El Informe sobre el Desarrollo Mundial en la Educación, “Aprender para hacer realidad la promesa de la educación”, contiene a su vez promesas y riesgos.
Describe con precisión la importancia de la educación en el desarrollo humano y social. Reconoce que la educación es fundamental para que las personas y las sociedades alcancen sus objetivos y logren una vida mejor. Sin embargo, afirma, la crisis de aprendizaje que existe en nuestra época se debe a que en muchos países la calidad de la educación es tan deficiente que un gran número de niños no profundiza ningún aprendizaje. El informe describe con elocuencia los numerosos objetivos de la educación. Cuando la escolaridad se imparte como es debido “se traduce en libertad individual y bienestar social. En el caso de las personas, fomenta el empleo, incrementa el ingreso, mejora la salud y reduce la pobreza. A nivel social, la educación de calidad impulsa el crecimiento económico de largo plazo, estimula la innovación, fortalece las instituciones y promueve la cohesión social”. Más adelante, continúa: “estos beneficios dependen en gran medida del aprendizaje. La escolarización sin aprendizaje no es solo una oportunidad desaprovechada, sino también una gran injusticia: los niños de hogares marginados son los que más necesitan de una buena educación para prosperar en la vida”. (p.3).
El informe afirma que “La educación debe equipar a los estudiantes con las competencias que necesitan para llevar una vida saludable, productiva y significativa. Los países definen esas competencias de modos diversos, pero todos comparten ciertas aspiraciones esenciales, que se reflejan en sus programas académicos”(p.4) Estas competencias incluyen la alfabetización, la aritmética, razonamientos complejos, la creatividad y competencias socioemocionales. Sin embargo, muchos países aún no alcanzan estos objetivos.
Más de 260 millones de niños no están matriculados en la enseñanza primaria o secundaria. Este hecho ya representa por sí solo una crisis.
Sin embargo, el informe está especialmente preocupado por los niños que asisten a la escuela y aprenden muy poco.
El informe documenta esta “crisis de aprendizaje”. En algunos países, los docentes están escasamente formados, carecen de una capacitación adecuada y están mal remunerados. Enseñar no es una profesión. La educación no es una prioridad. El informe insta a dar prioridad al aprendizaje para que las personas y las sociedades puedan ver los beneficios que procura. El informe tiene razón. Esperar que los niños se sienten en el aula, escuchen a una persona no preparada para la docencia y no aprendan nada en absoluto no es educación, es una farsa. Cuando los docentes se ausentan con frecuencia y carecen de profesionalidad, se está engañando a los niños.
El informe ofrece algunas soluciones muy generales a estos complejos problemas.
Primero afirma que los países deben “Fijar el aprendizaje como objetivo claramente delineado y medirlo”. En la mayoría de los países, afirma, se hacen muy pocas pruebas, no demasiadas.
Segundo, deben crearse coaliciones para hacer hincapié en la importancia de la educación.
Tercero, han de estar abiertos a innovaciones que fortalezcan el sistema educativo, confiando en la evidencia empírica para buscar mejoras.
En cuarto lugar, es preciso evaluar la evidencia de aquello que da resultado y ajustar el sistema para aprovecharlo. Asimismo, usar la medición del aprendizaje y otras mediciones de la prestación de servicios escolares para determinar si funcionan.
El informe contiene muchas recomendaciones que son realmente valiosas. Los docentes deben estar mucho mejor preparados, estar motivados a impartir enseñanza y ser remunerados en tanto que profesionales.
Los niños necesitan iniciar su educación desde la primera infancia.
Las comunidades deben priorizar la escolarización y la educación.
El número de años de escolaridad no debe confundirse con el aprendizaje eficaz.
Sin embargo, es preciso llamar la atención sobre lo que considero la falla más importante en su análisis.
Su profunda fe en la medición plantea un problema.
No cabe duda de que la medición es importante. A menudo se dice que lo que se mide es lo que importa. Pero también es cierto que lo más importante, como el carácter, la ciudadanía, el desarrollo estético, la curiosidad o la creatividad, no puede medirse mediante las pruebas escolares tradicionales.
La medición puede guiar a los responsables del diseño de políticas en los niveles más bajos del aprendizaje, como los ejemplos que da el informe sobre los niños que pueden leer unas simples palabras o hacer cálculos sencillos.
