La discapacidad no debería considerarse como una característica inherente a una persona, sino como el resultado que esa persona obtiene al intentar superar una serie de barreras que le impiden participar plenamente en la sociedad. Estas barreras, tanto físicas como actitudinales, a menudo limitan las oportunidades de las personas con discapacidades. Eso ocurre especialmente en los entornos educativos. De hecho, la forma en que abordamos la discapacidad tiene un impacto en la inclusividad, la independencia y la calidad de vida de muchísimas personas.
En este contexto, son los sindicatos educativos —que representan al personal docente y de apoyo educativo— quienes deben defender un modelo inclusivo que promocione la eliminación de estas barreras.
Durante demasiado tiempo, la sociedad se ha centrado en señalar lo que está "mal" en las personas en lugar de intentar eliminar las barreras que les impiden prosperar. Esta visión tradicional, basada en el modelo médico, enfatiza las limitaciones de las personas en lugar de visibilizar sus necesidades, rebajando así sus expectativas de éxito y otorgándoles una menor capacidad de elección y control. Si, en vez de seguir ese enfoque, los sindicatos decidieran adoptar un modelo social, podrían eliminar barreras, desafiar las ideas y los prejuicios obsoletos y enfocarse en crear un entorno inclusivo donde todas las personas puedan desarrollarse. Al fin y al cabo, la discapacidad no es solo una limitación individual, sino que está profundamente influenciada por factores sociales que los sindicatos educativos pueden ayudar a resolver.
Existen varios principios fundamentales para garantizar un entorno inclusivo:
- Enfocarse en eliminar barreras: Nos referimos a cualquier infraestructura inaccesible, práctica discriminatoria o actitud negativa que restrinja a las personas con discapacidades. Para incentivar la inclusividad debemos priorizar la identificación y eliminación de esas barreras. En las escuelas y lugares de trabajo, por ejemplo, podemos instalar baños accesibles, accesos adecuados y recursos adaptables. Mientras tanto, la sociedad debe ir cambiando su perspectiva y tratar de enfocarse en las capacidades de las personas en lugar de sus limitaciones.
- Promover la accesibilidad: La accesibilidad va más allá de hacer los espacios físicos transitables. Incluye proporcionar herramientas esenciales, tecnologías de asistencia y ajustes razonables para asegurar que las personas con discapacidades pueden participar plenamente en su educación y trabajo. Cada estudiante y docente merece poder acceder a un entorno que le permita alcanzar su máximo potencial y los sindicatos educativos deben desempeñar un papel clave en la defensa de estos recursos.
- Empoderamiento y participación: Las personas con discapacidades deben tener voz en las decisiones que afectan sus vidas. Sus perspectivas únicas y experiencias vividas son invaluables a la hora de dar forma a políticas y programas que impulsen la inclusividad y accesibilidad. Los sindicatos, a su vez, también son fundamentales para garantizar que sus integrantes con discapacidades puedan ejercer su influencia tanto en la elaboración de políticas laborales como en el lanzamiento de iniciativas inclusivas lideradas por esos mismos sindicatos.
- Reconocimiento de la diversidad: La discapacidad intersecciona con muchas facetas de la identidad, incluyendo la raza, el género, la sexualidad y la situación socioeconómica de las personas. Ese enfoque interseccional también debe ser adoptado por los sindicatos educativos a la hora de fomentar la inclusividad, eso es, intentar poner fin a las múltiples formas de discriminación a las que se enfrentan las personas con discapacidades de comunidades marginadas. Reconocer y abordar esta diversidad asegura que todas las personas se sientan representadas.
- Educación, concienciación y formación: Promover la inclusividad a través de la educación y la formación es esencial. Las campañas de concienciación y la capacitación en inclusividad pueden ayudar a desmantelar estereotipos y combatir el estigma. Al fomentar una cultura de aceptación, los sindicatos pueden contribuir a crear entornos educativos que apoyen el derecho de todas las personas a participar en igualdad de condiciones.
Los entornos de aprendizaje inclusivos dependen de una financiación pública adecuada y del desarrollo profesional de su personal educativo y de apoyo. Los sindicatos deben abogar por que las escuelas cuenten con equipos multiprofesionales, docentes capacitados y personal de apoyo con contratos seguros y salarios competitivos. Esto también incluye proporcionar tecnologías de asistencia y ajustes razonables para facilitar una participación plena.
Si se dota al personal docente y de apoyo con las habilidades necesarias, los sindicatos podrán incentivar espacios de aprendizaje que realmente asistan al alumnado con necesidades diversas. A fin de cuentas, la formación es lo que permite que el personal educativo comprenda y aborde eficazmente las barreras a las que se enfrentan las personas con discapacidades.
Así pues, queda claro que los sindicatos educativos desempeñan un papel poderoso en el avance de la inclusividad, puesto que tienen la facultad de promover y apoyar un modelo social para abordar la discapacidad. Si logramos que el sector educativo se decante por este enfoque, los sindicatos podrán ayudar a crear entornos donde todas las personas, independientemente de sus habilidades, puedan participar plenamente y prosperar.
Crear espacios educativos inclusivos no pasa solo por garantizar su accesibilidad física; implica también desafiar actitudes, derribar barreras sociales y defender políticas que promuevan la igualdad y el empoderamiento de las personas con discapacidades. Si los sindicatos logran cambiar el enfoque y pasan de señalar "lo que está mal" a "lo que necesita cambiar", estarán contribuyendo a un entorno verdaderamente inclusivo que celebrará la diversidad y permitirá a todas las personas alcanzar su verdadero potencial.
Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.