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Photo: LN9267/Wikimedia commons
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“La COVID-19 es una amenaza que pesa sobre Hong Kong y sobre su sistema educativo”, por IP Kin-yuen.

publicado 15 mayo 2020 actualizado 15 mayo 2020
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Esta no es la primera vez que Hong Kong hace frente a un ataque de coronavirus. En 2003, la amarga experiencia del SARS, que se cobró 299 vidas (incluidos ocho miembros del personal médico), fue terrible e inolvidable. Es la razón por la que los ciudadanos de Hong Kong respondieron con tanta rapidez al brote de un coronavirus similar y a la aparición del primer caso confirmado a finales de enero de 2020. Estábamos dispuestos a seguir las instrucciones de los expertos médicos para adoptar diferentes hábitos de saneamiento, como lavarse las manos con frecuencia y utilizar mascarillas. Aceptamos el concepto de “confinamiento” y los intentos de rastrear el origen de cada caso confirmado para evitar la propagación del virus. Entendimos muy bien la importancia de la cuarentena, el autoaislamiento y el distanciamiento social. Esta sensibilización era muy diferente a la de muchos otros lugares donde esta amenaza era totalmente nueva. Nosotros sabíamos que esta enfermedad era muy diferente de la gripe común y corriente.

Aprender desde casa

A finales del mes de enero, poco después de la aparición del primer caso, la animada ciudad [1] de Hong Kong cambió enormemente. Muchas personas se vieron obligadas a trabajar desde casa. Paralelamente, niños y jóvenes también empezaron a estudiar en casa.

Las escuelas y universidades empezaron a cerrar sus puertas a finales de enero. Cerrar las escuelas debido a un coronavirus tampoco ocurría por primera vez en la historia de Hong Kong. En 2003, las escuelas también cerraron durante aproximadamente un mes debido al brote del síndrome SARS. Una universidad ofreció un programa de lectura en línea llamado “Un pasaje al día”, que proporcionaba a los estudiantes un artículo de noticias todos los días con tres preguntas relativos al tema, lo que ayudó a fomentar en los estudiantes el hábito de la lectura pese a no seguir una escolarización. Sin embargo, el Gobierno de Hong Kong no pensó que, al cabo de 17 años, tendría que vérselas nuevamente con otra suspensión de la actividad escolar. Habíamos analizado exhaustivamente qué se precisaba para perfeccionar nuestro sistema médico para plantar cara a otra epidemia, pero no se hizo ningún tipo de preparativo en lo relativo al sistema educativo. De hecho, eran muy pocos quienes habían llegado a imaginar que el coronavirus, en cualquiera de sus formas, volvería. Afortunadamente, el Gobierno se ha interesado en promover la alfabetización informática y digital entre los estudiantes a nivel escolar. El avance de la tecnología durante este período nos ayudó a encarar la nueva situación. La enseñanza y el aprendizaje en línea ahora son mucho más dinámicos que antes. Actualmente, el número de escuelas y familias que están equipadas con computadoras, teléfonos móviles y otros dispositivos es superior, y están conectadas a Internet. El uso de aplicaciones tales como Zoom y Google Classroom reduce la distancia entre profesores y alumnos. Ambos extremos son la enseñanza y el aprendizaje desde el hogar. Consecuentemente, la mayoría de las universidades y escuelas pasaron de la enseñanza presencial a la enseñanza en línea.

Sin embargo, este cambio ha entrañado nuevos problemas. Primero, algunos estudiantes no disponen de computadora ni de red wifi estable en su hogar. Esta situación es particularmente desfavorable para las familias más pobres. Aunque algunas organizaciones de bienestar social, en colaboración con los proveedores de telecomunicaciones, han lanzado un programa de donación de tarjetas SIM de datos gratuitas para algunos de los estudiantes necesitados, la brecha digital que ahonda la desigualdad social es particularmente notable durante el período de escolarización no presencial. En segundo lugar, es posible que los padres no estén disponibles para cuidar de sus hijos, ya que el confinamiento no se aplica a toda la ciudad. Muchos padres aún necesitan ir a trabajar y les resulta muy problemático cuidar de sus vástagos cuando las escuelas, los centros de apoyo escolar, las guarderías y las bibliotecas están cerrados. En tercer lugar, incluso si los padres se quedan en casa, a los que tienen un bajo nivel educativo puede resultarles difícil aportar la ayuda necesaria para que los niños puedan aprender desde su hogar. A diferencia de lo que sucedió en 2003, los niños y jóvenes tienen que cumplir muchos objetivos de aprendizaje en el hogar, los mismos que si asistieran a la escuela. En la época del SARS, los docentes y los padres no se mostraban tan inquietos ante la posibilidad de retrasarse en el plan de estudios porque el período de suspensión duró solo mes y medio. Esta vez, ya son varios los meses que han pasado desde que se suspendieron las clases el mes de enero. No tenemos la seguridad de que las clases vayan a reanudarse antes de las vacaciones de verano. Desde el momento en que los padres se ven obligados a asumir el papel de “maestros a domicilio”, algunos se ven en la incapacidad de prestar el tipo de asistencia correcta a sus hijos. La ausencia de escolaridad pone de manifiesto el problema de la disparidad existente entre ricos y pobres.

