Me sorprendió cómo me enseñaron mis profesores, tanto en escuelas de primaria como de secundaria. Su forma de enseñar era muy motivadora y contagiosa. Eso me inspiró a ser como ellos cuando fui mayor.
La enseñanza fue mi primera opción profesional y conseguí entrar en los estudios de Formación docente del Corpus Christi Teachers College, en Nasese. Me gradué después de tres años y me destinaron a un centro escolar en la provincia de Ra, en la zona oeste de Viti Levu, una de las islas principales de Fiyi. Los primeros años allí me encantaron.
Cuando empecé a trabajar en esta profesión, me di cuenta de que las vidas de los docentes eran bastante distintas de mis expectativas. La cantidad de papeleo que teníamos que preparar era increíble. Recuerdo perfectamente que, a lo largo de una semana, me exigían enviar 27 archivos. Estaba tan inmerso en preparar archivos que casi me olvidaba de la esencia y la importancia de la docencia. Como profesor joven, el principal reto al que me enfrentaba era, sin duda, la documentación y actualización de archivos. Un funcionario de Educación tenía que visitarnos dos veces cada trimestre para revisarlos. Parecía que el interés por la docencia se había interrumpido por culpa de la ingente cantidad de papeleo.
Durante mi primer año como docente, me pidieron que preparase una planificación de Evaluación en el aula (CBA) y evaluase los resultados. Este ejercicio fue el más complejo al que me había enfrentado, dado que era la última iniciativa del Ministerio de Educación (MOE), pues los exámenes ya carecían de importancia. La CBA es una herramienta de evaluación basada en actividades de clase que los alumnos llevan a cabo solo en el aula. Por tanto, la planificación, evaluación y registro de los resultados requerían mucho tiempo. Las habilidades de lectura empeoraban y, echando la vista atrás, me di cuenta de que este era el motivo del enorme aumento en el número de alumnos no lectores analizados por la CBA y de los frecuentes cambios en las políticas incorporadas al currículum. Sencillamente, este nuevo método de evaluación suponía una carga adicional de trabajo por su novedad, aunque también costaba a mis compañeros más mayores.
Con esta carga de trabajo tan voluminosa, los cambios frecuentes en el currículum y un país que, en ese momento, gestionaba un gobierno militar, decidí aferrarme al sindicato porque protegería mis derechos.
Me apunté al sindicato sin dudarlo durante mi primer año como docente, hace siete años, cuando varios miembros visitaron nuestra escuela. Ya sabía que el sindicato me ayudaría ofreciéndome una red de seguridad social y ocupándose del drama de los docentes.
Ser sindicalista me aporta confianza; sé que no estoy solo. Cuento con el apoyo de otros miembros del sindicato en un ámbito local y mundial. Puedo ser la voz de los más vulnerables cuando es necesario.
Mi mayor temor es que el sindicato deje de dar voz a las preocupaciones de los docentes. Estoy profundamente convencido de que el sindicato no debe parar de luchar por sus miembros ni dejarse intimidar por las tácticas contra los trabajadores que pretenden asustarlos para que no ejerzan sus derechos, sobre todo los que se enumeran en los Convenios 87 y 98 de la OIT. El sindicato debe seguir dialogando, alzando la voz y escribiendo artículos una y otra vez. No debemos rendirnos.
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El tema del Día Mundial de los Docentes de 2019 es "Los jóvenes docentes: El futuro de la profesión". Para celebrar la ocasión, estamos lanzando una mini-serie de blogs que presentan las voces y experiencias de los jóvenes profesores y del personal de apoyo a la educación. Esta es una oportunidad de escuchar directamente a los jóvenes profesionales de la educación y a los jóvenes sindicalistas y descubrir sus historias: qué los atrajo a la profesión, los desafíos a los que se enfrentan y sus planes para el futuro.
Si eres un joven profesor o personal de apoyo a la educación, o si te has incorporado recientemente a la profesión, no dudes en contribuir a la serie y hacer que se escuche tu voz. Por favor, póngase en contacto con Sonia en Sonia.grigt@ei-ie.org.
Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.