En mi escuela, mis colegas probablemente tengan nociones algo básicas acerca del Banco Mundial - al menos aquellos/as que imparten clase de historia de la economía, geografía o ciencias sociales. En lo que se refiere al resto diría que lo conocen por el nombre, pero no mucho más.
Sin embargo, reconocerían inmediatamente su política, el tono y los mensajes implícitos sobre la educación y los docentes que esta institución ha promovido durante mucho tiempo. La llamada Nueva Gestión Pública se caracteriza por medidas como la mercantilización mediante la ampliación de las opciones de escuelas, los baremos minuciosos impuestos sobre estudiantes y docentes, la rendición de cuentas con tendencia punitiva a través de pruebas estandarizadas e inspecciones jerarquizadas de las escuelas, los rankings de escuelas, salarios vinculados al rendimiento, flexibilización de las normas de empleo e incluso directamente a través de la privatización.
Muchas de estas medidas han atormentado al sistema educativo holandés y a mí mismo durante los últimos 20 años (Evers & Kneyber, 2013).
Recuerdo bien el día en que la inspección holandesa visitó mi escuela UniC en 2010 y nos reprendió por algunos resultados ajustados que tenían mucho peso en la lista de rendición de cuentas. Como equipo ya habíamos desarrollado nuestro propio plan de mejora, que se fundaba en nuestra visión y pedagogía progresistas. Pero la inspección insistió en que era necesaria una perspectiva más tradicional y estandarizada. Tuvimos que luchar mucho tiempo para lograr imponernos, y perdimos muchos/as buenos/as docentes en el camino. Fue una experiencia dolorosa que no olvidaré fácilmente.
El Banco Mundial siempre recomienda políticas basadas en la desconfianza, la rendición de cuentas externa y la privatización, así como la promoción de una visión limitada de la educación (Mundy & Verger, 2015; Fontdevila & Verger 2015; Murphy, 2007), es decir, un modelo deficitario de la profesión docente.
Como señala Clara Fontdevila en este blog de la Internacional de la Educación, el Banco Mundial promueve la“caricaturización de las organizaciones de docentes como un problema, la ausencia de un discurso sobre el bienestar de los/as docentes, o el hecho de que los/as docentes sean vistos como recursos humanos que deben gestionarse, en lugar de agentes activos del cambio educativo”.
En su último Informe sobre el Desarrollo Mundial, que por primera vez se centra en la educación, el Banco adopta un tono ligeramente diferente. Esto es algo que debe celebrarse. Sin embargo, la lectura del informe sigue causando preocupación, sobre todo si observamos lo que el Banco está haciendo en la práctica.
En primer lugar es interesante ver qué tipo de lenguaje adopta el Banco Mundial. El informe habla de la“crisis del aprendizaje”, de que“la escolarización no es lo mismo que el aprendizaje” y de“estudiantes”, mientras que se aleja del término “educación”. Dice que“la escolarización no es sinónimo de aprendizaje. El concepto de educación es impreciso, y por lo tanto debe definirse claramente. La escolarización es el tiempo que un/a estudiante pasa en las aulas, mientras que el aprendizaje es el resultado: el beneficio que la escolarización representa para el/la estudiante”(p.45).
Sin embargo, la educación es más multidimensional que imprecisa. Según Gert Biesta, la educación tiene distintos objetivos: la cualificación, la socialización y la subjetivación, los cuales a menudo generan tensión.
La cualificación está relacionada con el conocimiento y las aptitudes que los/as estudiantes requieren para cumplir su rol en la sociedad y en el trabajo; los cualifica y les permite realizar cosas. La socialización consiste en internalizar normas, valores, cultura e historia de la sociedad en la que se vive. La subjetivación trata de la importancia de los/as estudiantes como individuos que “ se transforman en sujetos de iniciativa y responsabilidad”(Biesta, p.77).
