La Internacional de la Educación pide que se ponga fin a las medidas represivas contra estudiantes, trabajadores y trabajadoras, activistas y otras personas que luchan por la democracia en Bielorrusia y que se enfrentan a la represión que se está ejerciendo en todo el país. Las acciones represivas de las últimas semanas, desde las detenciones arbitrarias de activistas hasta las redadas ilegales en varias ONG, han hecho saltar las alarmas y provocado la censura internacional.
Estas medidas represivas forman parte de un esfuerzo del régimen de Lukashenko por mantenerse en el poder tras perder las elecciones presidenciales en agosto de 2020 y tras las amplias manifestaciones y protestas nacionales organizadas para seguir exigiendo la restauración de la democracia. Alexander Lukashenko afirmó sin pruebas que había sido reelegido con el 80,08 % de los votos frente a la candidata de la oposición, Svetlana Tikhanovskaïa, considerada la verdadera ganadora.
"La participación masiva en manifestaciones y huelgas pacíficas en toda Bielorrusia tras el robo de las elecciones nos dio esperanza que se restauraría la democracia. Menos de un año después somos testigos de lo que ocurre cuando un dictador antepone el poder personal a todo lo demás", ha declarado David Edwards, secretario general de la Internacional de la Educación. "Las acciones de Lukashenko muestran la debilidad de un tirano desesperado".
El estudiantado bajo ataque
Todo el conjunto estudiantil, que constituyó una fuerza importante en las protestas posteriores a las elecciones, también ha sido uno de los objetivos del régimen. Muchos fueron detenidos. Otros fueron torturados. La represión aumentó en todos los sectores y la población estaba aterrorizada. Los líderes políticos de la oposición fueron encarcelados u obligados a exiliarse.
Once líderes estudiantiles y un docente universitario fueron detenidos en noviembre de 2020. En mayo de 2021 comenzó su juicio y se les acusó de "organizar y preparar acciones que atentan gravemente contra el orden público o participar activamente en las mismas". El 16 de julio, todos, excepto uno, fueron condenados a 26 meses de prisión.
La Belarus Students Association ha indicado que en los últimos nueve meses 492 estudiantes han sido detenidos y 160 han sido expulsados.
En un vídeo de Pavel Latuschko, portavoz de la oposición en el exilio, se acusa y denuncia al personal de dirección de las universidades por no haber apoyado a los estudiantes durante las manifestaciones y por colaborar activamente con las fuerzas de seguridad. Latuschko les acusa de convocar a los antidisturbios, hacer declaraciones a la policía y despedir al personal docente que se oponía a la violencia. Además, también testificaron en nombre del Estado durante el juicio contra los estudiantes. Latuschko advierte en su vídeo que las universidades no son independientes porque los rectores son nombrados personalmente por el presidente Lukashenko. Cuatro de estos rectores aparecen en una lista de sanciones de la Unión Europea.
El sindicato alemán GEW, afiliado a la IE, declaró su apoyo a los estudiantes condenados y a la Belarus Students’ Association. En una protesta publicada en julio, el sindicato denuncia que seis docentes e investigadores del Instituto de Genética y Citología de la Academia Nacional de Ciencias de Minsk (NASB) fueron despedidos u obligados a dimitir de sus cargos. Estas medidas también se adoptaron como consecuencia de sus protestas tras las elecciones de agosto de 2020. La Región Europea de la IE, el CSEE, también apoyó al personal académico y los estudiantes.
Por otro lado, a muchos abogados que defendían a estudiantes y otros manifestantes se les retiró la licencia para ejercer la abogacía o fueron inhabilitados. Es evidente que se está oprimiendo el derecho fundamental a la defensa jurídica y se está castigando a los abogados y abogadas por ejercer su profesión. El gobierno ya no cumple las mociones de juicios justos y el Estado de derecho.
Ataques a periodistas y a su sindicato
Además de las medidas represivas contra estudiantes y simpatizantes, el 16 de julio las autoridades hicieron una redada en Belsat, el medio de comunicación de la oposición, como parte de un patrón de acoso y detención de periodistas.
Según ha informado la Federación Europea e Internacional de Periodistas (EFJ) "el régimen bielorruso está intensificando las medidas represivas contra los periodistas y su organización representativa, la Belarusian Association of Journalists (BAJ). Tras registrar y precintar las oficinas de la BAJ el pasado 14 de julio, las autoridades bloquearon las cuentas bancarias de la organización el martes 20 de julio". Además, la asociación ha informado de que 33 periodistas han sido encarcelados.
Acciones contra organizaciones de derechos humanos y personal médico
También se han producido redadas en varias organizaciones de derechos humanos y de otros tipos, y se ha detenido a numerosos activistas de derechos humanos. Viasna, un grupo de defensa de los derechos humanos, tiene una lista de 421 presos políticos y ha informado de numerosas detenciones y condenas recientes.
La pandemia mundial no ha frenado las acciones represivas del régimen.
A pesar de la rápida propagación de la COVID-19, la baja tasa de vacunación y la escasez de personal médico, en los últimos meses más de 70 profesionales médicos han perdido sus puestos de trabajo y ocho estudiantes de medicina han sido expulsados de la universidad. Todo ello se suma a los 250 miembros del personal médico que han sido multados o retenidos en centros de detención. Algunos han recibido palizas por parte de los servicios de seguridad. Otros fueron detenidos por expresar su preocupación por la respuesta frente a la COVID-19, según las declaraciones de la Belarusian Medical Solidarity Foundation.
Solidaridad internacional
El presidente Lukashenko sigue gobernando a través del miedo, el pánico y el terror, pero no tendrá la última palabra, dicen aquellos comprometidos con la democracia.
"La represión, por muy despiadada que sea, no acabará con la esperanza. El pueblo de Bielorrusia es consciente de su poder. Salió a la calle. Organizó huelgas. Se unió a sindicatos independientes. Mujeres y jóvenes, entre ellos muchos estudiantes valientes, tomaron la iniciativa", reiteró David Edwards, de la Internacional de la Educación. "La situación no cambiará hoy. Puede que no cambie mañana, pero cambiará", añadió.
Edwards insistió en que el pueblo de Bielorrusia cuenta con el apoyo de los aliados internacionales y que no se les dejará solos ante esta difícil situación.
"La lucha por la democracia continuará. La liberación llegará desde dentro, pero el pueblo de Bielorrusia necesita el apoyo y la solidaridad del resto del mundo, especialmente de los gobiernos. Seguirá contando con nuestro apoyo hasta que concluya su viaje hacia la libertad".