Dos nuevos informes de la Internacional de la Educación han arrojado luz sobre los estudiantes y los docentes con discapacidad, su lucha para formar parte de nuestros sistemas educativos y cómo consiguen que haya inclusión.
Las personas con discapacidad siguen siendo uno de los grupos más marginados de la sociedad. Los niños y niñas procedentes de entornos socioeconómicamente desfavorecidos y las niñas con discapacidad son quienes ven denegado con mayor frecuencia su derecho a una educación inclusiva, estipulado en la Convención de la ONU sobre los Derechos del Niño (artículo 28) y en la Convención de la ONU sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (artículo 24).
El primer informe de la IE, titulado Are we There Yet? Education Unions Assess the Bumpy Road to Inclusive Education(¿Hemos llegado ya? Los sindicatos de la educación evalúan el pedregoso camino hacia la educación inclusiva), está basado en una encuesta mundial realizada a las organizaciones miembros de la IE en 2017 y 2018, en el marco de la cual se les solicitaba comentarios e información sobre la accesibilidad a las escuelas y a las aulas, los obstáculos a la educación, las prácticas inclusivas en el aula, el desarrollo y formación profesional de los docentes, el apoyo por parte de Gobiernos y sindicatos, y la política sobre niños y jóvenes discapacitados a todos los niveles de la educación.
Obstáculos informales
En el segundo informe, titulado Rethinking disability: a primer for educators and education unions(Reconsiderar la discapacidad: un manual para educadores y sindicatos de la educación), por Tania Principe, se describen diversos procesos para que se produzca un cambio en las prácticas inclusivas. El estudio afirma que, si bien el discurso sobre la discapacidad a nivel académico y basado en los derechos ha cambiado considerablemente en algunos países, la implementación de la educación inclusiva ha sido lenta. En consecuencia, muchos estudiantes con discapacidad acaban quedándose al margen de la educación, y, en definitiva, al margen de la vida económica. Esto se debe en parte a las normas, los valores y los prejuicios informales que siguen impidiendo que se produzca un cambio significativo. Además, la carencia de recursos financieros para apoyar dicha implementación, tanto a escala institucional como a escala individual, puede hacer que incluso el educador más dispuesto no consiga promover una agenda de inclusión. Se trata efectivamente de obstáculos ocultos que impiden a los jóvenes discapacitados participar plenamente en la educación pública.
Llamada de alerta
La presentación de sendos informes tuvo lugar durante un evento paralelo celebrado hoy en la Reunión Mundial sobre la Educación de la UNESCO en Bruselas (Bélgica), moderado por Nikola Wachter, oficial de Investigación de la IE. Las intervenciones por parte de Peter Mlimahadala, jefe del Departamento de Docentes con Discapacidad del Tanzania Teachers’ Union(y profesor con discapacidad visual), Nafisa Baboo, asesora principal sobre educación inclusiva de Light for the World, y Dennis Sinyolo, coordinador principal de la Internacional de la Educación, pusieron de relieve la creciente demanda de inclusión en las aulas de todo el mundo, algo que no suele estar suficientemente reflejado en la política educativa y los fondos disponibles de los Gobiernos.
El secretario general de la IE, David Edwards, ha declarado que espera que los resultados de la encuesta sean reveladores para los responsables políticos y las partes interesadas. “Los resultados de la encuesta son una llamada de alerta para que los Gobiernos tomen medidas, y demuestran que se necesita urgentemente un replanteamiento completo de la formulación de políticas del pasado y del actual proceso de implementación”, señaló. “Por medio de este informe queremos compartir una nueva reflexión sobre la discapacidad y poner de relieve planteamientos y prácticas docentes efectivas que están permitiendo crear unas aulas más inclusivas. Nadie debería quedarse fuera de la escuela. El derecho humano a una educación se aplica a todos”.