Pasos a seguir
A pesar de que en todo el mundo es clara la demanda de mejores cualificaciones, el informe muestra que el Reino Unido destina en la actualidad tan solo un 1,7 % del gasto público a la educación superior, frente a un 2,3 % en Francia, un 2,8 % en Alemania, un 3,2 % en Estados Unidos y una media del 3 % en los países de la OCDE.
El Reino Unido no podrá vencer en la carrera de los sueldos más bajos. Tenemos que invertir en los ámbitos en los que destacamos y asegurarnos de que podremos seguir haciéndolo en el futuro.
Si no, se vería en grave riesgo, por ejemplo, la posición del Reino Unido como primer fabricante y promotor europeo de vehículos con bajas emisiones de carbono, un sector que genera 1 500 millones de libras anuales tan solo en investigación y desarrollo.
Dado que aumenta la proporción de puestos de trabajo en los que se exigen cualificaciones superiores, mantener e incluso incrementar el número de graduados que llegan al mundo laboral debería ser cuestión prioritaria en todos los ámbitos, incluidas las artes, las ciencias sociales y las humanidades.
Aunque el Gobierno se niegue a aceptar las numerosas ventajas sociales de una ciudadanía más formada, seguramente podrá reconocer el rendimiento económico de la inversión en estudios de bachiller y universitarios.
En lugar de reducir plazas y hacer que estudiar sea cada vez más caro, los gobiernos deben diseñar una estrategia que saque partido a una educación más completa y perfecta, que ofrezca oportunidades a las generaciones futuras.
Enlaces adicionales:
Informe de UCU sobre los beneficios económicos de la educación superior:
Further Higher? Tertiary education and growth in the UK's new economy(en inglés)
Informe de UCU sobre el aumento de las tasas y la reducción de la oferta:
Recortes de la oferta. Cómo se ha reducido la oferta en la educación superior(en inglés)
Déficit formativo
Así pues, ¿hacia dónde debemos ir?
La respuesta es sencilla: en vez de recortar los fondos para la educación superior, el Reino Unido tiene que invertir.
El informe Further Higher? Tertiary education and growth in the UK's new economy, encargado por UCU y elaborado por el Institute for Public Policy Research(IPPR), defiende la educación pública y lo hace también desde una perspectiva económica.
Demuestra que una persona que cursa estudios de bachiller y universitarios genera en la economía una ganancia neta de 227 000 libras esterlinas. A cambio de una inversión de 5 000 libras, el rendimiento neto que recibe el erario público por un estudiante que termina el bachiller es de 47 000 libras. El título universitario supone para el Tesoro 180 000 libras más por una inversión estatal de tan solo 19 000 libras.
Aunque el IPPR prefiere no considerar la educación solo en fríos términos económicos, este informe deja claro que tenemos que generar más inversión en educación para frenar la sangría de quienes buscan un puesto de trabajo en el extranjero.
Teniendo en cuenta que, en 2020, el 80 % de los puestos de trabajo serán probablemente profesionales o técnicos y se exigirá al menos estudios medios, el Reino Unido tiene que invertir ahora en la próxima generación o correrá el riesgo de perder la carrera del crecimiento económico.
El informe señala, asimismo, que es absurdo reducir la inversión pública en institutos y universidades, especialmente en un momento en el que el desempleo juvenil alcanza cifras sin precedentes.
Los líderes de la industria reconocen la importancia de invertir en los estudiantes del Reino Unido. Jerry Hardcastle, vicepresidente de Nissan para Europa, afirmó lo siguiente: “India está formando a centenares de miles de graduados y nosotros sólo a unos pocos. Esto limitará nuestra capacidad de crecimiento porque, si aquí no hay puestos de trabajo, se irán a India, Brasil y China”.
Más coste, menos libertad de elección
Al mismo tiempo que aumentan las tasas, se reduce drásticamente el presupuesto universitario y pierden todo financiamiento estatal disciplinas enteras, como arte y humanidades.
Partidarios de las reformas creen que dejar que el dinero “siga” al estudiante le dotará de una mayor capacidad de elección, habilitándolo como ‘consumidor’ del sistema educativo superior. Pero la realidad es muy distinta.
Una investigación llevada a cabo por el sindicato de educación superior University and College Union (UCU) demuestra que, aunque los estudiantes pagarán más con el nuevo sistema de financiación, sus opciones se reducirán considerablemente.
El número de cursos universitarios completos que se ofrecen en las universidades del Reino Unido se ha reducido más de una cuarta parte (27 %) desde 2006: ha pasado de 70. 052 en 2006 a 51.116 cursos en 2012, pese al aumento de la cifra de estudiantes.
Dentro del Reino Unido, Inglaterra es la zona más afectada: sus tasas han subido hasta las 9 000 libras esterlinas anuales, lo cual ha supuesto la desaparición de casi uno de cada tres cursos universitarios (un 31 %).
En el caso contrario está Escocia, que tiene las tasas más bajas del Reino Unido, donde el porcentaje es de tan solo el 3 %.
Aunque obligar a las universidades a competir por los alumnos puede responder al ideal de mercado libre del Gobierno, probablemente conseguirá que las instituciones sean más reacias a correr riesgos, y más cautelosas a la hora de ofrecer cursos si creen que no serán rentables.
Esto es malo para los estudiantes y malo para el país.
Estrechez de miras
Una de las razones por las que nuestra educación superior goza de buena fama internacional es la gran variedad de su oferta educativa. No podemos permitirnos que esta oferta se reduzca más. La reputación académica del Reino Unido se basa en la libertad docente para ir más allá de los límites marcados y crear nuevas áreas de estudio.
¿Cuántos posibles ganadores de un premio Nobel dejaremos de conocer porque las opciones que tuvieron las generaciones anteriores han desaparecido sin más ni más?
En palabras de Richard Roberts, ganador de uno de ellos: “Como responsable científico de una pequeña empresa de biotecnología, estoy buscando a alguien que tenga una amplia capacidad para resolver problemas, capaz de desarrollar un pensamiento crítico y que tenga entusiasmo por seguir aprendiendo. Son aptitudes que se desarrollan teniendo contacto con muchas asignaturas distintas durante la educación universitaria, no centrándose en una única área”.
Reformas deficitarias
Además de poner en peligro la oferta de materias, las reformas del Gobierno para la educación superior han resultado económicamente deficientes desde un principio.
Al principio, los ministros dijeron que las universidades cobrarían 9 000 libras esterlinas solo en circunstancias excepcionales.
Sin embargo, las cifras que publicó en el mes de julio la Office for Fair Access indican que las tasas que ronden las 9 000 libras serán lo normal.
Incrementar las tasas académicas es enormemente negativo para los estudiantes, por más vueltas que quiera darle el Gobierno. La decisión de qué estudios universitarios cursar y dónde hacerlo debería basarse en la capacidad académica del estudiante, no en cuánto cuesta un curso.
Incrementar las tasas académicas no tiene justificación económica. Datos publicados en el pasado mes de mayo apuntan que el coste para las arcas públicas de unos préstamos más altos a los estudiantes podría aumentar hasta 100 000 millones de libras esterlinas a lo largo de los próximos 20 años. Esto supera en mucho el dinero ahorrado con el recorte presupuestario en la enseñanza universitaria.
Una vez más, parece que los planes del Gobierno para financiar las universidades se basen más en una motivación ideológica que en atajar la deuda nacional.