“Siempre hemos visitado los hogares de los alumnos que dejan de asistir a nuestras clases, forma parte de nuestro trabajo."
"Pero el proyecto ha reforzado nuestra confianza. He mejorado mis habilidades de comunicación, he desarrollado mejores argumentos para hablar con los padres que no envían a sus hijos a la escuela. El impulso que ha recibido la educación dentro de la comunidad a través del proyecto ayuda también a la hora de tratar con los padres: se sienten presionados por toda la comunidad.
En marzo de 2016, Steven Ocakacon, un alumno de 13 años, dejó de asistir a mis clases porque sus padres necesitaban que trabajara. Un consejero local fue a ver a sus padres para convencerles de la importancia de que volviera a la escuela; pero [los padres] no cambiaron de opinión. Fui a su casa y, después de hablar con ellos, se comprometieron a enviar a su hijo de nuevo a la escuela. Steven volvió a asistir a clase dos semanas después. Le di las gracias, y los alumnos le dieron la bienvenida, uno tras otro, para reforzar su confianza”.