La ganadora del Premio Nobel de la Paz, Malala Yousafcai, ha dicho que “Un niño, un profesor, un libro y un lápiz pueden cambiar el mundo”. Tiene razón. La educación cambia las vidas, las comunidades y el mundo. Es fundamental tanto para los cambios en la sociedad como para los proyectos de libertad individual. Por lo tanto, estoy hombro con hombro con todos aquellos que participan en la lucha por la educación para todos. Me enorgullece que el Sindicato de la Educación de Noruega sea miembro de la Internacional de la Educación. Hemos luchado durante años por el derecho a una educación de calidad para todos. La educación puede ser vital para construir democracias fuertes en todo el mundo. Pero ¿la educación es siempre “buena”?
La educación es un derecho habilitante. La educación abre las puertas a la participación en la sociedad, a la comprensión del mundo que nos rodea, al entendimientoy al respeto de las personas y los derechos humanos. Los docentes saben que la educación es un requisito previo importante para el progreso y la prosperidad. Compartimos las palabras de otro galardonado con el Premio Nobel de la Paz, Nelson Mandela: “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”.
Mandela conocía el poder de un cambio de este tipo mejor que nadie. Su vida es un símbolo de lo que puede ser el cambio. Pero también experimentó el precio del cambio, la resistencia al cambio y el hecho de que la educación puede ser utilizada como arma para el cambio, no solo para bien sino también para mal. La última parte menos conocida de su famosa cita es, por lo tanto, esencial: “La educación es la clave para eliminar la desigualdad de género, para reducir la pobreza, para crear un planeta sostenible, para prevenir muertes y enfermedades innecesarias y para fomentar la paz”. Mandela sabía que las armas son peligrosas en manos de quienes quieren enriquecerse oprimiendo a los demás. Lo hemos visto a lo largo de la historia y lo vemos ahora. Vemos dictadores y regímenes que convierten las escuelas, los programas de estudios y los docentes en herramientas útiles para hacer cambios a peor.
Como docentes a escala mundial, somos conscientes de esta realidad. Sabemos que podemos ser armas para el cambio. Y que los regímenes autoritarios quieren usarnos como armas en una lucha por sus propios intereses. Conozco esto muy bien. Durante la Segunda Guerra Mundial mi abuelo era docente en Bergen, Noruega. Al igual que en otros lugares de los países ocupados, en Noruega, Quisling y sus partidarios nazis querían obtener el control de la población no solo por la vía militar, sino también a través de la propaganda y la persuasión. Su plan era transformar el sistema educativo con ese fin. Una parte de su estrategia para obtener el control fue la creación de un sindicato de docentes títere dirigido por nazis noruegos.
Todos los docentes recibieron la orden de adherirse a este nuevo Sindicato de Docentes de Noruega. Un grupo clandestino de Oslo redactó y distribuyó una breve declaración que los docentes debían copiar y enviar a las autoridades, con sus nombres y direcciones, para comunicarles que se negaban a participar. Entre ocho mil y diez mil de los 12.000 docentes que había en ese momento firmaron la declaración.
La respuesta de las autoridades fue rápida. Todas las escuelas estuvieron cerradas por un mes. 200.000 padres, que tuvieron que hacer frente a una situación en la que los niños se quedaban en casa en vez de asistir a la escuela, escribieron cartas de protesta al gobierno de ocupación. Además, los docentes desafiaron las órdenes de las autoridades y organizaron la enseñanza en privado, al margen del sistema controlado.
Como represalia a la oposición de los docentes, las autoridades de Quisling ordenaron la detención y el encarcelamiento de unos 1.000 docentes varones. Las organizaciones clandestinas pagaban los salarios de los docentes encarcelados. La Gestapo, con sus métodos crueles, intentó romper la solidaridad de los docentes, pero no tuvo éxito.
En abril de 1942, el gobierno envió a 499 docentes a un campo de concentración cerca de Kirkenes, en la frontera rusa en el Ártico. Mi abuelo se encontraba entre ellos. Durante su estancia en el campo de concentración, un docente murió y otros resultaron heridos mientras realizaban trabajos forzados.
Después de aproximadamente cinco meses, el gobierno de ocupación abandonó su plan de crear una organización de docentes fascistas y todos los docentes regresaron del campo de concentración.
La resistencia de los docentes, junto con el apoyo de los ciudadanos, imposibilitó que las autoridades lograran que las escuelas formaran parte de su estado corporativo y que las transformaran de instrumentos de educación en centros de adoctrinamiento. A pesar de las adversidades y la opresión de la ocupación nazi, la cultura y los valores de Noruega fueron defendidos y divulgados con éxito en la educación.
