Durante una misión en el Líbano, la Internacional de la Educación expresó su solidaridad con educadores y estudiantes que se enfrentan a unas condiciones extremas en las que los menores se ven privados de su derecho a la educación y que afectan tanto al profesorado como a sus sindicatos.
A pesar de no ocupar titulares, la situación en el Líbano es extrema y ha afectado a todos los estratos de la sociedad y, de forma especialmente significativa, a centros escolares, estudiantes y profesorado. Las consecuencias de la descomunal explosión en el puerto de Beirut en agosto de 2020 (que destruyó 163 escuelas), el colapso del sistema financiero, el estancamiento político y la creciente inestabilidad, a los que se suma la pandemia de COVID-19, han tenido un efecto devastador en el país.
“Una sola de estas crisis bastaría para poner presión sobre un sistema educativo que ya pasa por dificultades, a pesar de que el profesorado siempre está esforzándose al máximo para mantener un entorno de aprendizaje seguro y de calidad para los 1,3 millones de niños, niñas y adolescentes del país”, declaró el secretario general de la IE, David Edwards, que lideró la misión al Líbano del 29 de marzo al 1 de abril.
Además, Edwards destacó la importancia de la solidaridad para el profesorado y la fuerza sindical en el Líbano y expresó el apoyo de la comunidad educativa mundial a las organizaciones miembros de la IE: la League of Public Technical and Vocational Teachers (CETO), la Ligue des Professeurs de l'Enseignement Secondaire Public du Liban (LPESPL), la Public Primary Schools Teachers League in Lebanon (PPSTLL) y el Teachers Syndicate of Lebanon (TSL).
Durante la misión, la Internacional de la Educación también colaboró con agencias de la ONU que trabajan en el Líbano, funcionarios del gobierno y sindicatos educativos con el objetivo de:
- Priorizar una provisión educativa sin discriminación y
- Mejorar las condiciones laborales del personal educativo en el Líbano.
Las organizaciones miembros de la IE declararon que el profesorado está sufriendo la fuerte depreciación de la moneda local y que los salarios han perdido más del 90 por ciento de su valor en dos daños, mientras que la inflación se ha disparado. Por ejemplo, el precio del carburante casi se ha duplicado en cuestión de tres semanas.
También informaron de que los centros escolares carecen de los fondos necesarios para funcionar y que les cuesta incluso comprar elementos básicos, como material de papelería, equipamiento informático y productos de higiene para cumplir con los protocolos de seguridad frente a la COVID-19. Además, solo disponen de unas pocas horas de suministro eléctrico al día, si es que tienen.
Por otra parte, explicaron que, aunque las agencias de la ONU, en colaboración con el Ministerio de Educación, están proporcionando apoyo económico a las escuelas públicas, esta ayuda no está llegando a las instituciones que ofrecen educación y formación técnica y profesional, lo cual empeora aún más la situación.
Además, los bancos han impuesto controles de capital estrictos porque carecen de una divisa fuerte para devolver el dinero a los depositantes y piden que los desembolsos de efectivo se ejecuten a plazos. De esta forma, según exponen los sindicatos locales, es extremadamente difícil que el profesorado y los centros escolares consigan retirar el dinero que con tanta urgencia necesitan.
Estos factores han provocado una larga huelga de docentes que sirve al personal educativo para denunciar unas condiciones laborales extremadamente complejas, una cobertura sanitaria inadecuada, impagos de salarios y falta de apoyo para adaptarse a las necesidades cambiantes de su alumnado. Ahora han decidido interrumpir temporalmente la huelga y reanudar la actividad docente después de que el ministro de educación, Abbas Halabi, propusiera otorgarles una serie de incentivos, incluido un pequeño aumento salarial y un subsidio de transporte.
“La situación del profesorado es terrible”
“En estos momentos, la situación del profesorado es horrenda”, declaró Mirvat Chmaitelly, miembro del consejo de la PPSTLL y docente de educación infantil en un colegio público al que acuden menores refugiados.
“A día de hoy, el profesorado sigue sin recibir los salarios y subsidios de transporte del año pasado, así que muchos se han visto obligados a dejar su empleo, mientras que otros tienen que buscar más fuentes de ingresos. Exigimos mejoras en los salarios y en las condiciones de trabajo por el elevado coste de la vida en el Líbano ahora mismo. También pedimos que nos paguen mensualmente y que desarrollen un plan para aumentar el subsidio de transporte, porque necesitamos trabajar en mejores condiciones”, añadió.
Los sindicatos educativos consideran que las terribles circunstancias a las que se enfrenta el profesorado son representativas de un desafío global más amplio: una desatención total hacia el papel único, inestimable y exigente que desempeña el profesorado a la hora de garantizar que niños, niñas y adolescentes aprendan y se desarrollen en contextos de crisis.
También se lamentaron porque, con demasiada frecuencia, la labor del profesorado se da por hecho, se vende como innovadora y resiliente, y se asume que serán capaces de adaptarse a todos los desafíos que se les pongan por delante. Sin embargo, la pandemia ha puesto de manifiesto que, en muchos casos, la formación del profesorado rara vez incluye habilidades relacionadas con cómo gestionar el aprendizaje durante una crisis, incluso en países que corren un riesgo cada vez mayor de crisis y conflictos.
“Cuando el personal docente no cuenta con el apoyo adecuado, se genera un impacto inmenso que va más allá del aula”
“Cuando el personal docente no cuenta con el apoyo adecuado, como sucede en el Líbano, se genera un impacto inmenso que va más allá del aula”, explicó Edwards. “Los niños y niñas tienen una habilidad increíble para percibir si el profesorado se encuentra bien y, según demuestra un estudio, las condiciones laborales del profesorado siempre guardan relación con las condiciones de aprendizaje del estudiantado”.
En el Líbano, el profesorado se ha puesto en pie por sus estudiantes. “Han visto cómo niños, niñas y sus familias sufrían durante los últimos dos años mientras los legisladores han dejado la educación en un segundo plano. Han estado presionando para conseguir mejores condiciones tanto para ellos como para su alumnado, y han hecho un esfuerzo titánico subvencionando el coste del combustible para los centros escolares, garantizando los suministros médicos y proporcionando material de papelería y libros; todo ello con un objetivo único y claro: proteger el derecho de los niños y niñas a la educación”, añadió.
Edwards pidió al gobierno libanés y a la comunidad internacional de donantes que hicieran todo lo posible para garantizar que los centros escolares permanezcan abiertos en el Líbano. “Debemos reducir la carga que soporta el profesorado prestándoles un apoyo total para que puedan proporcionar la educación que merecen los niños y niñas”.
“Incluso en momentos de crisis, los gobiernos deberían priorizar el acceso a la educación de todos los niños y niñas, incluidos los refugiados y refugiadas. Los planes del Líbano para el próximo curso escolar son limitados y prácticamente inexistentes. Esta crisis es una llamada a la acción para el nuevo gobierno del Líbano y sus socios internacionales, que tendrán que apoyar al sistema educativo si quieren que los libaneses y los niños y niñas refugiados tengan esperanza en el futuro”, concluyó Edwards.
Haga clic aquí para leer el artículo de blog de David Edwards, secretario general de la Internacional de la Educación, titulado Docentes y estudiantes en el Líbano necesitan la solidaridad mundial para salvar su sistema educativo y sus esperanzas para el futuro. El mundo debe responder.