En un principio, el bienestar relativo de los niños está determinado por una combinación de acontecimientos socioeconómicos (coyunturas económicas, tendencias demográficas, etc.), por un lado, y las respuestas políticas, por otro. Cuando los elementos paradigmáticos de las políticas (los propios regímenes políticos) cambian, las cosas se complican más. Esto es exactamente lo que ocurrió en Hungría entre 2007 y 2014.
El libro Children of Austerity: Impact of the Great Recession on child poverty in rich countries, publicado por el Centro de Investigaciones Innocenti de UNICEF, ofrece una descripción detallada de los efectos de la crisis en los niños de los países con ingresos altos. La selección de países (Alemania, Bélgica, España, Estados Unidos, Grecia, Hungría, Irlanda, Italia, Japón, Reino Unido y Suecia) abarca todo el espectro en términos de: sus circunstancias antes de la crisis, la severidad del impacto de la crisis dentro de sus fronteras y las respuestas políticas nacionales.
Según el libro (Cantillon et al, 2017), la Gran Recesión tuvo un efecto significativo en los niños de toda Europa. Se incrementó la vulnerabilidad material de los hogares con niños y la pobreza infantil alcanzó su punto máximo en la mayoría de los estados miembros. Sin embargo, la diferencia entre los países no solo radica en las características del impacto de la crisis en los niños, sino también en su reacción a sus propios impactos.
La historia de Hungría comienza con una paradoja evidente: el riesgo de pobreza de las familias con niños ha sido más alto comparado con la población general desde principios de los años 1990, a pesar del alto gasto en prestaciones familiares según los estándares internacionales, de la tradicionalmente amplia cartera de apoyo familiar y de la alta efectividad de las prestaciones económicas en la reducción de la pobreza en el país. El hecho de que las políticas no protegiesen mejor a los niños se produjo en parte porque (tradicionalmente) el porcentaje de niños de hogares con una intensidad laboral muy baja era relativamente alto –debido a las deficiencias educativas de las generaciones anteriores, a las potenciales trampas de inactividad y a los efectos disuasorios de las políticas "debido a su diseño".
El periodo de crisis trajo consigo un riesgo de pobreza todavía mayor para los niños: su tasa de pobreza aumentó más que la tasa de la población general y más que las tasas de los niños de los Estados Miembros de la Unión Europea. Según los datos del Instituto de Investigación Social TÁRKI, un niño de cada seis era pobre en 2007, justo antes de estallar la crisis financiera, y uno de cada cuatro cuando la crisis alcanzó su punto máximo. (En el periodo posterior a la crisis se observó una recuperación, con un descenso del 2 % en la tasa de pobreza en 2014). El deterioro de la situación de los niños entre 2007 y 2012 se hace incluso más visible al analizar el nivel de vida en términos absolutos (analizados por las tasas de pobreza o por las tasas de carencia material) en lugar de las tasas relativas de pobreza (manifestación de las desigualdades en los ingresos). Además, los niños de grupos con un alto riesgo de pobreza (especialmente aquellos que viven con progenitores poco formados y en hogares frágilmente unidos al mercado de trabajo) fueron los más afectados por la crisis en términos de pobreza económica.
Para entender mejor el papel de las políticas en las tendencias de la pobreza descritas arriba, debemos tener en cuenta los aspectos específicos de las crisis financiera y económica en Hungría, por un lado, y el profundo cambio en el régimen político y social que tuvo lugar después del triunfo aplastante del gobierno conservador en la primavera de 2010, por otro.
Incluso antes de comenzar la Gran Recesión, la situación de Hungría estaba caracterizada por espirales de macrodesequilibrios–recortes–incrementos de pobreza. Los avances hacia las políticas de programas de empleo, de condicionalidad y de activación (tan importantes en un país que ha sufrido tasas de actividad económica muy bajas desde principios de los años 1990) empezaron incluso antes del gran giro político en 2010. Sin embargo, pasaron a ocupar un lugar central de la política social cuando el gobierno conservador llegó al poder: prácticamente todos los elementos del sistema social, incluido el amplio y complejo sistema de apoyo familiar, se orientaron en esta dirección (políticas de activación para los inactivos, recortes drásticos en el sistema de asistencia social, expansión de la condicionalidad a muchos niveles de las políticas sociales y la educación, cambios de las ayudas financieras a desgravaciones fiscales y mucho más - ver Tabla 6.1. en Gábos and Tóth, 2017).
El aumento de la pobreza infantil en la primera fase de la crisis (2007-2010) estuvo determinado por los procesos del mercado laboral. El porcentaje de niños de hogares con una intensidad laboral baja se incrementó, pero los estabilizadores automáticos, aunque frágiles, redujeron la magnitud de estos efectos. En cambio, en la segunda fase (2010-13), fueron los elementos principales del nuevo régimen los que tuvieron una repercusión: los procesos del mercado laboral empezaron a mejorar (aunque principalmente mediante controvertidas herramientas políticas, como las obras públicas y la emigración) y el porcentaje de personas (incluidos miembros de familias con niños) de hogares con una baja intensidad laboral se redujo significativamente. No obstante, el efecto de las prestaciones económicas en la reducción de la pobreza empezó a mermar debido al cambio hacia un régimen de política social regresivo. Cabe señalar que la disminución del efecto de las prestaciones sociales en la reducción de la pobreza se observó al reducirse las tasas de pobreza antes de la recepción de transferencias sociales (lo cual refleja de nuevo una mejora en el trabajo y un porcentaje menor de niños en hogares con una baja intensidad laboral).
De acuerdo con los datos de TÁRKI y Eurostat, más recientemente se han observado signos de mejora en lo que respecta a las tasas de pobreza, tanto entre la población general como, y especialmente, entre los niños. No obstante, antes de realizar predicciones sobre su sostenibilidad en el futuro es necesario analizar estos datos de forma más exhaustiva.
Referencias
Cantillon, B., Y. Chzhen, S. Handa, B. Nolan (eds., 2017). Children of Austerity: Impact of the Great Recession on Child Poverty in Rich Countries. Oxford University Press.
Gábos, A. - I. Gy. Tóth 2017. Recession, Recovery, and Regime Change: Effects on Child Poverty In: Cantillon et al. (eds., 2017). Children of Austerity: Impact of the Great Recession on Child Poverty in Rich Countries. Oxford University Press. pp 118-145.
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