En estos tiempos en que el país atraviesa una profunda crisis múltiple, los y las sindicalistas docentes siguen luchando para que la educación vuelva a ser una prioridad, lo que constituye una condición necesaria para el restablecimiento de una paz y una prosperidad duraderas en Haití.
Las escuelas, una cuestión política
“Desde el punto de vista del personal docente, la situación es catastrófica”, constata Magalie Georges, secretaria general de la Confédération Nationale des Educateurs d'Haïti (CNEH). “Las escuelas llevan tres meses cerradas en toda la región de Puerto Príncipe y en parte de Artibonito”, añade. Kenson Delice, coordinador de la Union Nationale des Normaliens/Normaliennes et Educateurs/Educatrices d'Haïti (UNNOEH), explica: “Por desgracia, en Haití tenemos la costumbre de utilizar las escuelas para librar batallas políticas. Actualmente las escuelas son víctimas de esta situación. Algunas son incendiadas por grupos armados, mientras que otras son utilizadas como cuarteles de bandas armadas. Huyendo de la violencia de las bandas, ciudadanos y ciudadanas también utilizan las escuelas como campamentos para refugiarse, en unas condiciones de higiene deplorables. La situación en las escuelas es, por tanto, especialmente complicada”.
Pero, ¿cómo pedir al Estado que cumpla con su obligación de garantizar la educación y la seguridad de los espacios públicos, cuando el propio presidente de la República ha dimitido, cuando hace varios años que no se celebran asambleas, y cuando la policía y el ejército están desbordados por unas bandas mucho mejor armadas que ellos?
Magalie Georges, desengañada, se pregunta: “Es como si no quisieran que los haitianos y las haitianas fueran a la escuela. Las personas que se han refugiado en escuelas han sido llevadas allí por los políticos. Había otros locales disponibles, pero se optó precisamente por las escuelas. ¿Por qué? La biblioteca del Collège Saint Martial, donde se conservaban documentos de un valor inestimable sobre la historia de Haití, ha sido deliberadamente incendiada”.
El impacto económico de los cierres escolares
Hubermane Clermont, secretario general de la Fédération Nationale des Travailleurs en Education et en Culture (FENATEC), explica cómo la escolarización se está viendo afectada por la actual situación de seguridad: “La economía haitiana se basa en gran medida en el sector de la economía informal, lo que significa que muchas personas emprenden una actividad comercial informal para mantener a sus familias. Desde hace meses, muchas de estas personas han sido saqueadas por las bandas armadas, por lo que les resulta imposible cubrir los gastos de escolarización de sus hijos”.
Al mismo tiempo, el cierre prolongado de las escuelas está teniendo también un gran impacto en la actividad económica del país, como explica Magalie Georges: “La escuela es la actividad económica por excelencia. En la actividad escolar se inscribe toda una serie de actividades, como el transporte, el lustrado de botas y la venta de refrigerios para los niños y las niñas. El cierre prolongado de cientos de escuelas ha paralizado todo este sector de la actividad económica del país.
Impactos sociales de largo alcance
Kenson Délice expresa su preocupación por la situación a largo plazo: “Las consecuencias en términos académicos van a ser desastrosas, catastróficas. Efectivamente, no se puede garantizar el número de días lectivos. Los y las estudiantes van a recibir una formación de pacotilla, y corren el riesgo de tener posteriormente dificultades para desempeñar plenamente su papel de ciudadanos y ciudadanas en la sociedad”.
Lo mismo ocurre con la enseñanza superior. Hubermane Clermont observa: “A nivel universitario, algunas instituciones han tenido que cerrar sus puertas a causa de la inseguridad. Por ejemplo, la Facultad de Ciencias Humanas de Puerto Príncipe se ha convertido en refugio para estudiantes y docentes que se han enfrentado expulsión de las zonas de alto riesgo donde vivían. Las bandas armadas siguen avanzando y ahora están sembrando el terror en los alrededores de la universidad, obligando a estas personas a desplazarse de nuevo. En los próximos años se corre el riesgo de que haya escasez de directores. Esto es preocupante y triste, porque el pueblo haitiano tiene mucha fe en la educación, y muchos y muchas confían en disponer de movilidad social y económica. Cuando esta movilidad se bloquea, el futuro del país peligra”.
Alumnado y profesorado a merced de las bandas
En Haití, solo el 20% de la enseñanza es pública. Afortunadamente, los y las docentes del sector público siguen recibiendo sus sueldos incluso cuando sus escuelas cierran. En cambio, para el personal docente de escuelas privadas, el cierre de sus escuelas significa una carencia repentina y total de ingresos. Alrededor de 100.000 docentes se encuentran actualmente en esa situación.
En este contexto, parte del profesorado intenta abandonar el país. Hay quienes consiguen encontrar refugio en Canadá, Estados Unidos, México y países de América Latina. Quienes se quedan pasan a dedicarse a la agricultura, se convierten en auxiliares médicos, etc. Pese a la desmotivación, quedan docentes sosteniendo su fe inquebrantable en su misión.
Magalie Georges menciona emocionada la escuela de la que es directora: “Nunca olvidaré cuando un grupo de docentes acudieron el último día de clase con algo de ropa, pensando que podrían quedarse en la escuela en caso de no poder regresar a casa por la noche a causa de los incendios de las bandas”.
