El huracán más fuerte de la historia, el verano más caluroso, el blanqueamiento masivo sin precedentes del arrecife de coral... Nos hemos acostumbrado a hablar en superlativo. Desde 1970, el número de desastres naturales en todo el mundo se ha multiplicado por más de cuatro, llegando a unos 400 al año. Los científicos nos han advertido de los fenómenos climáticos extremos que provoca el cambio climático, pero nos hemos vuelto insensibles, impasibles ante la inminente catástrofe.
Si no cambiamos de rumbo, se calcula que 122 millones de personas cruzarán la línea de la pobreza para el año 2030. Para el 2050, alrededor de 200 millones de personas en todo el mundo se verán obligadas a abandonar sus hogares a causa del cambio climático. Pero hay esperanza, y nuestros estudiantes están mostrando la capacidad de liderazgo de la que carecen nuestros dirigentes.
Pero no se trata de un problema de un solo país. Estamos experimentando estos cambios en todo el mundo. En mi Australia natal, el clima se ha convertido en una sucesión de extremos y récords. Hemos tenido temperaturas de más de 48 grados el último verano, 120 grados Fahrenheit. La Gran Barrera de Coral, una de las maravillas naturales del mundo, sufrió una destrucción sin precedentes en 2016 y 2017. Este arrecife es un recurso fundamental para la vida oceánica y la producción de alimentos, y ahora su futuro es una gran interrogante.
Los políticos han fracasado. Ante la mayor crisis de nuestros tiempos, nos sentimos decepcionados. En Australia, las emisiones industriales y de combustibles fósiles están aumentando en lugar de disminuir el 15-17 % necesario para cumplir con nuestros compromisos mundiales. En Bangladesh, cada año 700.000 personas son desplazadas por motivo de desastres naturales. En Estados Unidos, la administración Trump se ha retirado por completo del Acuerdo de París. En Brasil, la administración Bolsonaro ha reducido las protecciones ambientales y ha observado de brazos cruzados cómo el número de incendios ilegales en la selva amazónica crecía en más de un 80 % en solo un año. Todo por el afán de lucro.
El cortoplacismo y la inacción de los políticos y del gobierno frente a la especulación no son imparciales. Son deliberados. Es una imprudencia, especialmente por parte de los países con ingresos altos como el mío. Su fracaso y, por tanto, su implicación son nuestra responsabilidad y nuestro reto.
Nuestros jóvenes son quienes están planteando este desafío, la generación en cuyo futuro los políticos se niegan a pensar. Han prestado la debida atención a la ciencia, han analizado el peligro y han creado el movimiento Fridays For Future. Se han movilizado, se han organizado y han persistido. Están liderando el camino, presionando a los políticos para que dejen de dar prioridad a los beneficios económicos sobre las personas.
Greta Thunberg, la estudiante y activista por el clima de Suecia, que asumió el liderazgo y ahora es una dirigente del movimiento estudiantil, nos instó a todos, y especialmente a los políticos, cuando dijo recientemente que "la esperanza es algo que hay que merecer... si hoy decidimos que vamos a vencer al cambio climático podríamos hacerlo seguramente. Pero debemos elegir este camino y tomar las medidas necesarias."
En marzo, alrededor de 1,4 millones de personas de 120 países, la mayoría estudiantes adolescentes, participaron en una movilización mundial para exigir a los políticos que tomen medidas contra el cambio climático. En la movilización mundial por el clima organizada en mayo participaron más de un millón de personas en más de 1600 ciudades, de nuevo con un número significativo de estudiantes.
Durante los próximos siete días, el movimiento se movilizará en todo el planeta con ocasión de la Semana mundial de acción por el clima. La Cumbre sobre la Acción Climática de las Naciones Unidas tendrá lugar el próximo 23 de septiembre, de modo que es fundamental que los políticos sientan la presión y sean conscientes de que no podrán ignorar ni silenciar nuestras voces y que no cederemos ante los intereses comerciales y políticos cortoplacistas.
Como docentes, no podríamos estar más orgullosos de nuestros estudiantes por su movilización cívica, la solidaridad y madurez que han demostrado y el ejemplo que nos han dado a todos. No podemos dejarlos solos en esta batalla. Debemos sumar nuestras voces y conseguir que los políticos nos escuchen y den prioridad a las personas y al planeta por encima de los intereses económicos.
La lucha comienza en el aula. En el Congreso Mundial de la Internacional de la Educación celebrado en julio, representantes de 32 millones de docentes hicieron de la lucha contra el cambio climático una de nuestras principales prioridades. Los delegados y delegadas adoptaron varias resoluciones en las que se reafirma el papel esencial de la educación para lograr una transición justa hacia un mundo más sostenible y se pide una mayor cooperación internacional en materia de investigación y tecnologías del clima.
Asimismo, acordamos que la educación desempeña un papel clave en los tan necesarios cambios individuales y colectivos en nuestra actitud, nuestro comportamiento y nuestro estilo de vida. La educación puede ayudar a las personas a comprender, responder, adaptarse y reducir su vulnerabilidad a los problemas ambientales.
Nos comprometimos a conseguir que las aulas de todo el mundo reconozcan la existencia del cambio climático, a impulsar la mejora de nuestros sistemas educativos para fomentar estilos de vida más sostenibles, a garantizar que nuestros estudiantes tengan las aptitudes que necesitan para hacer posible una transición justa a una economía más verde.
Prometimos «solidarizarnos plenamente con todos los estudiantes que se declaren en huelga o que protesten contra el cambio climático» y «oponernos a cualquier represalia contra los estudiantes que tomen medidas para luchar contra el cambio climático». Creemos que los derechos de huelga y protesta son derechos democráticos fundamentales tanto para los estudiantes como para los trabajadores, y por tanto pedimos a las escuelas que no adopten medidas contra los estudiantes que defienden el planeta y su futuro.
Nuestros estudiantes pueden contar con nosotros para esta semana de acción por el clima. Sé que muchos de mis compañeros y compañeras mostrarán su apoyo, ya sea uniéndose a las protestas en las calles, interrumpiendo su trabajo en solidaridad, presionando a sus gobiernos o creando debates sobre este tema en el aula.
Esta semana iré a las Naciones Unidas en Nueva York para declarar un estado de emergencia climática en la educación. No hay tiempo que perder. Es urgente que la acción por el clima se inicie en las escuelas. Para ello, tendremos que actualizar nuestro plan de estudios de forma que integre todos los aspectos de la ciencia climática y de la sostenibilidad en todas las asignaturas. Tendremos que proporcionar a todos los docentes una formación y un desarrollo profesional continuos para que puedan presentar los hechos y luchar contra los ataques contra la ciencia. Tendremos que poner en práctica iniciativas sostenibles en las propias escuelas. Y tendremos que convencer a los gobiernos de la necesidad imperativa de proporcionar recursos adecuados para este cambio sistémico.
Es nuestra responsabilidad como docentes preparar a nuestros estudiantes para el mundo. Es nuestra responsabilidad como docentes transmitir las verdades del cambio climático y afrontar las mentiras. Aprovechemos este increíble impulso de los jóvenes y ayudemos a llevarlo más lejos.
Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.