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En la antesala del 10.o Congreso Mundial de la Internacional de la Educación, invitamos a las personas que integran el Consejo Ejecutivo a compartir sus reflexiones sobre el tema del encuentro: "Potenciar nuestros sindicatos, elevar nuestras profesiones, defender la democracia".

El Grupo de Alto Nivel de las Naciones Unidas sobre la Profesión Docente ha supuesto un hito, tanto para la profesión docente en su conjunto como para la Internacional de la Educación, que defendió e hizo valer su derecho a formar parte del Grupo y a llevar la voz de los sindicatos educativos de todo el mundo a la mesa de debate.

El informe sobre las recomendaciones y las deliberaciones del Grupo es muy elocuente. Reconoce la existencia de una crisis en la enseñanza que no deja de agudizarse y que se caracteriza por la falta de docentes en todo el mundo, un déficit provocado por múltiples factores, como las renuncias del profesorado, el abuso de los contratos temporales y la contratación de docentes sin cualificación, la ausencia de desarrollo profesional, las malas condiciones de trabajo y los salarios bajos.

El informe incide en la necesidad de transformar la profesión docente para abordar estos retos. Exhorta a las sociedades a invertir en la educación como un servicio público fundamental, a valorar al profesorado y a crear las condiciones para que la enseñanza y el aprendizaje cuenten con el apoyo de la comunidad, las familias y el alumnado.

Esta visión de un mundo mejor para el personal educativo se refuerza mediante 59 recomendaciones detalladas y valientes destinadas a los Gobiernos, que deberían servir como modelo para las campañas de las organizaciones afiliadas a la IE.

El Grupo señala que los salarios del profesorado deberían estar al mismo nivel que los de otras profesiones que requieren una cualificación académica similar. El personal docente debería disfrutar de condiciones laborales óptimas, lo que incluye contratos estables; lugares de trabajo seguros y saludables; unas ratios de estudiantes manejables; alojamiento seguro, asequible y adecuado y un sistema de pensiones y protección social apropiado.

El profesorado debería tener una carga de trabajo asumible y un horario laboral que permita el descanso y la conciliación entre la vida profesional y la personal.

El personal educativo debería tener acceso a una formación docente inicial de calidad y quienes acaben de incorporarse a la profesión deberían contar con la orientación y el asesoramiento adecuados. Los planes de desarrollo profesional permanente deben diseñarse y establecerse en colaboración con el profesorado.

Y así podríamos seguir desgranando las 59 recomendaciones que, de llevarse a la práctica, sin duda transformarían la realidad del profesorado, el alumnado y los sistemas educativos.

¿Eso significa que el trabajo ya está hecho? Me temo que no.

Aunque el informe y las recomendaciones del Grupo de Alto Nivel constituyen un formidable paso adelante, no son suficiente. Los Gobiernos tienen tendencia a aceptar los informes, proclamar su acuerdo con las recomendaciones y, a continuación, ignorarlas.

Para que las recomendaciones del Grupo de las Naciones Unidas surtan efecto en los sistemas educativos de todo el mundo, los sindicatos de la educación tienen que unirse a la lucha para hacerlas realidad.

Eso implica que los sindicatos afiliados a la Internacional de la Educación han de demostrar una extraordinaria capacidad organizativa.

Las organizaciones afiliadas deben trabajar para acercarse a sus bases, entender su realidad laboral y mostrarles que hay esperanza. Deben convencer a sus afiliados y afiliadas, presentes y futuros, de que el sindicato es una fuerza que trabaja por el bien común y tiene el potencial para mejorar su vida.

Las organizaciones afiliadas a la Internacional de la Educación han de ampliar sus bases. La capacidad de influencia y la legitimidad de los sindicatos residen en su tasa de afiliación sindical. ¿Qué porcentaje de docentes pertenece al sindicato? ¿A cuántas personas representa el sindicato? ¿Qué planes de crecimiento hay y cómo se llevarán a la práctica?

Aumentar la base sindical también pasa por diseñar estrategias de organización más inclusivas. ¿Nuestros sindicatos son un reflejo de las y los profesionales que trabajan en nuestras escuelas, incluidos el personal de apoyo educativo y, en general, quienes se enfrentan a las condiciones más precarias? ¿Organizamos y ofrecemos plataformas a los grupos marginados como las minorías y la comunidad LGBTI+?

Las organizaciones afiliadas a la Internacional de la Educación deben ocuparse de traducir las preocupaciones inmediatas de sus bases en planes de cambio concretos y viables. Y eso implica crear sindicato desde abajo. Apoyar el activismo en el entorno laboral y a escala regional. Las personas representantes son el alma del sindicato. Son mucho más importantes que la Presidencia o la Secretaría General, mucho más vitales que el Comité Ejecutivo o que sus cargos directivos.

Porque sin una representación sindical activa, bien formada e informada, se abre una brecha demasiado grande entre las campañas del sindicato y la consecución de objetivos tangibles.

Las afiliadas a la Internacional de la Educación han de adoptar nuevas formas de organización y comunicación. El Sindicato Nacional de Educación del Reino Unido (NEU) ha cambiado radicalmente su estrategia comunicativa con las bases. En 2021, durante la pandemia de COVID-19, el NEU organizó una reunión por Zoom para más de 400 000 personas, entre miembros y simpatizantes. Se hace un esfuerzo enorme para mantener el contacto con integrantes, representantes y activistas a través de las redes sociales y de otros medios más tradicionales (textos y correos electrónicos).

Construir nuestros sindicatos desde la base, desde las y los representantes que están en las escuelas, es el camino para avanzar. Siempre lo ha sido.

Las recomendaciones del Grupo de Alto Nivel sobre la Profesión Docente brindan una excelente base sobre la que los sindicatos pueden seguir construyendo. Aportan un marco para la organización y el crecimiento sindical. Y es esencial que todas las organizaciones afiliadas a la IE se organicen y amplíen sus bases si quieren alcanzar mejores resultados para las personas que las integran y para el alumnado al que estas enseñan.

Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.