Ninguna niña o niño debe tener miedo de ir a la escuela. Pero nuestros sistemas educativos están fallando a nuestros estudiantes, uno de cada tres niño/as sufren acoso en la escuela al menos una vez en el último mes. Las consecuencias son severas y de gran alcance para estudiantes, a nivel individual y para la sociedad en su conjunto.
Para abordar este problema, los estados miembros de la UNESCO designaron el primer jueves de noviembre de cada año como el Día Internacional contra la Violencia y el Acoso Escolar, incluido el Ciberacoso. El jueves 5 de noviembre de 2020 será la primera ocasión mundial para celebrar este día tan importante.
Cualquier forma de violencia relacionada con la escuela infringe el derecho a la educación, a la salud y al bienestar. La concienciación y el debate público en torno al acoso escolar ha aumentado en los últimos años, a pesar de ello el problema persiste en todo el mundo y afecta a la vida y el futuro de millones de niñas, niños y adolescentes. El Informe elaborado por UNESCO en 2019 revela que casi uno de cada tres estudiantes (32%) ha sufrido acoso por sus compañeros al menos una vez en el último mes. Más del 36% de estudiantes han tenido una pelea con otro estudiante y casi el 32,4% ha sufrido ataques físicos en el último año. De cada diez estudiantes uno de ellos ha sido víctima de ciberacoso, un fenómeno que está destinado a aumentar con el incremento constante del uso de medios sociales.
Los niños y las niñas experimentan la violencia escolar y el acoso de diferentes maneras. Los niños son más propensos a involucrarse en peleas físicas y a ser atacados físicamente, en comparación a las niñas. Entre las niñas, el acoso psicológico es más común. Aunque el acoso disminuye entre la niñez a medida que madura, las y los estudiantes mayores tienden a estar más expuestos al ciberacoso que los más jóvenes.
Otros factores también se cruzan con el género y hacen que algunos niños o niñas sean más vulnerables que otros al acoso. Estos incluyen la apariencia física, la raza, la nacionalidad y el color de la piel. La niñez proveniente de familias pobres, migrantes y la niñez considerada no conforme con el género, incluidos quienes son o son percibidas como lesbianas, gays, bisexuales o transexuales (LGBT), corren un mayor riesgo de sufrir violencia e intimidación en la escuela en relación con quienes se ajustan a las normas tradicionales de género.
No se pueden ignorar las consecuencias de la intimidación y la violencia en la escuela. Las investigaciones demuestran que los niños y niñas que son objeto de intimidación con frecuencia tienen tres veces más probabilidades de sentirse como extraños en su escuela y el doble de probabilidades de faltar a clase en comparación con sus compañeros que no son objeto de intimidación. También tienen más probabilidades de no poder dormir y de haber considerado el suicidio. La intimidación también afecta los resultados educativos de estudiantes haciéndoles más propensos al abandono de la educación formal después de la escuela secundaria.
La educación de calidad no puede tener lugar en un ambiente de ansiedad, temor e inseguridad. Los países no alcanzarán el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS 4) -en particular la meta 4.a.2 sobre entornos de aprendizaje seguros, no violentos, inclusivos y eficaces para todos- y su promesa de una educación de calidad para todos y todas, a menos que aborden la cuestión de la intimidación y la violencia en el entorno escolar.
Si bien el problema es generalizado, no es insuperable. Como reconocen acertadamente los Estados Miembros de la UNESCO, la única manera de superar el acoso escolar y garantizar que todo estudiante se sienta seguro o segura en la escuela es estableciendo asociaciones dentro de la comunidad escolar y en todas las sociedades. Debemos trabajar juntos para abordar las causas fundamentales de la violencia relacionada con la escuela y fomentar una cultura de respeto de los derechos de estudiantes y una política de tolerancia cero frente a la violencia. El tema inaugural de este año, Juntos contra el acoso escolar, subraya la necesidad de unir nuestras fuerzas para erradicar el acoso escolar.
Es necesario hacer más para acelerar el ritmo del cambio. Las comunidades escolares y todo el sector educativo deben unirse para desarrollar estrategias basadas en pruebas y aplicar soluciones. Desde marcos normativos sólidos y nuevos planes de estudio que fomenten un clima escolar propicio, hasta la formación docente y la prestación de apoyo a estudiantes afectados, es fundamental adoptar un enfoque integral de la educación.
Los y las trabajadores de la educación seguirán haciendo su parte para que todo estudiante pueda disfrutar de entornos escolares seguros y de apoyo, libres de intimidación y violencia.
Para leer sobre el trabajo de los sindicatos de educación para poner fin a la violencia de género relacionada con la escuela en siete países de África, haga clic aquí.