El Líbano se ha visto sacudido por dos crisis extraordinarias en los últimos dos años: la explosión del puerto de Beirut y la pandemia de COVID-19. Desde entonces, el personal docente libanés y sus sindicatos han estado a la altura de los desafíos que les han planteado las crisis de salud pública, económica y de refugiados.
Solidaridad internacional
Tras la devastadora explosión que tuvo lugar en el puerto de Beirut el 4 de agosto de 2020, la Internacional de la Educación y sus afiliadas se solidarizaron rápidamente con la población de la capital libanesa, en particular con el personal docente y todo el conjunto estudiantil.
Rodolphe Abboud, secretario general del Teachers Syndicate of Lebanon(TSL), declaró que la explosión se produjo cuando el profesorado ya estaba lidiando con la pandemia mundial. Según Abboud, el sector de la educación del Líbano, especialmente el sector privado, que representa el 70 % de la educación en el país, "se está enfrentando a una importante crisis derivada de la pandemia de COVID-19 y de las crisis económica y financiera que ha provocado el despido de docentes en muchas instituciones educativas".
La Internacional de la Educación se ha puesto en contacto con los sindicatos de la educación locales para determinar la mejor manera de ayudar a la población afectada, especialmente al personal docente y a su alumnado, y ha intentado garantizar que se dé prioridad a la educación en la ayuda financiera proporcionada por la comunidad internacional.
"Junto con nuestras afiliadas de todo el mundo, nos solidarizamos plenamente con el personal docente y la población de Beirut que se está recuperando de esta terrible explosión", declaró en su momento el secretario general de la Internacional de la Educación, David Edwards.
Siete de cada diez personas necesitan ayuda económica
La explosión y la pandemia han sacudido aún más la economía del país y han provocado la "peor crisis económica de los últimos 30 años", según Manal Hdaife, de la Public Primary School Teachers’ League(PPSTL). "Decenas de miles de personas de todo el país han perdido su empleo y varios millones tienen dificultades para comprar los productos más básicos. A esto hay que sumarle la pandemia de coronavirus".
La grave crisis económica en la que estaba sumido el país antes del estallido de la pandemia se refleja en la deuda acumulada, que alcanzó el 170 % del PIB en 2020 y convirtió al Líbano en uno de los países más endeudados del mundo. Esta situación provocó una devaluación sin precedentes de la libra libanesa cuyas consecuencias para el poder adquisitivo de la población han sido devastadoras, ya que el Líbano depende en gran medida de la importación de los bienes que consume.
Según el Ministerio de Asuntos Sociales, además del aumento del desempleo y del impacto de la pandemia, el 70 % de la población necesita ayuda económica. La emergencia sanitaria y sus consecuencias socioeconómicas han provocado un incremento de la desigualdad en la distribución de los ingresos en el país, de la disparidad entre regiones y de las dificultades actuales para generar un crecimiento inclusivo. La crisis económica también ha afectado a la prestación de servicios públicos, incluida la educación.
La cancelación de la deuda: un paso clave para la recuperación económica y la calidad de la financiación
Las organizaciones miembros de la Internacional de la Educación en el Líbano apoyan las reclamaciones legítimas de cientos de miles de activistas que piden un cambio radical en el sistema político, caracterizado por la corrupción, el favoritismo y el clientelismo.
"Exigimos al gobierno que muestre voluntad política y se esfuerce por acabar con la interminable crisis económica que asola el Líbano", subrayó Hdaife. "Rechazamos medidas como la imposición de impuestos a personas con ingresos limitados, especialmente a empleados del sector público, y exigimos soluciones alternativas".
"Nuestro movimiento sindical considera que esta crisis se puede afrontar de forma estratégica: cancelando la deuda nacional del Líbano para que pueda apoyar al sector educativo y a otros sectores públicos. Dicha cancelación debería llevarse a cabo sin condiciones y los derechos humanos deberían constituir un elemento fundamental del proceso de reestructuración de la deuda".
Crisis superpuestas en la educación: la pandemia de COVID-19 y el alumnado refugiado
Incluso antes de la pandemia, la crisis siria, y la consiguiente gran afluencia de personas refugiadas, agravaron los déficits y los desafíos ya existentes en el sector educativo. Entre ellos, la grave escasez de docentes y la fragilidad de las infraestructuras educativas.
El Líbano es un país con una población de 4,5 millones de habitantes y que acoge a un gran número de personas refugiadas. Actualmente, en el Líbano viven más de dos millones de refugiados sirios y medio millón de refugiados palestinos. Más del 52 % de los refugiados sirios del Líbano son menores, y las cifras de ACNUR indican que alrededor de 450 000 refugiados del Líbano están en edad escolar.
De las 1 396 escuelas públicas del país, 1 014 reciben a más de 137 000 estudiantes refugiados sirios. Además, 144 escuelas se utilizan para impartir clase a estudiantes refugiados en turnos de tarde. Alrededor de 4 500 docentes de escuelas públicas imparten clase en los turnos de tarde y cobran una media de 10 USD por hora, sin compensación alguna por la preparación o la planificación de las lecciones. La COVID-19 ha agravado esta situación.
