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"La inclusión, la integración escolar y la cuestión de las diferencias" Pr. Nestor Carasa

publicado 3 diciembre 2017 actualizado 15 marzo 2018
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Inclusión e integración escolar son dos conceptos que fueron confundidos -deliberadamente o no-, y según el contexto político fue la direccionalidad y sentidos que se les pretendió dar en cada momento histórico. Indagar sus sentidos es fundamental para ir más allá de los discursos políticamente correctos y desarrollar experiencias que hagan efectiva la inclusión y la integración escolar de estudiantes con discapacidad. La inclusión educativa es un derecho de todos los sujetos -tengan o no discapacidad-; mientras que un proyecto pedagógico de integración escolar es una estrategia educativa que algunos sujetos con discapacidad necesitan para sostener la inclusión.

El lugar de las diferencias, lo qué hacemos con ellas -tanto lo que hacemos como lo que des-hacemos-, afecta la vida de las personas, definen las relaciones, las prácticas en el campo social, las experiencias en la educación y las formas organizacionales que asume la escuela. Qué hacemos, las decisiones que tomamos -y las que omitimos- definen las relaciones, las posiciones de igualdad o de desigualdad que se establecen, las prácticas democráticas que se construyen en las instituciones y las experiencias educativas que le permiten a cada uno construirse y constituirse como un sujeto de derecho. Es necesario poner en discusión las ideas, los sentidos y las prácticas que dirigen la mirada y marcan las relaciones para avanzar en la inclusión educativa. Discutir las representaciones y romper con algo de la historia educativa, pedagógica e institucional, es una acción ineludible para construir una escuela para cualquiera, a favor de las diferencias, la igualdad y el derecho, donde cada sujeto encuentre su lugar.

Es necesario poner en cuestión el sentido de inclusión que se reduce a la idea de “estar adentro”. En tiempos políticos donde los eufemismos buscan disfrazar la realidad, también podríamos pensar si la relación inclusión-exclusión no viene a sustituir la idea-relación dominador-dominado; reemplazando, de alguna manera, la relación arriba-abajo por la de adentro-afuera.

Estar adentro de la escuela no es suficiente, se puede estar adentro de la escuela y no aprender. El problema es: cómo pasar de estar adentro a “formar parte o ser parte” del acto educativo y del aprendizaje.

Para profundizar el análisis propongo repensar las siguientes cuestiones:

¿Cuál es el lugar de las Diferencias?

Para recorrer sus sentidos es necesario suspender, inexorablemente discutir y romper con los dos principios históricos, que marcaron el nacimiento y desarrollo  de la educación y que continúan vigentes en el presente: la homogenización y la normalización.

¿Cuál es la idea de Igualdad educativa que sostiene las prácticas educativas?

Es necesario confrontar una vieja idea -relacionada a los principios señalados- que sostiene que “la igualdad es que todos aprendan lo mismo”, con otra idea que da lugar a las diferencias: “la igualdad es que nadie aprenda menos de lo que puede”.

¿Cuál es la concepción de Sujeto de Derecho?

Si la Igualdad reconoce a todos -entre otras cosas- la dignidad de la Palabra, es ineludible preguntarnos: “¿cuál es el lugar de la palabra de los estudiantes en la toma de decisiones vinculadas a su educación y escolaridad?”

¿Qué hacemos con la organización de la escuela?

Tenemos que pensar: ¿hasta dónde las formas organizativas que tiene la escuela dan lugar a las diferencias, a relaciones de igualdad y al ejercicio de derechos? Es tiempo de decidir de qué herencias queremos desprendernos.

¿Qué pasa con las condiciones materiales de la enseñanza?

Finalmente, debemos reparar en las condiciones materiales que hacen a la tarea docente: carga de trabajo, cantidad de alumnos, espacio físico, tiempos de trabajo colectivo, actualización de la formación docente, recursos didácticos, medios tecnológicos, etc. Sería  ingenuo suponer que todo lo que sucede o deja de suceder en la escuela y en la enseñanza sólo depende de una decisión voluntaria de los actores que intervienen y del esfuerzo que estos ponen en su tarea. Sin subestimar la importancia de la voluntad -acción requerida para cualquier actividad-, las condiciones de trabajo, los recursos y la organización del trabajo son aspectos fundamentales que hacen al desarrollo  de la enseñanza y del aprendizaje. Garantizar las condiciones es una responsabilidad ineludible de los Estados.

Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.