Están pasando tantas cosas en el mundo que es fácil perderse los mensajes importantes. El pasado febrero se publicó un informe urgente y de gran impacto que no tuvo demasiada repercusión. Mientras las crisis internacionales inmediatas acaparan nuestra atención, este artículo le cede el protagonismo a un tema fundamental que suele pasar desapercibido. Hablamos de una estrategia a largo plazo para transformar nuestro futuro, evitar conflictos, mitigar los desastres naturales y avanzar hacia la paz, la democracia y la prosperidad común.
Hablamos de docentes.
No podía ser más vital para el futuro de la humanidad y del planeta.
En julio de 2023 se anunció la creación, a instancias del secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, del Grupo de Alto Nivel sobre la Profesión Docente, que contaría con la presidencia conjunta de dos exjefas de Estado y con el patrocinio de la ONU, la Organización Internacional del Trabajo y la UNESCO. Si aquella noticia despertó el interés de la prensa, la reciente publicación del informe apenas ha tenido eco. Cabría preguntarse por qué.
El documento hace un llamamiento urgente a actuar para "forjar un futuro mejor y más sostenible" y encarna nuestra mayor esperanza para construir un mundo más justo desde el punto de vista social y ambiental. Incide en la acuciante necesidad de apoyo, gobernanza, inversión y un "nuevo contrato social" para cambiar mentalidades, sistemas de liderazgo y la forma en que tratamos al personal docente.
La crisis: La escasez de profesorado
El informe destaca el grave y peligroso problema de la falta mundial de docentes, que se cifra en 44 millones en todo el planeta. Este déficit está vinculado a la baja consideración, las malas condiciones de trabajo y la carencia de posibilidades de desarrollo profesional. El problema es evidente en naciones ricas como los Estados Unidos o Australia, donde la importación de soluciones y docentes de otros países ha acabado provocando un "efecto dominó". A eso hay que sumarle el estancamiento o declive generalizado de los resultados educativos, los efectos de la pandemia de COVID-19, los vertiginosos cambios tecnológicos y la proliferación de conflictos y crisis climáticas, que dibujan un escenario inquietante.
El informe sostiene que para afrontar estos asuntos complejos e interrelacionados es necesario redefinir la percepción social del profesorado y transformar su función para crear una educación mejor para todas y todos.
Las recomendaciones
El informe incluye 59 recomendaciones sencillas y directas, pero de difícil ejecución. Su importancia reside en su clara formulación de valores y principios y en el reconocimiento de que el profesorado desempeña una labor vertebral en la consolidación de la sociedad.
Y estas recomendaciones sirven como referencia para que los países evalúen la atención que le prestan al personal docente. Aportan un marco transparente y racional para una óptima gestión del sistema educativo y son válidas tanto para las economías en desarrollo como para las desarrolladas. Las he resumido y agrupado en 24 puntos que conforman seis estrategias clave.
1. Posibilitar la transformación de la profesión docente
- Apoyo social integral: El profesorado necesita entorno propicio.
- Derecho a la educación y el trabajo decente: Los Gobiernos deben hacerlos efectivos.
- Trayectorias de aprendizaje diversas: Los objetivos educativos deben promoverlas.
- Políticas docentes nacionales: Han de aprobarse mediante el diálogo.
- Resolución de las carencias: Hay que establecer mecanismos para asegurar una aplicación equitativa.
- Sistemas de gestión del profesorado: Son necesarios para incrementar la eficiencia.
2. Invertir en el profesorado
- Financiación de la educación: Garantizar como mínimo un 6 % del PIB y un 20 % del gasto público.
- Inversión a largo plazo: Esencial para la sostenibilidad.
- Control del gasto: Asegurar la autonomía financiera y la evaluación.
3. Promover la equidad, la diversidad y la inclusión
- Políticas de equidad y diversidad: Desarrollarlas y ponerlas en práctica.
- Incentivos para el profesorado: Especialmente en entornos rurales y contextos adversos.
- Apoyo en zonas de crisis: Desarrollar políticas para el profesorado en estas áreas.
- Integración del personal docente refugiado: Facilitar su integración en las comunidades de acogida.
4. Educar para el desarrollo sostenible
- Educación para la sostenibilidad: Incorporarla al plan de estudios.
- Ciudadanía global y derechos humanos: Formar al profesorado en consecuencia.
- Resiliencia climática: Desarrollar estrategias de adaptación.
5. Fomentar el trabajo decente en la enseñanza
- Empleo seguro: Garantizar salarios justos y la igualdad salarial entre hombres y mujeres.
- Unas condiciones favorables: Impulsar políticas de bienestar y salud mental.
- Reducción de las tareas ajenas a la docencia: Respaldar al personal de apoyo educativo.
6. Alentar el liderazgo y las tecnologías educativas centradas en las personas
- Liderazgo colaborativo: Promover la contratación y el mantenimiento del talento.
- Diversidad en el liderazgo: Potenciarlo en las escuelas.