La crisis actual está afectando gravemente a la niñez como describe Magalie Georges: “Muchos niños y muchas niñas perdieron la única comida que tenían, la que les daban en la escuela. Era una comida sencilla, pero les ayudaba a saciar el hambre. Familias, niños y niñas viven con miedo constante. Cuando escuchan un ruido, tienen ahora el reflejo de tirarse al suelo y esconderse. Lo difícil es que no sabemos cuándo volveremos a las aulas”.
En estos momentos, “el cierre de las escuelas está acelerando la gangsterización de Haití. Muchos niños son reclutados por las bandas armadas, para ejercer, por ejemplo, de ojeadores. Los niños y las niñas son muy vulnerables”, señala Hubermane Clermont. Por eso urge restablecer las condiciones de seguridad para que las escuelas cerradas puedan volver a abrir.
El papel de la comunidad internacional
Las personas sindicalistas en Haití cuestionan el papel desempeñado por la comunidad internacional en la situación política, económica y social del país. “Nos gustaría que los y las colegas de Francia, Brasil, Canadá, Estados Unidos y Chile supieran que los haitianos y las haitianas no abandonan su país por gusto. Esta situación se nos ha impuesto”, explica Magalie Georges. “Haití necesita a la comunidad internacional, pero de momento lo único que estamos viendo es una ayuda superficial e hipócrita. ¿Cómo podemos esperar que quienes crearon y reforzaron los problemas vayan después a resolverlos?”, se pregunta Kenson Délice.
Hubermane Clermont es aún más explícito sobre la cuestión de las armas: “Se ha constatado que el 85% de las armas que llegan a Haití proceden de Estados Unidos. La mejor manera de luchar contra la inseguridad sería detener la entrada de armas. ¿En qué cabeza cabe que se haya impuesto un embargo de armas a Haití para las fuerzas del orden, cuando están entrando miles de armas de contrabando?”.
Magalie Georges considera que esta situación no es en absoluto nueva: “Los haitianos y las haitianas llevan mucho tiempo sin capacidad de elección. Estados Unidos impuso a Martelly en la segunda ronda de las elecciones presidenciales de 2010, pese a que en la primera ronda había quedado en quinta posición. Después, las Naciones Unidas exigieron la federación de las bandas. La comunidad internacional impuso el Gobierno de Ariel Henry tras el asesinato de Jovenel Moïse el 7 de julio de 2021, y ahora ha impuesto su salida. Ya no sabemos quién dirige el país. “¿Por qué la comunidad internacional prefiere invertir más de 600 millones de dólares en una fuerza policial multinacional, y se niega a invertir en la Policía y el Ejército haitianos?”, añade Kenson Délice.
Los y las sindicalistas también recalcan la complejidad de las causas que han conducido al caos actual. Kenson Délice afirma: “Todo lo que hace la comunidad internacional, lo hace con la complicidad de los haitianos y las haitianas. Por nuestra parte, tenemos un papel que desempeñar. Tenemos que fortalecernos, junto con las organizaciones de la sociedad civil, y organizarnos mejor para poder librar una mayor batalla”.
Contra viento y marea, con la esperanza en el corazón
Pese a las enormes dificultades y a la inmensidad de la tarea, los y las sindicalistas no dejan de dar muestra de una férrea resiliencia y determinación. El espíritu docente se mantiene fuerte: “A pesar de todas las dificultades del sistema, sigue habiendo niños y niñas que destacan, que consiguen ir a la universidad en el extranjero, que siguen brillando. Y eso nos da esperanza”, explica Magalie Georges. “Queremos ofrecer la imagen de un Haití que quiere vivir”, añade.
Hubermane Clermont opina lo mismo, y recuerda que “en Haití no siempre ha habido este caos; nuestro país ha vivido grandes momentos de la Historia, siendo la primera república en liberarse de la colonización, por supuesto, pero también en cuanto a los vínculos que mantiene con los países de América Latina”. Y añade: “Tenemos la determinación de seguir trabajando en el sistema, de luchar por el acceso a la educación. La educación es muy importante para el pueblo haitiano. Incluso padres y madres sin escolaridad de ningún tipo hacen grandes esfuerzos para que sus hijos e hijas tengan acceso a la educación. Como sindicalistas, tenemos una responsabilidad histórica”.
Kenson Délice constata este apoyo del alumnado y de los padres y las madres: “Hay estudiantes que son conscientes de la situación política y quieren superarla. Hay padres y madres que son conscientes de nuestros sacrificios. Todo eso nos da esperanza”.
La solidaridad inquebrantable
La solidaridad sindical también brinda protección y entusiasmo. “En los últimos años, el movimiento sindical ha podido resistir gracias a la solidaridad de la IE. No hemos sufrido ningún ataque frontal porque sabíamos que nos respaldaba la solidaridad internacional. Eso nos ha salvado la vida”, afirma Magalie Georges.
“Saber que contamos con apoyo internacional nos transmite mucha fuerza para luchar”, afirma Kenson Délice. Sabemos que podemos contar con el apoyo de la IE y de los sindicatos asociados, y eso cuenta muchísimo”, declara Hubermane Clermont. “Estamos en contacto con los compañeras y las compañeras del Caribe, para mostrar otra cara de Haití”, explica Magalie Georges. “Y hablar con vosotros y vosotras ya es mucho, porque en nuestro país estamos atrapados en una situación muy complicada”, concluye Magalie Georges.