Durante esta pandemia, ha quedado sin duda en evidencia quiénes son los trabajadores y las trabajadoras esenciales. Permítanme que me explique con claridad. No estoy criticando a alcaldes, presidentes de universidades o supervisores de escuelas. Sin embargo, en el contexto del contagio de la COVID-19, no habríamos llegado a ninguna parte sin conserjes, paraprofesionales, trabajadores y trabajadoras del servicio de alimentos, asistentes administrativos y chóferes de autobuses escolares. Los trabajadores y trabajadoras de apoyo técnico de las escuelas y universidades han sido quienes han mantenido las redes conectadas y al alumnado implicado en sus estudios, y serán todavía más importantes en el momento en que las escuelas vuelvan a abrir sus puertas.
En Estados Unidos, 370.000 miembros del personal de apoyo de las escuelas y las universidades que pertenecen a mi sindicato, la Federación Americana de Docentes, se unieron a sus compañeros y compañeras de todo el mundo para hacer frente a esta crisis de la salud pública. Han cocinado, reunido y entregado millones de comidas; han limpiado a fondo escuelas y universidades; han encargado y distribuido suministros; han dado clases particulares; han proporcionado apoyo de lectura y educación física en línea; han organizado salas de estudio virtuales y han puesto cobertura inalámbrica móvil a disposición de nuestros niños y niñas más vulnerables. Han arriesgado sus vidas –y algunos la han perdido– al hacer su trabajo.
El personal de apoyo de las escuelas y universidades es la infraestructura sobre la que se construye la respuesta de la educación ante la pandemia.
Incluso en esta época de crisis se ve claramente la creatividad y la dedicación cotidianas del personal de apoyo. Basándose en este trabajo proactivo llevado a cabo por nuestra membresía, nuestro sindicato fue una de las primeras organizaciones de EE.UU. que desarrolló un plan para que las escuelas volvieran a abrir sus puertas de forma segura; aquí se encuentra nuestro plan más reciente. Estamos presionando a Washington para que rescate los servicios públicos. También estamos pidiendo a amigos y amigas que firmen un manifiesto internacionalen nombre del personal de apoyo. Este trabajo proactivo es necesario porque ya se ha empezado a dar licencias y despidos a los trabajadores y las trabajadoras de la educación.
El personal de apoyo educativo ha estado apoyando al alumnado y al profesorado de forma virtual ofreciendo apoyo pedagógico, asistiendo a seminarios web de desarrollo profesional y dirigiendo grupos de lectura. Se ha producido una enorme curva de aprendizaje, pero la membresía de AFT está haciendo un trabajo fantástico de apoyo a la educación todos los días.
Incluso al proseguir sus actividades de desarrollo profesional durante el verano, el personal de apoyo educativo ha compartido sus éxitos y ha tratado de conocer nuevas ideas a través de sus compañeros y compañeras internacionales sobre la manera en que las escuelas de todo el mundo se enfrentan a la pandemia. Los Países Bajos redujeron el tamaño de las clases a la mitad y Canadá está ampliando el uso de las aulas al aire libre. Finlandia mantiene el tamaño normal de las clases, pero ha aislado las aulas entre sí. Ninguno de estos países ha visto un repunte significativo en la transmisión de la COVID-19. El problema es que Estados Unidos no se ha tomado la pandemia tan en serio como estos países.
Al mismo tiempo, muchos gobiernos de todo el mundo están siendo víctimas de los programas de privatización. Los servicios con fines de lucro, introducidos para proporcionar lo que se percibe como un “nuevo” servicio, tales como la educación a distancia, lamentablemente pueden eludir sus responsabilidades –y de hecho lo hacen–.
La declaración de la Internacional de la Educación sobre los derechos del personal de apoyo educativo reivindica unos salarios dignos y unas condiciones de trabajo decentes para el personal paraprofesional y el personal vinculado a las escuelas de todo el mundo. La declaración establece que el personal de apoyo debe recibir una formación profesional de gran calidad, ser respetado por su contribución a la educación y estar protegido frente a la externalización.
El personal de apoyo es flexible y actúa rápidamente. Durante la pandemia ha demostrado que es capaz de “cambiar en un abrir y cerrar de ojos”, como decimos en Estados Unidos, y de adaptarse rápidamente a las nuevas situaciones. Lo hacemos todo el tiempo y nunca ha sido más necesario que hoy en día.
Me gustaría elogiar a una de mis compañeras del sindicato por algo que dijo en una reunión destinada a generar ideas para la reapertura de las escuelas. Destacó el hecho de que el personal paraprofesional realizaba llamadas para interesarse por el bienestar de las familias, lo cual permitía averiguar quién necesitaba productos básicos como comida o pañales, o qué familias tenían un hijo único que necesitaba apoyo adicional. Dijo que el personal paraprofesional debería participar, junto con el personal docente, en las llamadas o videos que se realizaban a los padres y madres del alumnado con discapacidad.
Esta paraprofesional dijo lo que todos nosotros hemos estado pensando: “Paraprofesionales, somos valiosos. Somos valiosos y muy necesarios. Nuestro reto es hacer que el distrito escolar se dé cuenta de ello. Sé que esta es nuestra lucha de siempre, prosigámosla.”
Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.