Futuro incierto
El Gobierno indonesio quiere que se certifique únicamente a los docentes a los que se les haya permitido enseñar en escuelas antes de 2015. Teniendo en cuenta que cuando la ley fue promulgada casi dos tercios de todos los docentes carecían de las cualificaciones adecuadas para ser certificados, Indonesia tiene un largo camino por recorrer para alcanzar sus estándares de calidad.
Una de las afiliadas nacionales de la IE, la Asociación de Docentes de la República de Indonesia (PGRI), dijo que: “El Gobierno es consciente de lo que está haciendo. Cuantos más docentes califique y certifique, más tendrá que pagar. Por eso está ralentizando expresamente el proceso.”
La PGRI ha presionado activamente al Gobierno para que aumente la remuneración de los docentes contractuales y ascienda su estatus: “Los docentes contractuales no son miembros de la PGRI, pero nosotros luchamos por su derecho a acceder a salarios más altos. La PGRI propuso una ley de remuneración mínima para todos los docentes.
Muchos docentes contractuales llevan ya 10-15 años dando clase y continúan sin tener un futuro profesional seguro.” La ambiciosa transformación del sistema educativo indonesio probablemente no alcance su objetivo de 2015 conforme al cual todos los docentes dispondrían de mejores competencias profesionales y habrían de estar certificados.
Esto se debe a un proceso y unas estructuras de implementación inadecuados, que no permiten proporcionar apoyo a los docentes en su intento por conseguir las cualificaciones mínimas, en particular en las zonas rurales a las que es difícil llegar y donde suelen tener peores cualificaciones.
Las instalaciones de formación disponibles en estos momentos no tienen la capacidad para que todos los docentes obtengan unas cualificaciones superiores dentro del plazo de tiempo establecido, y la calidad de las instituciones de formación de docentes en Indonesia al parecer deja mucho que desear.
Por último, los docentes contractuales que fueron contratados a nivel de las escuelas a lo largo de la pasada década están siendo excluidos de la participación en el proceso de mejora de las competencias, cuando podría decirse que, irónicamente, son ellos los que más necesitan esta formación.
Concretamente, el Gobierno se ha esforzado para que los estudiantes indonesios obtengan mejores resultados en las pruebas de evaluación internacional, a fin de ponerse a la altura de sus vecinos y competidores económicos, como son Malasia y China.
Dado que se está responsabilizando cada vez más a los docentes del bajo rendimiento de los estudiantes, el Gobierno se ha centrado en modernizar su mano de obra docente, encontrándose con una serie de retos.
Los y las docentes de calidad son esenciales para un sistema educativo satisfactorio pero, por desgracia, en el proceso de reforma se está dejando atrás a los y las docentes contractuales.
Las reformas educativas que se están implementando en estos momentos son inadecuadas en términos de las instalaciones necesarias para la formación de docentes, así como de la escasa consideración de las necesidades de los mismos.
Además, es preciso que otros factores que contribuyen a la educación de calidad, como por ejemplo una financiación suficiente para las instalaciones o infraestructuras escolares, reciban la atención que se merecen en el contexto de las reformas.
Con una mano de obra de aproximadamente 3,6 millones de docentes y cerca de 50 millones de estudiantes en 250.000 escuelas, Indonesia encabeza uno de los sistemas educativos más grandes y variados del mundo.
Esto ha dado lugar a una serie de retos: si bien la matriculación escolar en primaria y secundaria ha aumentado considerablemente a escala nacional, sigue habiendo grandes disparidades regionales, no sólo entre provincias sino también entre distritos dentro de las provincias.
Los niños y niñas procedentes de familias con bajos ingresos en las zonas rurales, remotas y, por tanto, más pobres del país, tienen más probabilidades de abandonar la escuela en Secundaria, antes de haber terminado la educación básica, que los niños y niñas procedentes de los distritos más ricos.
Según el Banco Mundial, las tasas netas de matriculación en la enseñanza primaria en Indonesia se sitúan por debajo del 60% en los distritos más pobres. Si bien las tasas netas de matriculación han experimentado un incremento constante a nivel de secundaria inferior y secundaria superior, continúan siendo muy bajas en comparación con las de otros países de la región.
Distribución desigual de la mano de obra docente
La mayoría de los docentes indonesios carecen de las cualificaciones mínimas exigidas por el Ministerio de Educación Nacional, y se estima que en el país se emplean a alrededor de 600.000 docentes contractuales, en su mayoría en las escuelas más remotas, posiblemente en las provincias y distritos que más necesidad tienen de una mayor inversión educativa.
Muchos de estos docentes contractuales ganan aproximadamente la décima parte del salario de un docente regular (en ocasiones, apenas 5 euros al mes). El promedio de las proporciones alumno-profesor es relativamente bajo en Indonesia, pero la distribución de los docentes de calidad es sumamente desigual, lo que da lugar a un elevado número de escuelas multigrado en las zonas más remotas.
Los intentos por abordar la falta de docentes de calidad a través de la contratación de docentes contractuales ha generado un exceso de los denominados “docentes”, muchos de los cuales no están bien cualificados o se ven forzados a compartir entre varios de ellos un contrato a tiempo completo.
Los docentes contractuales se quedan atrás
Muchos docentes contractuales están siendo excluidos de los procesos de certificación de profesores. El objetivo de estos procesos es aportar incentivos a los docentes para que amplíen sus cualificaciones y competencias.
En virtud de la Ley de Maestros No.14 de 2005, para poder convertirse en profesores certificados, los docentes deben estar como mínimo en posesión de un título de educación superior de cuatro años, y pasar un examen de certificación.
