y, al igual que con cualquier otra iniciativa de organización, hemos reflexionado sobre cómo esta labor en torno al clima se relaciona con los objetivos y valores del sindicato en su sentido más amplio. Hemos empezado con algo pequeño sobre lo que ir construyendo, teniendo presente cómo motivar y atraer el interés de las y los miembros del NZEI Te Riu Roa y sus aliados.
Cuando iniciamos esta labor en 2019, el Consejo de Zona de Taranaki planificó pequeños hui (foros) para empezar a involucrar a las y los miembros claves e interesados. En 2021 encontramos una coordinadora en materia de clima. Se trata de un nuevo cargo que rendirá cuentas y dependerá del Consejo de Zona de Taranaki. Partiendo del manaakitanga (cuidado mutuo) —un valor clave para el sindicato— la nueva coordinadora en materia de clima de Taranaki, Kate, ya ha identificado uno de los problemas particularmente relevantes para la región: en muchas ocasiones, el profesorado activo a nivel local en cuestiones climáticas se siente bastante aislado porque trabaja en comunidades que dependen en gran medida del petróleo, el gas y los productos lácteos. Por tanto, una tarea fundamental de la nueva red será prestar apoyo.
Por otro lado, existe una red sólida de lo que se conoce como Enviroschools —escuelas que han decidido luchar por la sostenibilidad— a la que Kate puede recurrir. No obstante, volviendo al papel del manaakitanga, también será importante establecer un equipo en torno a la propia Kate.
El siguiente paso que hemos planificado es organizar una reunión en la primera mitad del nuevo curso escolar, haciéndole un hueco en los horarios habituales de los días de reunión del personal en las escuelas, servicios y kura kaupapa (escuelas de inmersión total en el idioma maorí). El sindicato tiene una página nacional en Facebook, Climate Action for Educators, con la que hemos podido verificar la coincidencia de los datos de muchas y muchos miembros locales. Con esta información, y aprovechando los contactos locales, la oficina local del sindicato y el Consejo de Zona se han comprometido a proporcionar organización, liderazgo y apoyo financiero para respaldar la labor de Kate y a distribuir folletos e información a través de sus redes.
Una de las cuestiones que hemos debatido es la importancia de centrarse en las soluciones y, por tanto, en los logros y los retos. Tanto los niños y las niñas como el profesorado suelen mostrar un alto nivel de preocupación por los problemas relacionados con el clima y el medio ambiente. No obstante, sin menospreciar la inmensidad y la gravedad de estas preocupaciones, es importante enmarcar los problemas y las acciones en función de lo que se puede hacer. Por eso, nos centraremos en compartir lo que funciona y aquello en lo que hemos tenido éxito.
En cuanto a las transiciones justas, el grupo también seguirá de cerca el proceso de la hoja de ruta para el 2050. El personal educativo y la propia educación desempeñarán un papel fundamental en responder a los retos del futuro, y esta será la cuestión clave con la que iniciar el debate sobre la transición justa.
Nuestro mayor aprendizaje hasta el momento
Una de las principales conclusiones que hemos extraído hasta el momento es la importancia —como siempre— de encontrar a la persona adecuada para que asuma la tarea de estructurar nuestro trabajo local en materia de clima. Kate llegó con una doble pasión por el mahi (trabajo) relacionado con el clima y la educación, y experiencia en los dos ámbitos. Sigue en contacto con su comunidad local y, aunque es pākehā (no maorí), tiene conocimientos consolidados en Te Ao Māori (el mundo maorí). Es importante destacar que no ocupaba otros cargos sindicales. Pero, sobre todo, tiene la motivación y la creatividad necesarias para desear hacer este trabajo. Como ya es evidente, cada ámbito tendrá su propio método de trabajo. Tenemos muchas ganas de ver cómo Taranaki se convierte en un modelo para nuestra labor sindical en materia de clima.
Otro reto será garantizar que las redes climáticas que establezcamos por todo el país puedan autoorganizarse y ser sostenibles y que su promoción no dependa de los organizadores sindicales locales ni de los coordinadores comunitarios.
Ya se están observando progresos en la creación de redes climáticas en otros lugares del país, como en la costa este de la Isla Norte, la costa oeste de la Isla Sur (que tiene una gran tradición tanto de sindicalismo como de minería del carbón), y en nuestra mayor ciudad con diferencia, Auckland. Con un tercio de la población del país, Auckland forma parte de C40 cities, una red de megaciudades del mundo comprometidas con la colaboración, el intercambio de conocimientos y la promoción de iniciativas relevantes, medibles y sostenibles en materia de cambio climático, también en el ámbito de la educación.
Las repercusiones del cambio climático ya son muy evidentes. Es fundamental que los educadores y las educadoras participemos en los debates formales sobre la reducción de emisiones, las transiciones justas, la adaptación al clima, etc. Confío en que, como docentes, nuestros miembros puedan ser —y ya son— una gran fuerza para el bien en sus comunidades en lo que respecta al cambio climático. Estoy deseando unirme a su labor para hacer frente a esos retos.
Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.