La National Teachers’ Association (NTA) de Taiwán se ha mostrado preocupada por la instalación de cámaras de vigilancia en centros de educación de la primera infancia y sostiene que es preciso tomar medidas más eficaces para combatir una serie de cuestiones inquietantes.
Los comentarios del sindicato se formularon tras la publicación de las estadísticas del Ministerio de Salud y Bienestar de Taiwán en 2019, que revelan 4943 incidentes de maltrato infantil en el hogar por parte de padres y madres naturales o adoptivos. Los informes también han desvelado 89 incidentes a manos de miembros del personal docente o del personal cuidador de enseñanza preescolar, en su mayor parte producidos en instituciones privadas de EPI que figuran en una lista de vigilancia del Gobierno por múltiples violaciones del reglamento correspondiente.
Según Su Yi-Chih, coordinadora principal del Departamento de Asuntos Internacionales de la NTA, “resulta desgarrador que se produzcan incidentes de acoso o maltrato infantil en los hogares o en las escuelas”. La NTA considera que, para abordar el problema, resulta imprescindible examinar detenidamente, en cooperación con el sindicato, el entorno de aprendizaje y enseñanza. En los casos en que se han instalado cámaras, la situación no ha mejorado. Su Yi-Chih cita un ejemplo concreto en el que “un sistema de vigilancia en línea que estuvo conectado las 24 horas del día no permitió evitar una tragedia, pese a que así lo afirmaban las empresas de seguridad, y en cambio supuso más presión para el personal docente o el personal cuidador, así como la pérdida de la confianza a largo plazo entre las escuelas y las familias”.
Las cámaras no van a corregir ni atenuar el problema, si bien pueden contribuir a reducir parte de la presión política proveniente de una población indignada. El planteamiento tiene que ser humano, no puramente tecnológico.
Las cámaras, única solución propuesta
Según el sindicato, cada vez que los medios de comunicación muestran imágenes de alguna escena sospechosa, antes o incluso durante las investigaciones formales, enseguida se pide que se instalen cámaras de vigilancia en todas las escuelas de EPI. Independientemente de que las cámaras vayan a utilizarse para obtener pruebas o para aclarar los hechos, podría dar la impresión de que son la única solución, puesto que el Gobierno y los legisladores siempre las proponen para aplacar la indignación social que provocan las acusaciones.
La confianza importa
Según Su Yi-Chih, “la EPI desempeña una función crucial en el desarrollo cognitivo y emocional de los niños y las niñas en términos educativos. Constituye un elemento significativo a la hora de forjar las relaciones sociales y la personalidad del individuo. La confianza bilateral y multilateral entre niños y niñas, profesorado, personal cuidador y familias constituye la base para una EPI de calidad. A diferencia de lo que sucede a otros niveles educativos, los niños y las niñas en edad preescolar necesitan y reciben unos cuidados y una atención intensivos, más que enseñanza formal en el aula, porque el objetivo principal de la EPI es ayudarles a adaptarse a la vida en grupo y a un aprendizaje más sistemático, a saber, la educación primaria”.
“Si nos basamos en la experiencia de la paternidad y la maternidad que tenemos en casa personalmente, no nos resultará difícil imaginar la presión a la que el personal docente y los cuidadores y cuidadoras de la EPI se ven sometidos a diario en las escuelas, donde la ratio maestro(a)-cuidador(a)/niños(as) suele ser del orden de 1/8, 1/15 o incluso 1/24”, explica. “Sin la confianza en su profesión ni el apoyo necesario para disfrutar de unas condiciones de trabajo decentes, no podría haber una EPI de calidad”.
Condiciones de trabajo precarias en los establecimientos privados de enseñanza preescolar
Para satisfacer las necesidades de los padres y las madres que trabajan, el personal docente y el personal cuidador de los centros privados de enseñanza preescolar tienen que trabajar desde las 7 h hasta las 19 h, a menudo sin apoyo, respeto o confianza básica por parte de los padres y las madres, la administración escolar y el público en general, añade.
En algunos casos, el personal docente y el personal cuidador de la EPI reciben un trato inadecuado, que se refleja en unas condiciones de trabajo pésimas, largas jornadas laborales, elevadas tasas de rotación y alto grado de exigencia, así como salarios, prestaciones y estatus social precarios, explica Su Yi-Chih.
En su opinión, insiste, los establecimientos de enseñanza preescolar con fines lucrativos tienden a emplear a muchos maestros y maestras no cualificados, con “insuficiente experiencia docente y sin certificación oficial en EPI”.
La combinación de todos estos factores ha dado lugar a un entorno laboral en el que el personal docente y el personal cuidador se ven sometidos a mucho estrés y tienen dificultades para hacer frente a las numerosas expectativas de rendimiento y las exigencias que se les impone.
Lamentablemente, cuando se produjeron incidentes y denuncias de maltrato infantil, el personal directivo de las escuelas no asumió responsabilidad alguna, trasladándola al personal docente y al personal cuidador. Mientras se preparaban para abrir centros de enseñanza preescolar en otros lugares, los directivos y directivas presentaron unas disculpas que el sindicato calificó de “hipócritas”. Los padres y las madres se sintieron “apenados y a menudo indignados”, pero el Gobierno solo dio “respuestas vagas”, según Su Yi-Chih.
Las políticas y prácticas centradas en el niño y la niña son vitales para una EPI de calidad
Explicando que “los niños y las niñas son nuestro futuro y merecen una educación pública de calidad”, Su Yi-Chih pone de relieve que “la NTA siempre ha mantenido una postura firme en lo que respecta a las políticas públicas de EPI centradas en el niño y la niña”.
Al mismo tiempo, Su Yi-Chih insiste en que la vigilancia continua por parte de las autoridades gubernamentales mediante inspecciones periódicas en los centros de enseñanza preescolar privados es a todas luces importante para prevenir el maltrato infantil.
La NTA solicita que todas las partes interesadas en el ámbito de la EPI se replanteen seriamente lo que los niños y las niñas en edad preescolar realmente necesitan para disfrutar de un mejor desarrollo, y qué tipo de apoyo requieren, por consiguiente, el personal docente y el personal cuidador para conseguir una EPI de calidad.