El 8.º Congreso Mundial de la Internacional de la Educación (IE), celebrado en Bangkok, Tailandia, del 21 al 26 de julio de 2019:
1. El cambio climático es una realidad imposible de cuestionar que ya está ejerciendo un enorme impacto no sólo en nuestro entorno, sino también en nuestras vidas. Entre sus graves consecuencias se cuentan el incremento de los fenómenos meteorológicos extremos y los consiguientes desastres naturales que acarrean, que han aumentado en más de un 400% desde 1970; la pérdida de fertilidad del suelo y la disminución de la producción de alimentos básicos, que va a dificultar enormemente que en un futuro próximo podamos disponer de alimentos para todas las personas; o la mayor contaminación ambiental del aire, que en la actualidad causa 4,2 millones de muertes prematuras en todo el mundo.
2. Según la comunidad científica, las perspectivas no son muy halagüeñas y, si no reducimos nuestras emisiones, a mediados de siglo el incremento de la temperatura a nivel global será de 1,5ºC, el objetivo fijado para el año 2100. Esto puede tener consecuencias tan dramáticas como llevar a la pobreza a 122 millones de personas para el año 2030, u obligar a desplazarse a 200 millones de personas para el año 2050. Si no se hace nada, entre ahora y el año 2100, el calentamiento global podría alcanzar los 5 ºC, lo cual llevaría a la desaparición de millones de especies y casi el 75 % de la población mundial
3. Este fenómeno afecta también a la educación, una de las primeras actividades que se abandonan cuando se produce un desastre, y tiene también graves repercusiones desde el punto de vista de género, ya que afecta de manera desproporcionada a las niñas y mujeres en crisis y emergencias. Las poblaciones más vulnerables, como los pueblos indígenas, también son las más directamente afectadas por estos impactos. Coincidimos con Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas a la hora de reivindicar el papel esencial que debe desempeñar la educación en el necesario cambio individual y colectivo de nuestros comportamientos y patrones de consumo a fin de salvar nuestro planeta. Una educación equitativa, inclusiva y de calidad puede contribuir a que: Las personas sean capaces de comprender los problemas medioambientales y darles repuesta, así como de adaptarse a sus efectos negativos y reducir su vulnerabilidad.4. Se trata de una emergencia climática y los representantes políticos no parecen haberse tomado en serio la crisis más urgente a la que nos enfrentamos, la del clima.
5. Desde los sindicatos afiliados a la Internacional de la Educación defendemos fundamentalmente el enorme poder de la educación para salvar el planeta de la degradación, tanto social como medioambiental. Por un lado, y desde el punto de vista de la adaptación, la educación ayuda a las personas a comprender los problemas medioambientales, darles repuesta y reducir su vulnerabilidad frente a sus efectos. Los datos indican que, si el progreso educativo se estanca, el número de víctimas de desastres naturales podría incrementarse en un 20% en la próxima década. Sin embargo, universalizar la educación secundaria para 2030 prevendría 200.000 muertes provocadas por desastres naturales en los próximos veinte años. Por otro lado, la educación es la mejor herramienta para formar a una ciudadanía consciente de las causas y consecuencias del cambio climático y otros problemas medioambientales, y permite dotarla de los conocimientos, competencias y actitudes necesarias para buscar soluciones, cambiar sus patrones de consumo y transformar la sociedad, contribuyendo así a modificar el modelo económico insostenible que nos ha llevado a la espiral de destrucción social y medioambiental en la que estamos inmersos.
6. Llamamos la atención sobre la necesidad de transformar nuestros sistemas educativos para que fomenten estilos de vida más sostenibles. El cambio climático constituye un reto global que no sólo tiene graves consecuencias medioambientales, sino un elevadísimo coste humano y la educación constituye uno de los mejores vehículos para hacerle frente.
7. Así pues, creemos que defender el derecho a la educación, significa también contribuir a garantizar el derecho de todos y todas a vivir en un mundo más sostenible y más justo dentro de los límites planetarios.
8. Además este compromiso se manifiesta también en la Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), ya que prácticamente todos ellos están directamente (ODS11, ODS12, ODS13, ODS14, ODS15) o indirectamente relacionados con la sostenibilidad medioambiental y social, entre ellos el ODS4 sobre educación.
9. La educación tiene un papel clave en este necesario cambio individual y colectivo de nuestra mentalidad, comportamiento y estilos de vida. La educación puede contribuir a que las personas sean capaces de comprender los problemas medioambientales, así como de darles repuesta y adaptarse y reducir su vulnerabilidad frente a sus efectos.
10. Por todo ello, os invitamos a hacerlo juntas y juntos. “Defendemos la educación, sostenemos el mundo”.
El Congreso insta al Consejo Ejecutivo a animar a las afiliadas a:
(i) Defender la educación, sostener el mundo;
(ii) Transmitir toda su solidaridad a los estudiantes en huelga o que protestan contra el cambio climático;
(iii) Oponerse a cualquier represalia contra los estudiantes que actúan para luchar contra el cambio climático, tales como las detenciones y las exclusiones. Los derechos de huelga y de protesta son derechos democráticos fundamentales tanto para los estudiantes como para los trabajadores y trabajadoras. Pedir a las escuelas que no adopten medidas contra los estudiantes. Nos comprometemos a apoyar las campañas de defensa de los estudiantes si es necesario; y
(iv) Comprometerse a apoyar las acciones futuras de los estudiantes y proponer a los representantes de los estudiantes los servicios de portavoces y representantes sindicales, así como apoyo organizativo.