Esta historia pone de relieve cómo la educación puede ser utilizada como un arma. En calidad de docentes, debemos entender la importancia de nuestro compromiso ético con nuestros alumnos. Ningún gobierno debería usar nuestra función de docentes para socavar los derechos humanos. Nunca debemos permitir que nadie nos convierta en parte de su maquinaria propagandística. Debemos defender la democracia y hacer frente a quienes la amenazan. Debemos defender siempre a aquellos que son objeto de opresión o discriminación.
Si queremos tener éxito, debemos entender, como hicieron los docentes de Noruega durante la guerra, que debemos mantenernos unidos. No podemos ganar solos. Los docentes son grandes organizadores. Y a lo largo de la historia, los sindicatos de los docentes han sido una fuerza que debía tenerse en cuenta. Nos apoyamos sobre los hombros de nuestros predecesores. A lo largo de 25 años de lucha, los sindicalistas docentes han sido capaces de unir sus fuerzas en una de las mayores federaciones sindicales del mundo. La Internacional de la Educación representa a más de 400 sindicatos que cuentan con más de 32 millones de miembros en más de 100 países. La IE es un lugar de encuentro importante en el que nos podemos reunir, demostrar solidaridad, reflexionar y organizar nuestras fuerzas para luchar contra quienes quieren socavar nuestros derechos humanos. El ex secretario general, Fred van Leeuwen, debe ser objeto de reconocimiento y honrado por su labor constante destinada a poner de relieve la importancia del trabajo cotidiano de los docentes para el fortalecimiento y la construcción de las democracias.
Los docentes del mundo quieren luchar por la democracia, la equidad, la paz y por un planeta sostenible. Lucharemos para eliminar la desigualdad, reducir la pobreza y prevenir las muertes y enfermedades innecesarias, en palabras de Mandela. Nuestras armas son el conocimiento, el humanitarismo, los derechos humanos y el amor. Nuestros enemigos son la mentira, la propaganda, los regímenes autoritarios, los dictadores, la opresión, la discriminación y la guerra. Esta lucha es un combate sin fin. Mientras escribo estas líneas, los derechos humanos están siendo gravemente atacados en Polonia, Hungría, Filipinas, Brasil y Tanzania, por nombrar algunos países. El presidente de los Estados Unidos de América está atacando la libertad de prensa de una manera que está minando peligrosamente las instituciones y los valores democráticos.
Los docentes de Noruega nos mostraron durante su lucha contra los nazis el poder de unos docentes fuertes, pero también la importancia de una profesión docente sólida y unida, de una profesión docente organizada. Su éxito radica en su unidad. Para defender y construir la profesión necesitamos unos sindicatos de docentes fuertes en todo el mundo. El trabajo de un docente debe ser protegido contra quienes quieren socavar nuestros derechos humanos a través de la propaganda y las políticas autoritarias. Debe defenderse en las escuelas, en las comunidades locales, a nivel nacional, a nivel regional, pero también en el escenario mundial. La IE tiene un papel importante que desempeñar. Debemos seguir destacando la importancia de la educación para proteger los derechos humanos de todos y para construir y fortalecer las democracias. Estoy seguro de que seguiremos siendo una fuerza que debe tenerse en cuenta.
Malala tiene razón. “Un niño, un profesor, un libro y un lápiz pueden cambiar el mundo”. Mi abuelo y sus compañeros docentes sabían que el cambio en el que se esperaba que participaran destruiría a la sociedad. Como estaban organizados, pudieron crear un cambio diferente. Un cambio importante para Noruega. Y una esperanza y una lección para todos los docentes.
El 26 de enero de 1993 se creó la Internacional de la Educación a través de la fusión del Secretariado Profesional Internacional de la Enseñanza (SPIE), y la Confederación Mundial de Organizaciones de Profesionales de la Enseñanza (CMOPE). Con ocasión de su 25º aniversario se publicará hasta el 8° congreso mundial de la IE, una serie de blogs #EI25, que incluirá voces y comentarios de sindicalistas, activistas de la educación, organizaciones socias y amigos. Éstos reflexionarán sobre combates y victorias del pasado, de los que la organización ha ganado fuerza e inspiración para hacer frente a los retos presentes y futuros a los que se enfrentan la educación y la profesión docente. Si desean contribuir a esta serie, por favor diríjanse a Sonia.grigt@ei-ie.org.
Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.