Las condiciones de vida en la región son muy duras. Algunos niños caminan ocho kilómetros cada mañana y tarde para asistir a clases.
Otros no son tan afortunados, caminan diez kilómetros para ir a vender carbón en la ciudad de Chipinge. En tiempos de sequía, los habitantes de la región padecen hambre, el pago de los derechos de matrícula no es una de sus prioridades. Por lo tanto, la mayoría de los alumnos no están al corriente en el pago de las cuotas escolares, lo que plantea serios problemas para el presupuesto de funcionamiento de nuestra escuela.
Pese a estas dificultades, desde el inicio del proyecto “Out of Work Into School” hemos observado un cambio de mentalidades. Hemos desarrollado actividades escolares culturales (canto, baile, poesía, teatro) de sensibilización a los peligros que entraña el trabajo infantil. Estas actividades ya existían antes, pero el proyecto “Out of Work Into School” ha
quintuplicado nuestra energía. Cuando un alumno no viene a clase durante más de dos días, nos desplazamos a su casa. Nuestros docentes imparten cursos adicionales a los estudiantes con dificultades, tres madres también han solicitado nuestra ayuda para aprender a leer y escribir. La comunidad valora más la educación, lo que motiva a nuestros docentes