A medida que el aprendizaje adquiere mayor complejidad, las pruebas estandarizadas resultan menos útiles.
Peor aún, el uso de pruebas estandarizadas como forma de medir el aprendizaje se convertirá en la antítesis del aprendizaje, ya que los resultados de las pruebas están vinculados a incentivos y sanciones. La ley de Campbell, el axioma formulado por el científico social Donald Campbell en la década de los años 1970, afirma que “ Cuanto más se utiliza un determinado indicador social cuantitativo para la toma de decisiones, más probable será que distorsione y corrompa los procesos sociales que pretende medir”. Campbell afirmó asimismo que “ las pruebas de rendimiento pueden ser indicadores valiosos del rendimiento escolar general en condiciones de enseñanza normales orientadas a la competencia general. Pero cuando los resultados en las pruebas se convierten en la meta del proceso de enseñanza, ambos pierden su valor como indicadores del estado educativo y distorsionan el proceso educativo de formas no deseadas”.
De la experiencia de los Estados Unidos hemos aprendido que la presión para mejorar los resultados de las pruebas con el fin de ganar una recompensa o evitar un castigo produce resultados predecibles: trampas; enseñar para aprobar la prueba; reducción del tiempo asignado a asignaturas no evaluadas, como las artes y la educación cívica; y jugar con el sistema para aparentar que se hacen progresos.
No cabe duda de que el informe debe ser ampliamente leído. Debería estimular la discusión a los más altos niveles en cada país sobre la mejor manera de transformar la escolaridad en educación. Debe leerse con prudencia teniendo presente que una puntuación elevada en las pruebas no necesariamente representa altos niveles de aprendizaje. Lo único que puede representar es una enseñanza diligente destinada a la prueba.
Los educadores y los responsables de las políticas también deberían ser conscientes de los peligros que representan las pruebas estandarizadas. Estas pruebas pueden utilizarse para fines de diagnóstico, pero utilizarlas para clasificar los centros escolares, los docentes y los estudiantes es correr los riesgos enunciados en la ley de Campbell. El aprendizaje genuino requiere mediciones más refinadas e inteligentes, tales como la redacción de ensayos, proyectos que demuestren la comprensión, trabajos de investigación, muestras científicas y tecnológicas, así como otras demostraciones del aprendizaje del estudiante que representen un aprendizaje más profundo que el medido por las pruebas estandarizadas.
Las pruebas estandarizadas también conllevan problemas inherentes. Excepto la clasificación de sus resultados, carecen de cualquier otro elemento estandarizado. Las preguntas están escritas por seres humanos falibles, y algunas veces están mal escritas. La respuesta “correcta” es elegida por seres humanos falibles, y la respuesta “correcta” puede ser incorrecta. Los niños inteligentes a menudo eligen la respuesta “incorrecta” porque piensan demasiado o saben demasiado. A veces, este tipo de pruebas carece de una respuesta “correcta”. También existe el riesgo de enseñar a un ingente número de niños que cada problema tiene una respuesta correcta, y que su trabajo consiste solamente en elegir una de las cuatro opciones posibles. Este sistema es una forma de obtener información de bajo nivel. El hecho de someter las lecciones que aprenden los niños a pruebas estandarizadas durante muchos años es contraproducente para el espíritu de aprendizaje.
Por lo tanto, sí, lea el informe y utilícelo como una herramienta para el debate. Las preguntas que plantea incluyen no solamente cómo medir el aprendizaje, sino cómo captar y retener a docentes dedicados; cómo convencer a los funcionarios gubernamentales de invertir en la educación; y cómo asegurar que los beneficios de la educación sean compartidos de manera amplia y universal.
Diane Ravitch es profesora de investigación de la educación en la Universidad de Nueva York e historiadora de la educación. Ha escrito numerosos libros sobre la educación y la enseñanza, entre ellos "Reign of Error: The Hoax of the Privatization Movement and the Dangers to America's Public Schools" (El reinado del error: el engaño del movimiento pro privatización y los peligros que entraña para la escuela pública estadounidense), que fue un éxito de ventas nacional. Su blog (DianeRavitch.net) ha recibido más de 31 millones de visitas.
Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.