- Integración de la tecnología: Con criterios pedagógicos para un aprendizaje activo.
- Autonomía y privacidad: Garantizarlas en el uso de la tecnología.
- Formación eficaz: Enseñar al profesorado y al alumnado a usar la tecnología eficazmente.
Implicaciones para la educación mundial
A pesar de ser un documento breve que se concreta en 44 páginas, el informe repasa multitud de aspectos fundamentales. Veamos la primera recomendación con más detalle:
" 1. Los docentes son el elemento central de la transformación de los sistemas educativos. Sin embargo, los docentes no trabajan en un vacío. Para ser eficaces, requieren un entorno propicio y apoyo social integral a fin de realizar su labor. Los Gobiernos deberían elaborar políticas económicas y sociales que apoyen la enseñanza y el aprendizaje a través de financiación adecuada y equitativa para la educación y el aprendizaje permanente. Dichas políticas deberían garantizar que los padres y las familias tengan tiempo y capacidad para apoyar a los alumnos, que los alumnos tengan acceso a una nutrición y unos servicios de atención de salud adecuados, que los espacios de aprendizaje sean seguros e inclusivos, que las instituciones de aprendizaje tengan una infraestructura y una conectividad adecuadas, y que la profesión docente goce de gran reconocimiento y sea apoyada".
Un apoyo social integral para el profesorado
El personal docente es el pilar de la transformación del sistema educativo, pero necesita un entorno propicio y apoyo social integral para desempeñar su función eficazmente. Los Gobiernos deben diseñar políticas que impulsen la enseñanza y el aprendizaje mediante una financiación justa y adecuada de la educación y la formación permanente. Y para lograrlo, han de asegurarse de que progenitores y familias pueden ayudar al alumnado, de prestar servicios que cubran las necesidades sanitarias y nutricionales, de contar con espacios educativos seguros e inclusivos y de que la profesión docente goce de reconocimiento y apoyo.
Rendición de cuentas y condiciones de trabajo
En Australia, como en otros muchos países, la carga de la rendición de cuentas educativas suele recaer en el profesorado. El informe destaca que el personal docente también debe reclamar responsabilidades al sistema, exigiendo condiciones de trabajo decentes, cargas de trabajo asumibles, la conciliación de la vida laboral y la vida privada, tamaños adecuados de las aulas, autonomía profesional y entornos de trabajo seguros y saludables. Abordar estos asuntos es crucial para conseguir un sistema educativo saludable.
Financiación y transparencia
Los sistemas equitativos son sistemas exitosos. La equidad y la adecuación de la financiación es otro de los elementos clave en los que muchos países, incluida Australia, se quedan cortos. El informe subraya la necesidad de una financiación educativa eficiente y transparente, con mecanismos de seguimiento y evaluación que garanticen la rendición de cuentas.
Formación permanente y política estratégica
El informe hace hincapié en la importancia del aprendizaje permanente tanto para el profesorado como para el estudiantado. Aunque en muchos países se cuenta entre las metas nacionales, suele obviarse en las políticas de alto nivel. El desarrollo de las estrategias de formación permanente requiere sistemas de seguimiento e incentivos eficaces que, si bien se citan con profusión en la teoría, están ausentes en la práctica.
El informe añade otras 58 recomendaciones, todas ellas basadas en principios sólidos y racionales para diseñar sistemas educativos que estén al servicio de la ciudadanía, pero hay una que, en mi opinión, destaca entre todas las demás.
Comisiones nacionales de educación
Una de las recomendaciones más meritorias del informe es la creación de comisiones nacionales independientes centradas en abordar la escasez de profesorado, gestionar la profesión docente, supervisar el sistema y plantear estrategias para mejorarlo y estudiar cualquier otro problema crítico que pueda plantearse. En estos órganos deberían participar las autoridades financieras, representantes del personal educativo, especialistas en educación y otras partes interesadas, siempre desde una óptica diversa, para aportar evaluaciones y soluciones fundamentadas y completas. Estas comisiones pueden actuar como entidades de asesoría independientes que garanticen una financiación equitativa, buenas condiciones de trabajo y políticas eficaces. Las comisiones independientes son básicas para no convertir la política educativa en una cuestión partidista, para crear una estrategia a largo plazo que se mantenga con independencia de los cambios de gobierno y para que la meta de legar un futuro próspero a la infancia se imponga sobre cualquier otra consideración.
Un llamamiento mundial a la acción
Según Guterres, el informe es "un poderoso llamamiento mundial a la acción" que requiere un compromiso global. Cada país debe evaluar su sistema educativo comparándolo con estas recomendaciones y adoptar medidas reales para apoyar al profesorado y mejorar la educación.
No es demasiado tarde para dar el primer paso y cambiar las cosas. Las comisiones de educación independientes podrían ser la clave para hacer realidad la visión que se plasma en el informe del Grupo de Alto Nivel, que nos permitirá crear un mundo más justo y sostenible a través de la educación.
Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.