La afirmación de que la educación es imprecisa pero el aprendizaje no lo es no se sostiene. Se trata más bien de cómo lidiamos con los juicios morales que conlleva la naturaleza multidimensional de la educación. En su obra Gert Biesta también ha criticado la reducción de la educación al aprendizaje:
La learnification (en inglés) o reducción de la educación al aprendizaje trata los efectos que el auge de “un nuevo lenguaje sobre el aprendizaje” está teniendo sobre la educación. Esto se muestra en varios cambios discursivos, como por ejemplo la tendencia a hablar de alumnos/as, estudiantes, niños/as e incluso adultos como ‘educandos’, la redefinición de la enseñanza como ‘vehículo para el aprendizaje’, ‘crear oportunidades de aprendizaje’ o ‘proveer experiencias de aprendizaje’, o hablar de la escuela como un ‘entorno de aprendizaje’ o ‘lugar para el aprendizaje’. También se refleja en la manera en que la educación de adultos se ha bautizado ‘aprendizaje a lo largo de la vida’ en muchos países” (Biesta, 2015 p. 76).
Y esto es problemático. Como explica Biesta (2015):“Mientras que el lenguaje sobre la enseñanza es un lenguaje sobre procesos que, al menos en inglés, tiene un carácter individual e individualizante, la educación siempre debe ocuparse de preguntas de contenido, propósito y relación”(p.76).
Requiere el criterio de los que están implicados en la educación, tanto de los que trabajan en las escuelas como de los que dictan la política o los que la investigan. Aprender está centrado en resultados, pero“estas teorías por sí mismas no nos dan ni acceso ni nos permiten comprender la construcción y la justificación de estos contextos y escenarios. Por ello necesitamos teorías de la educación y de la labor educativa”.(Biesta, 2015 p.77).
El lenguaje sobre el aprendizaje y su énfasis en los resultados hace que la educación sea más fácil de gestionar y de medir. Y pese a que el Banco Mundial se muestra más cuidadoso en el Informe Mundial sobre el Desarrollo de lo que solía ser, sigue orientando el informe y la política en una determinada dirección, que forma parte de una tendencia más general.
El informe sigue recurriendo al discurso sobre docentes y escuelas fracasados.“Las escuelas están dejando de lado a los alumnos” es el título de una de las secciones (p.80). Continúa afirmando que “ los docentes a menudo no poseen las cualificaciones ni la motivación necesarias”(p.80). De hecho, es lo primero a lo que se hace referencia, subrayando su falta de conocimiento, experiencia y motivación. El absentismo del trabajo se considera una“pérdida de tiempo de instrucción”.
El argumento es que“este problema es especialmente preocupante dado que la mayor parte de las partidas presupuestarias nacionales en educación se invierte en salarios de los docentes (…) La reducción del absentismo en dichas escuelas sería más de 10 veces más rentable por el aumento del contacto estudiante-docente que el hecho de contratar a más docentes”(p.80). Un párrafo y caja destacados del informe llevan el sugerente título “Los docentes podrían considerar que el mínimo esfuerzo estaría justificado”(p.81).
Los docentes en general son presentados como poco motivados e infra-cualificados, y se hace referencia en más de 30 ocasiones al absentismo de los/as maestros/as. Que este reto requiere de mayores matices se comprende claramente al leer el blog que Marie Antoinette Corr escribió sobre el Informe Mundial para la IE.
Como docente activo me he vuelto desconfiado frente a las instituciones internacionales que promueven políticas educativas. El Banco Mundial tiene un pasado turbulento cuando se trata de reformas educativas, y personalmente albergo una gran dosis de desconfianza hacia el Banco como institución.
Durante mucho tiempo no quiso lo mejor para mis estudiantes, ni para mi profesión. Hay muchos elementos positivos en el Informe sobre Desarrollo Mundial, pero su práctica sigue siendo preocupante.
Ahora está promoviendo unos parámetros de aprendizaje globales (p.97), pero yo no me fiaría de ninguna organización que, como el Banco Mundial, fomenta políticas de veeduría, pero desea estar implicada en la definición de los parámetros. He escuchado y leído demasiadas veces un discurso positivo parecido por parte de políticos holandeses al tiempo que seguían aferrados a malas prácticas que desprofesionalizaban a los/as docentes y aumentaban las desigualdades en el sistema.
Mientras siga existiendo esta desconexión, seguiré siendo escéptico. Y esto debería preocupar al Banco Mundial. Frente al declive de las instituciones que surgieron tras la II Guerra Mundial y al descrédito de las democracias liberales debería tratar de fomentar la confianza entre aquellos para quienes trabaja.
Si la opinión de la profesión no es fundamental en la definición y en la puesta en práctica de la política en el Sur y en el Norte globales, creo que ha llegado el momento de considerar la creación de nuevas instituciones.
Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.