14 de octubre de 2023. Una fecha cualquiera para la mayoría de la gente del mundo y un día para cambiar el curso de la historia en Australia.
El 14 de octubre de 2023 el pueblo australiano acudirá a las urnas para votar un referéndum constitucional que reconozca a la «comunidad aborigen e isleña del estrecho de Torres como primeros pobladores de Australia» y les otorgue entidad constitucional (voz) para contar con «representación en el Parlamento y el Gobierno ejecutivo de la Commonwealth en asuntos relacionados con aborígenes e isleños del estrecho de Torres» [1].
Tal vez se pregunte por qué no se ha reconocido aún a la comunidad aborigen e isleña del estrecho de Torres como primeros pobladores de Australia, a pesar de más de 65.000 años de historia y vinculación con nuestro país.
Al contrario de lo que sucede en Nueva Zelanda [2], Australia no cuenta con un tratado. Tras la invasión no se llevaron a cabo negociaciones ni colaboraciones con los pueblos indígenas. De hecho, sucedió lo contrario; los británicos reclamaron la terra-nullius, un término legal que hace referencia al «territorio cuya soberanía no se ha ejercido previamente», es decir, «tierra de nadie». Se deshumanizó a la población aborigen e isleña del estrecho de Torres: se convirtieron en esclavos, fueron violados y masacrados, robaron a los niños de sus familias y la gente murió de enfermedades que asolaron estas tierras después de su colonización. El número exacto de habitantes aborígenes e isleños del estrecho de Torres que murieron en los años posteriores a la invasión se desconoce, pero algunas estimaciones alcanzan el millón de personas.
No fue hasta el año 1948 cuando Australia concedió la ciudadanía a la población aborigen y los isleños del estrecho de Torres. Posteriormente, en 1962, pudieron votar y, tras el referéndum de 1967, empezaron a considerarse parte de la población nacional.
Desde la colonización, los aborígenes e isleños del estrecho de Torres han sufrido supresión cultural, se han enfrentado a oportunidades desiguales y a una disparidad socioeconómica inimaginable. Sin embargo, seguimos defendiendo la equidad, reclamando la cultura y luchando por un cambio positivo y por la unidad en la sociedad australiana. Para remodelar la legislación de Australia hasta la fecha, el principal impulsor del cambio han sido los grupos de activistas. En concreto, el activismo estudiantil ha desempeñado un papel importante a la hora de dar voz al estudiantado joven aborigen e isleño del estrecho de Torres mientras desafiaba las normas y exigía un cambio social.
El movimiento por los derechos de las tierras de indígenas de los años 60 y 70 sirve de ejemplo temprano del impacto positivo del activismo estudiantil. Liderados por organizaciones como Student Action for Aborigines, organizaron manifestaciones y participaron en campañas de concienciación pública. Su esfuerzo contribuyó de manera significativa al establecimiento posterior de la Ley del derecho de los aborígenes sobre la tierra (Territorio del Norte) de 1976, un hito en el reconocimiento del derecho de las personas indígenas australianas a tener un país (su territorio).
La campaña «Close the Gap» («Acortar distancias») es otro caso de activismo estudiantil motivador. Esta iniciativa que se lanzó en 2007 pretendía reducir distancias en las cifras de salud y esperanza de vida entre las personas australianas indígenas y no indígenas. La campaña, que organizaron entidades no gubernamentales y apoyó el activismo estudiantil, arrojó luz sobre la inmensa disparidad a la que se enfrentan las comunidades indígenas en aspectos como la asistencia sanitaria y la desigualdad educativa y económica. El éxito de estas campañas reside en la unión de varias voces (estudiantado, profesionales de la sanidad y miembros de la comunidad) en torno a un objetivo común: lograr la equidad.
En todo el mundo a lo largo de la historia los movimientos estudiantiles han demostrado una y otra vez que las voces jóvenes y apasionadas pueden transformar la trayectoria de las sociedades. En Estados Unidos, el activismo estudiantil dinamizó el Movimiento por los Derechos Civiles. Igualmente, el Movimiento antiapartheid en Sudáfrica contó con el apoyo fundamental de la solidaridad estudiantil para presionar a las instituciones y gobiernos en su lucha para poner fin a la desigualdad.
En esta línea, el National Union of Students Australia (NUSA) está coordinando una campaña («Students for Yes») para pedir el «Sí» a la juventud australiana. Nuestra campaña incluye iniciativas de concienciación, talleres sociales y colaboración con aliados. Sabemos que el referéndum se ganará persona a persona y conversación a conversación. El NUSA también se moviliza por el estudiantado indígena presionando al gobierno y recordando a los políticos federales la importancia de los derechos del alumnado indígena. Podemos destacar una victoria reciente espectacular tras la presentación del Acuerdo de universidades australianas, en el que se indicaba que «se garantizará a todo el estudiantado aborigen e isleño del estrecho de Torres un lugar avalado en la Commonwealth…». Como es evidente, ofrecemos una plataforma para dar voz a las preocupaciones, experiencias y opiniones del estudiantado aborigen e isleño del estrecho de Torres.
El activismo estudiantil, con frecuencia tildado de idealismo juvenil, ha demostrado su poder transformador de forma sólida. En Australia, el activismo estudiantil ha servido de impulso para generar un cambio positivo para las comunidades indígenas. El impacto de las iniciativas lideradas por el estudiantado no se puede pasar por alto y abarca desde el derecho a la tierra y a la educación hasta la reforma sanitaria. Nuestras acciones resuenan mucho más allá de los límites de los campus universitarios e inspiran a la sociedad para que escuche, aprenda y actúe. Mientras seguimos dando voz a esta comunidad, generamos un cambio positivo para crear una Australia más fuerte e inclusiva para todos y todas.
Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.