Una vez certificados, los docentes reciben asignaciones profesionales equivalentes a sus salarios de base, así como prestaciones adicionales por trabajar en zonas remotas, lo cual puede llegar a duplicar o triplicar su remuneración.
Sin embargo, para poder acceder al proceso de certificación es preciso tener un contrato de trabajo actual de 24 horas semanales por docente, condición que excluye automáticamente a los docentes contractuales que trabajen menos de 24 horas a la semana.
Muchos de estos docentes contractuales son empleados directamente por las escuelas sumándose a la asignación de cuotas para los docentes interinos, que normalmente sólo cubren a los maestros jubilados. Los docentes contractuales ocupan un puesto con la esperanza de que un día les hagan funcionarios, pero muchos pasan diez años o más trabajando con contratos a tiempo parcial.
Además, hay pocas disposiciones institucionales para apoyar a los docentes contratados por escuelas. Un representante del Banco Mundial comentaba que: “Para obtener el certificado, los docentes tienen que estar cualificados...porque el país es muy grande, y los docentes están muy dispersos – los docentes que dan clase en zonas remotas, tienen muchas menos posibilidades de desarrollar sus competencias y de obtener también el certificado”(Yakarta, octubre de 2010).
A los docentes contractuales que tienen como mucho un diploma de secundaria, llegar a alcanzar los requisitos de cualificación mínimos y participar en el proceso de certificación es simplemente imposible.
Esto se debe a varios factores: un acceso limitado a las instalaciones de formación; no poder permitirse los costos de los programas de desarrollo de competencias que se están facilitando con mayor frecuencia en universidades privadas; el hecho de compartir un contrato a tiempo completo mencionado anteriormente, o bien de trabajar en escuelas multigrado con poco personal y no poder abandonar el aula para participar en los programas de desarrollo profesional.
Mala implementación de la legislación de docentes
No es ninguna sorpresa que en los últimos años, como consecuencia de las tendencias mundiales de las políticas educativas, el Gobierno indonesio empezara a atribuir el bajo rendimiento de los estudiantes de Indonesia a la capacidad de sus docentes de proporcionar “una educación en condiciones”.
Reformas ambiciosas como la Ley de Maestros No. 14 de 2005 y el proyecto ”Better Education through Reformed Management and Universal Upgrading” (BERMUTU), que contó con el apoyo del Banco Mundial, han sido implementadas por todo el país con el objetivo general de mejorar “la calidad y el rendimiento” de los profesores indonesios.
Sin embargo estas reformas no han contribuido necesariamente a la mejora de la calidad de la educación, y ello se debe a la mala implementación de las reformas, así como a la falta de atención que se presta a otros factores que contribuyen a la educación de calidad.
Para muchos docentes indonesios los incrementos salariales son un incentivo importante para embarcarse en el proceso de certificación, aunque muchos deberán primero obtener las cualificaciones mínimas – y ahí es donde se presentan los mayores retos.
Cuando la ley se implementó, el Gobierno estimaba que sólo el 16% de los docentes de primaria practicantes reunían los requisitos necesarios para la certificación; más del 25% de todos los docentes estaban empleados con un diploma de secundaria o inferior, y muchos no cumplían siquiera el requisito mínimo de un diploma de dos años antes de que se promulgara la ley.
Con la implementación de la Ley de Maestros No. 14, la magnitud del problema de los docentes no cualificados se hizo mucho mayor, y se estimó que cerca de un millón de docentes necesitaban obtener por lo menos un diploma de cuatro años.
En 2010, cinco años después de que se promulgara la ley, el número de instituciones y universidades de formación de docentes en Indonesia capaces de certificar a docentes era limitado, y en su mayoría tenían una capacidad limitada para proporcionar la formación necesaria requerida por la Ley de Maestros No. 14.
La Dirección General para la Mejora de la Calidad de los Docentes y el Personal de Educación, y el Banco Mundial han abordado la cuestión de la mala calidad de las instituciones de formación de docentes de Indonesia y la falta de supervisión de sus programas. El Rector de la Universidad Estatal de Yakarta comentó: “Muchas de las instituciones encargadas de las cualificaciones de los docentes son de mala calidad.
Para acelerar el proceso de desarrollo de competencias y certificación de los docentes, el Gobierno ha intentado incrementar el número de universidades que certifican a los docentes, pero aún así es poco probable que se alcance el objetivo de 2015. Con el número de instituciones disponibles a presente, es probable que no se consiga antes de 2029.”
Además, el extenso archipiélago de Indonesia hace que muchos docentes que trabajan en pequeñas escuelas de las zonas rurales más remotas estén fuera del alcance de las instituciones de formación de docentes.
La enseñanza a distancia a través de la Universidad Abierta (Universitas Terbuka) ha proporcionado una vía alternativa para que los docentes de las zonas remotas puedan satisfacer los requisitos de cualificaciones y certificación estipulados por la Ley de Maestros No. 14. No obstante, estos programas también requieren modificaciones importantes en sus cursos de formación de docentes.
Por último, el proceso de certificación después de la cualificación se basa en gran medida en un proceso de revisión de currículum que ha sido sumamente criticado por ser insuficiente y propenso a la manipulación. Por eso se plantea la cuestión de su eficiencia a la hora de mejorar las competencias de los docentes, y por otra parte presenta un riesgo significativo de que la calidad se vea comprometida en vez de mejorada.
“El proceso de certificación sería mucho mejor si las revisiones de los currículum de los docentes (que a menudo incluyen falsificaciones patentes) se sustituyeran por un mayor enfoque en el proceso de formación”, añadió el Rector de la Universidad Estatal de Yakarta.