La Internacional de la Educación es la voz y la fuerza de la educación, y forma parte del movimiento sindical internacional. La Internacional de la Educación representa a más de 33 millones de docentes y personal de apoyo a la educación a través de más de 375 sindicatos de la educación.
Mientras los equipos de negociación y de activistas de todo el mundo siguen reunidos en Bakú, Azerbaiyán, con motivo de la conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, COP29, la intensificación del cambio climático exige una acción mundial urgente. Abordar el cambio climático y adaptarse a él es una prioridad para los sindicatos de la educación, tal y como demuestra la adopción de dos resoluciones sobre este tema en el pasado Congreso Mundial de la Internacional de la Educación (ver aquí y aquí).
A pesar de ser los menos responsables del cambio climático, los países en desarrollo, las naciones insulares, las comunidades marginadas y las personas jóvenes son las más vulnerables a la devastación de los efectos del clima. De hecho, las vidas del alumnado y del profesorado ya están sufriendo las consecuencias negativas en diversos contextos. Es más, las condiciones meteorológicas extremas están provocando interrupciones generalizadas en las escuelas y deteriorando las condiciones de enseñanza y aprendizaje, poniendo en peligro tanto el derecho a la educación como los derechos laborales del profesorado.
Los gobiernos deben implementar intervenciones significativas en materia de cambio climático para mantener el aumento de la temperatura mundial por debajo de 1,5 grados centígrados y proporcionar una financiación significativa y sustancial que apoye a los países y las comunidades. Es decir, la protección social debe estar disponible para ayudar a las personas trabajadoras afectadas por los impactos climáticos.
En consonancia con las demandas del movimiento sindical en general, la Internacional de la Educación pide que la COP29 dé prioridad a la plena aplicación del programa de trabajo sobre la transición justa. Eso es, que incluya la transición justa como nuevo objetivo mundial cuantificado sobre la financiación de la lucha contra el cambio climático, y que garantice los derechos humanos y la participación inclusiva en este proyecto mediante el diálogo social con los sindicatos, interlocutores clave en la determinación de las políticas climáticas.
Además, la Internacional de la Educación hace un llamamiento a las personas responsables del ámbito político de la COP para que tengan en cuenta la educación en sus estrategias climáticas. Esto significa garantizar que los sistemas educativos sean resistentes al clima y permitan la continuidad educativa frente a los impactos climáticos, pero también que la educación sea reconocida como una poderosa herramienta catalizadora de la acción climática. Como se señala en el Manifiesto de la Internacional de la Educación sobre la educación de calidad para todos y todas en materia de cambio climático, es necesario que los sistemas educativos introduzcan programas educativos de alta calidad y bien financiados, así como equipos, instalaciones y aprendizaje profesional relacionados con la educación climática. Asimismo, todos los países deberían respaldar la agenda común para la educación y cambio climático, y comprometerse a adoptar medidas concretas de adaptación, mitigación e inversión en materia climática para garantizar unos sistemas educativos resilientes y ecológicos.
De cara a la COP30, instamos a todos los países a preparar contribuciones determinadas a nivel nacional (CDN) que incluyan compromisos climáticos más ambiciosos, por ejemplo, para poner fin al uso de combustibles fósiles o para desarrollar políticas de transición justa comprometidas con la educación verde. El análisis realizado por la Internacional de la Educación de las CDN actuales de los países encontró que en las políticas climáticas de los países participantes apenas existía ningún compromiso que promoviera una educación climática de calidad. Así las cosas, es clave que los países se pongan a trabajar con los sindicatos de la educación y que desarrollen CDN revisadas con planes que se ajusten a la hoja de ruta para una educación de calidad sobre el cambio climático esbozada en el manifiesto de la Internacional de la Educación.