Se cuenta que, una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, el entonces emperador Hirohito de Japón llamó a uno de sus soldados y le preguntó: “¿Cuántos docentes sobrevivieron?” Esta pregunta es un reconocimiento por parte del emperador del papel crucial que desempeña el profesorado en la construcción o en la reconstrucción de una nación. Sin profesores ni profesoras jamás se podrá construir o reconstruir una nación. Quizás esta sea la razón por la que se dice que la docencia es la más noble de las profesiones.
En Filipinas, el profesorado puede trabajar en establecimientos públicos o en establecimientos privados. A pesar de que Filipinas reconoce la educación como un derecho de su ciudadanía, apenas puede satisfacer todas las necesidades de la educación básica y carece de la capacidad financiera para proporcionar educación superior gratuita para todos y todas, motivo por el cual los establecimientos privados forman parte del sistema educativo. Por consiguiente, los establecimientos educativos pueden ser públicos, privados o asociaciones público-privadas.
El funcionamiento de los establecimientos de educación privados en Filipinas depende de las cuotas escolares (matrícula, costos varios y otras tasas). Sin estas cuotas escolares, los establecimientos privados no pueden sobrevivir. Los salarios y las prestaciones del profesorado y del personal escolar de los establecimientos privados dependen igualmente de las cuotas escolares. Por esta razón, los aumentos salariales y las prestaciones del profesorado y del personal escolar de los establecimientos privados dependen de los ingresos suplementarios que conlleva el aumento de las cuotas escolares de conformidad con la Ley de la República núm. 6728, también conocida como “Ley de provisión de asistencia al alumnado y al profesorado de la enseñanza privada y de asignación de fondos para tal efecto”.
Además, el profesorado de los establecimientos privados puede ser titular/regular o contractual/en periodo de prueba. En términos salariales, el titular/regular recibe su salario y otras prestaciones con regularidad, mientras que el contractual/en periodo de prueba se encuentra bajo el régimen “sin trabajo, no hay paga”.
Con la crisis mundial provocada por la COVID-19, el Gobierno filipino, al igual que otros Gobiernos del mundo, ordenó la suspensión de las clases en los establecimientos de todos los niveles, ya fueran públicos o privados, desde el 16 de marzo de 2020, cierre que continúa hasta la fecha por razones de salud y seguridad. Con esta suspensión de clases, los establecimientos privados de todo el país instituyeron medidas para sobrevivir, ya que no cuentan con las cuotas escolares que suelen percibir. Redujeron los costos operativos. Lamentablemente, pese a las medidas implementadas, numerosos establecimientos privados siguen considerando el cierre definitivo, ya que no tienen posibilidad de seguir sobreviviendo.
Entre tanto, dada la situación en los establecimientos privados, se calcula que un total de 409 757 miembros del personal docente y del personal escolar de establecimientos privados se han visto sumamente afectados.
Al principio, los más afectados fueron el profesorado contractual/en periodo de prueba y el personal escolar. Dado que se encuentran bajo el régimen “sin trabajo, no hay paga”, dejaron de percibir toda retribución desde el 16 de marzo de 2020. Algunos más afortunados siguieron recibiendo su sueldo hasta el 15 de abril de 2020 gracias a la generosidad de los propietarios de su establecimiento, pero no más allá de esa fecha. Más afortunados han sido el personal docente contractual/en periodo de prueba y el personal escolar que trabajan en establecimientos donde existe un sindicato. Después del 15 de abril de 2020, recibieron ayudas económicas o en especie gracias a las negociaciones entre la dirección escolar y el sindicato. En un establecimiento privado, cuyo sindicato está afiliado al NATOW, el personal docente contractual/en periodo de prueba y otro personal escolar recibieron el 14º mes de salario prorrateado el pasado 30 de abril de 2020, la monetización de las vacaciones no disfrutadas con arreglo al convenio colectivo el pasado 15 de mayo de 2020, productos de base como arroz, conservas y otros el pasado 30 de mayo de 2020, y una ayuda económica de 5.000 pesos (87 euros) el pasado 15 de junio de 2020.
A medida que la suspensión de las clases continúa, el personal docente regular/ titular y el personal escolar de los establecimientos privados también están empezando a sentir el impacto a diferentes niveles, en función de la dirección de su establecimiento. Parte de ellos han empezado a ver reducidas sus prestaciones. Otros han empezado a recibir solo una parte de sus salarios y sus prestaciones. Y, en este momento, hay quienes han dejado de recibir totalmente sus salarios y sus prestaciones, y la cifra aumentará a medida que pasen los días, las semanas y los meses. Estos hechos muestran que, para garantizar unas condiciones de trabajo decentes para el profesorado, así como para garantizar el derecho a la educación en tiempos de crisis, es esencial incrementar la asignación de fondos a la educación (por ejemplo, mediante una fiscalidad progresiva, ayudas y el aumento de los recursos nacionales asignados a la educación) con el fin de desarrollar un sistema público sólido y sostenible.
Ante esta realidad, la pregunta es: ¿CUÁNTOS Y CUÁNTAS DOCENTES SOBREVIVIRÁN? ¿Pueden los actuales jefes de Estado y de Gobierno hacer esta pregunta del mismo modo en que la hizo el entonces emperador de Japón? ¿O se trata de una pregunta en el desierto?
Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.