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Photo by Nathan Dumlao on Unsplash
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Hubiera sido imposible inventarlo. Afirmar que le preocupa una oferta de formación docente de alta calidad para el sector e imponerle un modelo único, altamente prescriptivo y estrictamente regulado. Afirmar que se está en proceso de consulta, pero dar a conocer su propuesta durante el verano, cuando todo el mundo está ausente, y en buena medida reducir a la mitad el plazo mínimo de consulta obligatorio, por si acaso nos tomamos demasiado tiempo en reflexionar sobre las recomendaciones de esta mal deseñada Revisión.

Decirle al sector que las pruebas aportadas por la investigación son importantes, pero negarse a revelar las “pruebas” tan convincentes que dieron lugar a esta propuesta de revisión radical en el ámbito de la formación inicial del profesorado en Inglaterra. Y luego apuntar que la Revisión se basa en pruebas, pero utilizar la artimaña del Banco Mundial consistente en citar principalmente las pruebas que apoyan la investigación que han financiado.

Me refiero, evidentemente, al Market Review of Initial Teacher Training Report (Informe sobre la revisión del mercado de la formación inicial del profesorado) presentado por el Ministerio de Educación de Inglaterra publicado a principios del mes de julio. El trasfondo ideológico del informe es claro, y es doble. El primero es un intento de permitir la entrada de un mayor número de proveedores, incluidos los que tienen con fines de lucro, en el sector de la formación inicial del profesorado para convertirlo en un mercado, como ya lo han hecho en la educación superior en Inglaterra. El segundo se trata de un Gobierno claramente empeñado en desarrollar un control monopólico sobre la formación del profesorado.

Aun cuando las empresas depredadoras que buscan lucrar con la educación tienen claramente en su punto de mira un mayor mercado, también se observa el interés de un mayor control central por parte de los ministros gubernamentales que creen saber mejor que los profesionales del sector cómo formar docentes excepcionales. Ian Mearns, presidente del Grupo Parlamentario de todos los partidos (APPG) para la Profesión Docente preguntó, en una declaración reciente: ¿Quiere el Gobierno un mercado o un monopolio? ¡Para mí está claro que el Gobierno quiere ambas cosas! La disciplina del mercado y la disciplina del Estado. En mi opinión, se trata de un bonapartismo con mayúsculas, y ya sabemos a dónde conduce.

Asimismo, pareciera que los autores de la Revisión no pueden distinguir entre las normas y la estandarización. Como ha dejado claro el Ministerio de Educación, que encargó la Revisión, cada niño merece que le impartan enseñanza docentes cuya formación haya sido estructurada de tal manera que les confiera un nivel muy alto de competencia profesional. Esto es un conjunto de normas. Sin embargo, todo docente excepcional le dirá que lo que les confiere esa excelencia es que aprenden a darse cuenta de que cada niño es diferente, y trabajar con esta diferencia es lo que realmente les permite obtener lo mejor de un educando. La estandarización funciona de la manera opuesta. Da el mismo trato, en la misma secuencia, a pesar de las diferentes necesidades de alumnos y estudiantes. Esta es una solución única para todos. Ian Bauckham, Presidente del grupo consultivo de expertos en la revisión del mercado de formación inicial del profesorado insiste en que no es así, calificando a todos aquellos que piensen lo contrario de “creadores de mitos”.

Sin embargo, en todo el sector, desde el grupo parlamentario APPG hasta el consejo de universidades para la educación del profesorado ( UCET), el Grupo Russell, Oxford, Cambridge, Million Plus y muchos más, existe una visión clara y homogénea a este respecto: (i) proporcionar a todo el profesorado exactamente el mismo programa de formación independientemente de las diferencias de estilo, experiencia, área temática y la fase de aprendizaje del alumnado; ii) exigir formaciones reglamentadas en las que se practique el mismo conjunto limitado de competencias; iii) dar seguimiento a este tema a través de un sistema de “mentores principales” que reducen la independencia de los responsables de dar apoyo al profesorado en formación; y iv) prescribir la forma de evaluar al profesorado en formación, viene a sumarse precisamente a la idea de enfoque único de la formación inicial del profesorado.

En el mundo de la educación, esta óptica significa que tratamos a todo niño y a todo docente en formación de la misma manera, como el engranaje de una rueda. No es un mal modelo para producir aparatos, pero si es un mal modelo para formar docentes y también una mala jugada para un estudiante que tiene todo el derecho a esperar algo mejor.

Algunos comentaristas han utilizado acertadamente la metáfora de una “bola de demolición” para describir las recomendaciones de la Revisión. Estoy de acuerdo. Y al demoler la formación inicial del profesorado, están poniendo en riesgo el futuro de los derechos de todo estudiante a una educación de alta calidad.

Este conjunto de propuestas de trasfondo ideológico, mal concebidas, poco probadas y costosas para transformar radicalmente la formación inicial del profesorado en Inglaterra ha suscitado una ola de indignación y es preciso pararla en seco.

¿Qué es lo que queremos? Una demanda doble. La primera, que el Gobierno entable con la profesión que se ocupa de la formación inicial del profesorado una conversación seria sobre cómo aprovechar la excelente oferta actual de formación del profesorado, comprender los desafíos en materia de calidad que afectan a algunos proveedores y trabajar para crear mejores prácticas en todo el sector. En segundo lugar, que nos unamos en tanto que comunidad de educadores, familias y opinión pública comprometidos para promover una campaña sobre el derecho de todo estudiante a un docente excepcional y ¡el derecho de todo docente en formación a dar lo mejor de sí!

Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.