Aun cuando muchas escuelas y docentes siguen luchando por impartir más clases en línea, también preocupa la efectividad de la enseñanza en línea. A muchos docentes y alumnos les hacen falta los cursos presenciales en la escuela todos los días. La situación de confinar la vida de los estudiantes a sus exiguas viviendas durante un largo período de tiempo también resulta preocupante. Es posible que los niños no puedan tener actividades físicas adecuadas, y las posibilidades de aprender a través de la interacción social se han vuelto muy limitadas. Un prologado tiempo frente a la pantalla de la computadora también puede ocasionar problemas de salud y bienestar. Sin embargo, las limitaciones también pueden dar pauta a una mayor creatividad para superar los problemas. Los docentes, en general, han adquirido un buen conocimiento y experiencia en la enseñanza en línea durante estos momentos difíciles y se han familiarizado con la creación de materiales didácticos en línea. Muchos de ellos también se preocupan en llamar por teléfono para hablar personalmente con los estudiantes y con sus padres. No obstante, esta situación puede añadir una gran carga de trabajo para los docentes, especialmente para aquellos que también tienen que cuidar de sus propios hijos.

El papel del sindicato de los docentes

El HKPTU, al ser el sindicato profesional de los docentes más grande de Hong Kong, se ha mostrado sumamente activo en los debates públicos relativos a las políticas y las prácticas educativas.

Desde el brote de la COVID-19, realizamos varias encuestas para conocer la opinión de los docentes sobre la necesidad de utilizar mascarillas y productos de limpieza en las escuelas, las modalidades para llevar a cabo los exámenes públicos y reanudar las clases, a fin de poder transmitir al Gobierno los puntos de vista y las demandas de los trabajadores del sector educativo. El número de casos confirmados de la enfermedad está empezando a disminuir. La sociedad lleva tiempo discutiendo el calendario para reanudar las clases. La opinión pública parece favorecer esta reanudación por fases, donde los estudiantes de las clases terminales sean los primeros en volver a las aulas, seguidos más tarde por los de la enseñanza primaria. Algunos sugieren regresar a clases medio día durante las primeras etapas para evitar las comidas en común en los establecimientos escolares, actividad considerada de alto riesgo. Durante el SARS, las clases también se reanudaron por fases. Ya tuvimos la experiencia de tomar exámenes públicos en condiciones de epidemia en la época del SARS. Los buenos hábitos de higiene nos han ayudado mucho a reanudar las actividades normales.

Se ha pedido a los docentes que se turnen para estar presentes en las escuelas durante el período de suspensión a fin de mantenerlas abiertas para los estudiantes que lo necesitan. En las primeras etapas del brote, había menos personas en las calles. Sin embargo, la gente buscaba mascarillas desesperadamente. En cada lugar que se vendían mascarillas, miles de personas hacían cola durante horas, pero solo unas pocas podían comprarlas. Hicimos un gran esfuerzo para asegurar que nuestros miembros docentes dispusieran casi a precio de costo de material de protección sanitaria como mascarillas y desinfectantes de manos para atender las necesidades inmediatas. El suministro de mascarillas ha aumentado, pero su precio es cuatro veces superior al original.

Asimismo, manifestamos nuestra preocupación por las necesidades financieras de los jardines de infancia y las guarderías, especialmente las privadas. Habida cuenta de que no están totalmente subsidiados por el Gobierno, dependen principalmente de las cuotas escolares que pagan los padres para mantener sus actividades. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, los padres han caído en la cuenta de que las posibilidades de que sus hijos vuelvan a la escuela antes de las vacaciones de verano son remotas, y es posible que ellos también experimenten presiones financieras a causa de la epidemia.

Como resultado, muchos padres decidieron abandonar la escuela o dejar de pagar las cuotas escolares. Esta situación ha supuesto un grave descalabro financiero para los servicios de los centros de cuidado infantil y los docentes, quienes a su vez corren el riesgo de ser despedidos, o sufrir reducciones salariales. Por consiguiente, exigimos ayuda financiera para el sector de la educación de la primera infancia a fin de aliviar su presión financiera y asegurarnos de que los docentes no sean despedidos en este momento difícil. Ya desde la suspensión anterior de los establecimientos escolares durante la epidemia del SARS habíamos propugnado un apoyo financiero para los servicios de los centros de cuidado infantil. Creemos que es una responsabilidad importante salvaguardar la estabilidad de la situación laboral de los docentes.

Además, también prestamos ayuda a Radio Television Hong Kong (RTHK), que es un ente público, para producir un programa denominado “Tutor en línea”. El programa de televisión se lanzó originalmente en 1985, cuando los miembros docentes de HKPTU ayudaron a responder las preguntas de los estudiantes para respaldar el aprendizaje en el hogar. El programa se reanudó en marzo para ayudar a los estudiantes con dificultades de aprendizaje durante la epidemia con las nuevas tecnologías en línea.

Al mismo tiempo, el funcionamiento del sindicato se ha visto gravemente afectado por la epidemia. Han debido cancelarse muchas reuniones y eventos. No obstante, nuestras prioridades siempre son la estabilidad laboral de los docentes y sus necesidades de apoyo. Estamos esperando el día en que podamos volver a un modo de vida normal y deseamos que otros sindicatos de docentes también puedan adaptarse a los cambios épicos impuestos por la epidemia y encontrar sus métodos de trabajo. Es particularmente esencial que el sector educativo se una como una sola voz durante estos tiempos difíciles.

[1] Hong Kong es una ciudad pequeña pero densamente poblada con cerca de 8 millones de habitantes y situada en el extremo sur de China. Es una región administrativa especial que disfruta de un alto nivel de autonomía bajo la noción de la política de “Un país, dos sistemas” y dispone de su propio sistema educativo, que es totalmente diferente al de la parte continental. El sindicato de docentes profesionales: el Hong Kong Professional Teachers Union(HKPTU), con alrededor de cien mil miembros, es el sindicato más grande de Hong Kong.

Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.