El conflicto político que vive el país ha retrasado el inicio del nuevo curso escolar: los alumnos no van a clase y los sindicatos no pueden exigir que se mejore la situación de los enseñantes y una educación de calidad para todos los niños.
Aunque en la República Democrática del Congo (RDC) el curso escolar debería haber empezado el 5 de septiembre, una parte de la oposición política, encabezada por “Rassemblement des forces politiques et sociales acquises au changement", o sencillamente "Rassemblement", llamó a profesores y alumnos a una jornada de huelga el primer día de curso para presionar a las partes que intervienen en las inacabables negociaciones políticas para que aceptasen sus condiciones previas para un diálogo inclusivo.
El diálogo político está contemplado en la Constitución del país, que exige un plazo de doce meses para fijar la fecha de las elecciones a la Presidencia y que el electorado sea convocado al menos tres meses antes de las elecciones. En esta ocasión, la fecha era el 19 de septiembre, pero la facción de la oposición que ha llamado a la huelga se ha visto excluida del diálogo y quiere que también su voz se oiga.
“El inicio del curso escolar, previsto para el 5 de septiembre, ya tuvo algunos problemas, sobre todo por el elevado precio de las matrículas, que impidió a muchos padres mandar a sus hijos al colegio”, dice Augustin Tumba Nzuji, Secretario General de la Fédération Nationale des Enseignants et Educateurs sociaux du Congo (FENECO-UNTC), afiliada a la International de la Educación (IE). “Aunque la mayoría respaldaba la huelga, debido a la escasa asistencia las clases estaban casi todas vacías”.
“La llamada a la huelga hizo que los profesores se quedaran en casa, y los padres no llevaron a sus hijos al colegio por no exponerlos al peligro de que estallase la violencia, a pesar de las garantías del Ministro de Educación y de las autoridades”, dice Nzuji.
En la capital, Kinshasa, solo unos pocos colegios con unos pocos profesores recibieron a los alumnos que vivían más cerca, y solo en los barrios del centro.
A pesar de que las clases se reanudaron con poco éxito el 12 de septiembre, siete días más tarde volvió la violencia: hubo al menos 30 muertos, muchos de ellos niños que iban camino del colegio, según las autoridades.
Los sindicatos no tuvieron tiempo de reaccionar a la llamada a la huelga, afirma FENECO-UNTC, que cree que se trata de una situación anómala porque la educación tiene que estar alejada de la política, sobre todo teniendo en cuenta que es un sector muy frágil.
La violencia ha eclipsado muchos de los graves problemas a que se enfrenta la educación en el país. Con un profesorado mal pagado –el salario medio es de 90 dólares– o que sencillamente no recibe ningún pago, la promesa incumplida de una educación primaria gratuita, unas tasas escolares cada vez más altas y los precios exorbitados del material escolar, el sector de la educación sufre una inseguridad cada vez mayor.
Según el sindicato, aunque el sistema escolar sigue soportando la carga de la crisis política, es imprescindible encontrar la forma de demostrar que quiere que todos los niños reciban la mejor educación posible y que le es imposible mejorar la situación de los enseñantes. Sin embargo, si se convocan más huelgas será muy difícil que los niños terminen el curso escolar.