Los sindicatos llaman la atención sobre la crisis en el sector educativo
A través del Union Coordination Committee, compuesto por todas las organizaciones afiliadas a la Internacional de la Educación en el Líbano, los sindicatos de la educación han advertido en varias ocasiones al Ministerio de Educación que el alumnado y el profesorado del país se enfrentan a una crisis educativa.
El personal docente y sus sindicatos han denunciado el hecho de que no se les haya permitido participar ni se les haya consultado durante el proceso establecido para garantizar y proporcionar una educación a los niños y niñas refugiados, a pesar de ser los que están sobre el terreno, luchando por mantener un nivel mínimo de calidad en la educación del alumnado sirio y libanés.
Además, han puesto de relieve los obstáculos y los retos al aprendizaje, como las diferencias entre los planes de estudios libanés y sirio, la elevada ratio en las aulas, los diferentes niveles académicos del alumnado, las barreras lingüísticas, los gastos de transporte, el acoso escolar y el limitado apoyo psicosocial a los niños y niñas que sufren traumas, así como la falta de docentes formados para impartir clase a menores en tiempos de crisis.
Repercusiones de la crisis de refugiados en las niñas
Las repercusiones de la crisis de refugiados también han sido distintas en función del género. Las niñas son más vulnerables y la crisis ha reducido considerablemente sus posibilidades de acceso a la educación. Ello se debe a que a las niñas se les asignan responsabilidades de cuidado y muchas se ven obligadas a trabajar y a casarse a edades tempranas para ayudar económicamente a sus familias. Además, también son víctimas de la violencia de género.
Repercusiones de la crisis de COVID-19 en la educación de los niños y niñas refugiados
La crisis sanitaria del coronavirus también ha repercutido negativamente en la educación de los niños y niñas refugiados sirios en el Líbano. Tras el cierre de los establecimientos educativos, el Ministerio de Educación introdujo la educación a distancia por tres vías: televisión, en línea y en papel. A nivel nacional, el cierre afectó a más de 1,3 millones de estudiantes de todos los niveles educativos.
La decisión del Ministerio de utilizar la educación a distancia no estaba clara en relación con la educación de los niños y niñas refugiados, especialmente de aquellos que asistían a los turnos de tarde. Para colmar este vacío, los sindicatos de la educación intensificaron sus esfuerzos para garantizar que la brecha digital no dejara atrás al alumnado refugiado. Por ejemplo, los miembros de los sindicatos se ofrecieron para preparar clases televisadas y apoyar a los padres y a las madres por teléfono, y procuraron proporcionar tareas, orientación y correcciones a los niños y niñas refugiados sirios.
Acceso desigual a la educación
Gracias a todos estos esfuerzos, en la mitad de las escuelas públicas que dan clase a niños y niñas refugiados se pudo organizar una educación a distancia. Lamentablemente, muchos niños y niñas refugiados no han tenido acceso a los programas de educación a distancia debido a la falta de apoyo del Ministerio de Educación y a la falta de infraestructuras. Además, a muchos docentes que trabajaron en doble turno no se les pagó el sueldo durante la crisis.
Los sindicatos de la educación han trabajado sin descanso para construir un mejor entorno de aprendizaje para el alumnado refugiado, para demostrar su compromiso con la construcción de un futuro mejor y para reducir la pobreza y la vulnerabilidad de las personas refugiadas. Actualmente, siguen colaborando con el Gobierno para poner en práctica las mejores soluciones disponibles y piden solidaridad y apoyo para las personas vulnerables.
Grandes esfuerzos en favor del alumnado desfavorecido y desplazado
La PPSTLL, por ejemplo, está centrando sus esfuerzos en reducir el impacto de la crisis de COVID-19 en el alumnado y las comunidades desfavorecidas y desplazadas, ya que muchos viven en ciudades con poco acceso a los servicios sanitarios.
El sindicato ha insistido en la necesidad de una mayor solidaridad en tiempos de crisis y ha hecho un llamamiento a sus miembros para que aporten donaciones al fondo COVID-19 creado por el Ministerio de Salud del Líbano. A quienes les sea posible, se les ha pedido que proporcionen alimentos y asistencia a las personas necesitadas.
El sindicato también participó en el desarrollo de los programas de educación a distancia puestos en marcha para hacer frente a la crisis de aprendizaje y colaboró estrechamente con el Ministerio de Educación para proporcionar asesoramiento y experiencia.
El personal docente libanés está decidido a seguir ofreciendo una educación de calidad a todo el alumnado.
"Antes de los cierres, habíamos establecido un sistema de doble turno en mi escuela para que pudiera asistir un mayor número de niños y niñas. La situación a la que nos enfrentamos es muy complicada, pero no nos desalentaremos. Seguiremos trabajando para que todos los niños y niñas del Líbano tengan acceso a la educación. No importa de dónde vengan, todos merecen una buena educación y todas las oportunidades que esta ofrece", subrayó Hdaife, de la PPSTL.