En un mundo plagado de conflictos y guerras, la historia de los sindicatos de la educación de Japón y Corea constituye un buen ejemplo de cómo la educación puede utilizarse para consolidar la paz. Ambas naciones comparten una historia complicada. Han luchado de forma intermitente por lo menos desde el siglo VII. En 1910 Japón se anexionó Corea, convirtiendo el territorio en una colonia. A finales de la década de 1930, Japón empezó a obligar a la población a trabajar en fábricas y minas o a alistarse como soldados, y envió a decenas de miles de “mujeres de solaz” de toda Asia (muchas de ellas coreanas) a burdeles militares para que estuvieran al servicio de los soldados japoneses. En la actualidad, los sindicatos de la educación de ambos países están comprometidos con la educación para la paz, como recalcaron Tamaki Terazawa, directora de Asuntos Internacionales del Japan Teachers’ Union (JTU), y Hyunsu Hwang, secretario internacional del Korean Teachers and Education Workers’ Union (KTU).
Por una nación japonesa pacífica y democrática
Tamaki Terazawa, del JTU, puso de relieve la educación para la paz como piedra angular de los valores del sindicato, haciendo una reflexión sobre la historia bélica de Japón y el remordimiento de los educadores y las educadoras por el papel que desempeñaron en tiempos de guerra. “La formación de una nación pacífica y democrática depende del poder de la educación”, declaró Terazawa, abogando por un plan de estudios que reconozca las agresiones de Japón, así como su condición de víctima. Subrayó asimismo el compromiso del sindicato de no volver a repetir jamás los errores del pasado, y que la educación para la paz sea el principio rector. “En este sentido, nuestra asamblea bienal conjunta con China, Japón y Corea para el intercambio de buenas prácticas sobre educación para la paz es sumamente valiosa”, señaló.
Corea del Sur se compromete a promover el entendimiento intercultural
Hyunsu Hwang, del KTU, secundó esta opinión y subrayó que la educación para la paz es una misión fundamental de Corea del Sur. Destacó que la educación para la paz dota a los y las estudiantes de las competencias, actitudes y conocimientos necesarios para fomentar la paz y promover el entendimiento intercultural. Hwang también mencionó la singular situación de la división de Corea y los distintos enfoques gubernamentales hacia Corea del Norte, abogando por una reunificación pacífica y por la importancia de la veracidad histórica en la educación. “El enfoque pacífico del KTU aparece reflejado en su logotipo: la parte roja representa Corea del Norte, la azul representa Corea del Sur. Y los y las estudiantes están en el medio”, recalcó.
Colaboración para un futuro pacífico
Ambos representantes sindicales destacaron el papel de los educadores y las educadoras a la hora de sembrar semillas de paz entre el alumnado, y la necesidad de colaboración entre los países vecinos para avanzar en la educación para la paz y forjar una comunidad global más pacífica y cooperativa.