Irak se enfrenta actualmente a una grave crisis de la educación. A pesar de las disposiciones constitucionales y las leyes ministeriales que obligan a proporcionar educación gratuita en todos los niveles, millones de niños y niñas se ven privados del acceso a la educación. Desde el comienzo de la guerra contra el Dáesh (acrónimo árabe para Estado Islámico de Irak y el Levante) –una organización militante yihadista salafista que luchó contra las fuerzas de la coalición liderada por Estados Unidos–, el gobierno iraquí ha reducido drásticamente o suprimido la asistencia aportada a 5,2 millones de niños y niñas, según un nuevo informe elaborado por el Consejo Noruego para los Refugiados.
Desde 2023, 770 000 niños y niñas desplazados viven en condiciones precarias, en muchos casos en refugios improvisados. Estos niños y niñas se han visto obligados a abandonar sus hogares debido al conflicto y la inestabilidad, y su derecho a la educación se ha visto gravemente comprometido. A pesar del mandato constitucional, se ven privados del acceso a las escuelas, al profesorado y a los recursos educativos.
El hecho de que el gobierno iraquí no haya seguido las recomendaciones de la ONU ha agravado la crisis. Estas recomendaciones abordan específicamente las necesidades educativas de las personas desplazadas dentro del país. Si bien la ONU solicitó financiación a fin de respaldar la educación de los niños y niñas desfavorecidos, el gobierno iraquí solamente ha asignado la mitad de los 35 millones de dólares solicitados.
Tom Kosta, coordinador principal del Consejo Noruego para los Refugiados, ha insistido en que la educación es la clave para acceder al empleo. No obstante, desde que comenzó la ofensiva contra el Dáesh en 2014, el proceso educativo en Irak ha caído totalmente en el olvido. En la provincia de Nínive, la segunda más poblada de Irak, el número de docentes ha sufrido una vertiginosa bajada del 32 %, pasando de 40 000 a 25 000.
La reducción del número de docentes ha provocado un aumento del número de niños y niñas que abandonan prematuramente la escuela en el Kurdistán iraquí –región autónoma del norte reconocida por la Constitución de Irak–, según el presidente del Kurdistan Teachers' Union (KTU), Abdulwahed Mohammad Haje.
Se necesitan reformas urgentes
La situación exige que se tomen medidas inmediatas. Si no se interviene, el proceso educativo en Irak corre el riesgo de desmoronarse. El gobierno debe priorizar la educación, asignar fondos suficientes y garantizar que todos los niños y niñas, independientemente de sus circunstancias, tengan acceso a una educación de calidad. Llevar a cabo una reforma integral es la única manera de que Irak construya un sistema educativo resiliente que empodere a su juventud y garantice un futuro más próspero para la nación.
Según la organización noruega, a pesar de la situación económica favorable que atraviesa Irak, sus centros escolares funcionan en dos o tres turnos. Hay más de 650 estudiantes en cada turno. Además, la mitad de los edificios escolares quedaron destruidos tras los cuatro años de conflicto.
“Y el gobierno actual no ha realizado esfuerzos significativos para reconstruirlos”, añadió el dirigente del KTU. “Esta situación ha enfurecido al pueblo iraquí, que ha llegado a un punto de ebullición. Exige sin cesar la destitución de los dirigentes políticos que empeoraron la situación. En particular, el gobierno del Kurdistán debe proporcionar financiación para el proceso educativo, incluido el profesorado, los edificios escolares y el plan de estudios. Ante todo, se debe presentar una política educativa clara, porque existen varias fallas, deficiencias y dificultades en el fondo del proceso. En ausencia de una respuesta significativa, nos enfrentaremos a un futuro sombrío y todos los intentos resultarán en vano”.