En África, los sindicatos de docentes están evolucionando en un contexto particularmente difícil, marcado por violaciones de la democracia y de los derechos, y por una gran pobreza.
Estos factores limitan las posibilidades de que los sindicatos obtengan mejoras visibles para el personal docente y para los sistemas educativos. Como consecuencia, los sindicatos tienen dificultades para atraer más afiliados, lo cual los mantiene en una situación vulnerable. Es un círculo vicioso que debemos romper.
A esta situación cabe añadirle una competencia feroz en un paisaje en que los sindicatos se han multiplicado hasta el punto de haber varias decenas de ellos. Este fenómeno se observa principalmente en los países del África francófona, por motivos históricos y políticos. Esta atomización sindical es fatal y debemos combatirla si queremos que los sindicatos de docentes sean organizaciones realmente representativas, capaces de ser una fuerza que pueda ofrecer propuestas creíbles y respetadas.
Por estos motivos, el comité regional para África adoptó la decisión política en septiembre de 2016 de dar absoluta prioridad a la unidad sindical, continuando y profundizando así en los esfuerzos que se habían venido realizando desde 2012 en varios países (Senegal, Níger, Camerún y Costa de Marfil, principalmente).