Al iniciar 2021 y desearnos un feliz año nuevo, la llegada de las vacunas contra la Covid-19 es un buen motivo de optimismo con respecto a la amenaza más inmediata de la humanidad. Lamentablemente, para nuestro peligro a largo plazo más urgente, el cambio climático, no hay vacuna, y los meses venideros tampoco abren un camino luminoso ante nosotros. En su lugar tenemos lo que el Secretario General de la ONU António Guterres denominó el mes pasado un “planeta roto”' y nuestra continua “guerra suicida… contra la naturaleza. [1]
Sin embargo, fieles al espíritu propio de la enseñanza como último acto de optimismo, merece la pena identificar y fomentar los signos esperanzadores para la acción del cambio climático en 2021.Entre todas y todos aquellosque toman medidas al respecto en primera fila se encuentran las educadoras y los educadores.Este añoel mundoexperimentará unaaceleración de los largamente esperadosesfuerzos colectivos en nombre de la salud del planeta.Se dará unamovilización generalizadapara hacer que los Gobiernos respondan y rindan cuentas para frenar este desastre mundial e incrementar la importancia de la educación sobre el clima y lainstrucción cívica.
La Internacional de la Educación se encuentra desde hace mucho tiempo en pie de lucha. Nuestra campaña Unámonos para adoptar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas reconoció los vínculos existentes entre la educación de calidad, la sostenibilidad ambiental y los derechos humanos.
Nuestro Congreso Mundial en 2019 adoptó Resoluciones para "aprovechar el poder de la educación»a través del plan de estudios y el desarrollo profesional y en solidaridad con las y los estudiantes que protestan contra el cambio climático. Más tarde, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima (COP 25), la IE se comprometió públicamente adar formación a nuestros 32,5 millones de miembros mediante herramientas y talleres de desarrollo de capacidades para luchar contra el cambio climático.
El pasado mes de junio, el Consejo Ejecutivo de la IEse unió a la iniciativa mundial de la educación sobre el clima junto con cientos de otrossindicatos, instituciones educativas, organizaciones de la sociedad civil y particulares con el fin de incrementar la comprensión y el conocimiento de las y los estudiantes sobre la crisis climática y fomentar la acción.
Las educadoras y los educadores saben que la educación sobre el clima no es solamente un tema de la asignatura de ciencias. Es ciencia y matemáticas, es lenguaje y geografíaycivismo, historia y literaturaymás aún. Es un tema interdisciplinario de crucial importancia que debe abordarse tanto en el aula como a través de un enfoque que englobe a todo el establecimiento escolar, los planes deestudio, la enseñanza ylos materiales didácticos, los cuales necesitan urgentemente una revisión y mejora para abordar la crisis que enfrentamos y dar a todo el alumnado las competencias y conocimientos necesarios para la transición a nuevas economías y empleos sostenibles.
En su labor por influir en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima (COP 26) celebrada en Escocia el pasado mes de noviembre, la IE se unió recientemente a l EarthDay.org y a lasorganizaciones de más de 100 países para exhortar a que la educación sobre el clima forme parte del plan de estudios de base.La educación sobre la sostenibilidad debe incorporarse en todas las áreas temáticas,como ya seexige en el currículo australiano. Más allá del plan de estudios y de la “voz del docente” en todos los aspectos de la educación sobre el clima, son las propias escuelas las que pueden encabezar la vía hacia comunidades sostenibles a través de la ingeniería y adaptaciones con tecnologías como los paneles solares, cisternas de agua,así como el aislamiento ydiseño y construcciónenergéticamente eficientes.
El enfoque en el desarrollo profesional de las educadoras y educadores y un nuevo énfasis en el conocimiento del clima y la sostenibilidad en la educación también deben ir a la par con una actitud reforzada de organización y movilización mediante el trabajo conjunto del profesoradoy de nuestros aliados.
El nuevo año traerá un nuevo liderazgo para la acción sobre el clima de parte de la administración estadounidense del presidente Joe Biden, quien ha prometido reincorporarse al Acuerdo de París desde su primer día en elcargo. También ha programado en sus primeros 100 días, “una cumbre mundial climática para comprometer directamente a los líderes de los principales países emisores de carbono del mundo para persuadirles de unirse a los Estados Unidos en la realización de promesas nacionales más ambiciosas, más allá de los compromisos ya asumidos”.
Lo que hace que las promesas de Joe Biden sean más notables todavía es el llamativo contraste – con Donald Trump, por supuesto– pero también con otras figuras extremistas como Bolsonaro de Brasil y su deliberada deforestación de la Amazonía y, en mi propio país, Australia, con Scott Morrison, quien ha sido mundialmente condenado por ignorar la crisis climática que amenaza lavida en su país y tiene efectos devastadores para toda nuestra región.
En mi propio sindicato, la Australian Education Union (AEU), todos estamos en pie de lucha. Durante la catastrófica temporada de incendios forestales al comienzo del año, las educadoras y educadores se encontraron en primera línea; luchando a brazo partido contra los incendios que se propagaron durante semanas, defendiendo los entornos educativos y apoyando emocionalmente a las y los estudiantes ansiosos por su futuro.
Trabajando hombro con hombro con el movimiento sindical general de Australia, estamos presionando al Gobierno para que adopte objetivos de emisiones de carbono mediante alianzas en materia de políticas para garantizar que las trabajadoras y trabajadores no se queden fuera del debate ni de las soluciones.
Y con las "huelgas escolares por el clima" del año pasadoconsideradas como algunas de las mayores protestas en la historia de Australia, la AEU es ahora uno de los 25 sindicatos en Australia que apoyan la acción directa de las y los estudiantes para poner en evidencia la continua negligencia del Gobierno.
No cabe duda de que promover la educación sobre el clima y la instrucción cívica en general en un período de gran polarización política y desinformación es un desafío de envergadura ante el giro derechista sobre el clima de Morrison en Australia, el etiquetado rojo de Duterte en Filipinas ola represión judicial de Orban enHungría. No podemos permitirnos ignorar el control extremista de la información necesaria para la democracia si queremos mantener nuestras instituciones responsables y sectores públicos prósperos.Sobre todo, nuestros estudiantes deben aprender a reconocer los asuntos preocupantes, buscar información fiable, participar de forma fructífera a través de las diferencias y actuar para ayudar a dar respuesta a los problemas.
En tanto que docentes, personal de apoyo educativo y sindicalistas, tenemos más que la responsabilidad de enseñar y defender la verdad;ahora tenemos la responsabilidad absoluta de identificar, denunciar ycorregir ladesinformación, la información errónea y las mentiras rotundas.
No hay razón para creer que 2021 será el feliz año nuevo que cambieel curso de la historia mundial. Pero en su mes de diciembre, si somos capaces de reflexionar sobre unaño en el quelas educadoras y educadores ayudaron a guiar al mundo hacia un cambio mensurable en el entorno de la ciencia y la verdad, se dirá con toda razón que fue un audaz comienzo.
[1] La dirección completa de António Guterres en la Universidad de Columbia está disponible en https://www.un.org/sg/en/content/sg/speeches/2020-12-02/address-columbia-university-the-state-of-the-planet
Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.