En una entrevista con la IE, Christina Colclough, experta en futuro del trabajo, habla de la adaptación del profesorado a la digitalización, la educación permanente, la brecha digital, la relación entre el aprendizaje virtual y físico, los datos y otros aspectos conexos. Destaca que el uso y el abuso de los datos son un peligro para los derechos de las personas trabajadoras y para los derechos humanos en general.
Christina Colclough trabaja en cuestiones de futuro del trabajo en varios sectores y aporta esa experiencia al grupo de referencia de la IE sobre el futuro de la profesión docente para el que trabaja. Martin Henry, coordinador de investigaciones de la IE, ha sido el encargado de entrevistarla.
Colclough sostiene que el “futuro” del trabajo es, en realidad, el “presente” del trabajo, y que la enseñanza durante la pandemia de la COVID-19 ha acelerado la transición a un entorno digital. Con la reapertura de las escuelas en zonas dotadas de buen acceso a Internet y capacidad, la educación regresará en sus formas digital y física. Es importante que el profesorado se familiarice con el uso de herramientas digitales, entre ellas las de inteligencia artificial, y que las dominen.
A tenor del ritmo al que se está produciendo el cambio, la formación preparatoria y la formación “en horas de trabajo” no serán suficientes. Será preciso actualizar y mejorar periódicamente las competencias. Según Colclough, estas han de concebirse nuevamente y han de ampliarse las necesidades de educación permanente. Dada la interrupción de la vida laboral de muchas personas trabajadoras con empleo regular y estable, tiene que haber una mayor cooperación entre los empleadores privados y públicos, los sindicatos y las autoridades públicas para garantizar que esa formación y educación son responsabilidades colectivas y que todos y todas disfrutan de sus derechos.
En relación con el tema de los datos, Colclough afirma que “nada es gratis”. La recopilación y el control de los datos y su “titularidad”, aunque a menudo están ocultos, son muy lucrativos y han conferido riqueza y poder a una serie de empresas. Aunque en algunos lugares se han adoptado medidas para proteger los derechos a la privacidad, con raras excepciones, los trabajadores y las trabajadoras tienen poco o ningún control sobre sus datos o disponen de acceso a ellos. Lo mismo ocurre en el caso del alumnado. Entre otras cuestiones, eso se traduce en datos incorrectos o antiguos que no se pueden rectificar, algunos de ellos potencialmente perjudiciales de por vida.
De acuerdo con Colclough, la lucha sindical para proteger los derechos humanos en el nuevo entorno, especialmente los de las personas trabajadoras, exige reivindicar el derecho a controlar los datos y a negociar su uso. Esto también debería ser una prioridad para la OIT, la OCDE y la ONU.
El pódcast está disponible aquí(en inglés).