Las afiliadas de la Internacional de la Educación en los Estados Unidos han reafirmado la necesidad de que las autoridades escuchen la voz de los educadores y de sus organizaciones profesionales en la reapertura de las escuelas y centros educativos, y proporcionen la financiación apropiada al sector de la educación.
NEA: Nadie debería escuchar a Trump ni a DeVos respecto a la reapertura de las escuelas
El 9 de julio, Lily Eskelsen García, presidenta del National Education Union, llamó la atención respecto al hecho de que “el presidente Trump criticó la orientación publicada por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades(CDC) respecto a la reapertura de las escuelas y amenazó con retirar la financiación a aquellos centros escolares que no hubieran reabierto para el otoño, provocando aún más inquietud a familias estresadas que lo que buscan es liderazgo y garantías de si sus hijos pueden volver a la escuela de manera segura durante una pandemia mortal. Luego politizó la reapertura de las escuelas, vinculándola a las elecciones presidencias en noviembre”.
Se mostró categórica al afirmar que “lo que es conveniente para los estudiantes y el personal escolar no tiene nada que ver con la política y lo que está en juego es precisamente la seguridad y el bienestar de alumnos y padres”, subrayando que Trump tuiteó “¡¡¡LAS ESCUELAS DEBEN ABRIR EN OTOÑO!!!”, pero que “olvidó añadir ‘DE FORMA SEGURA’”.
Eskelsen García deploró asimismo que la secretaria de Educación, Betsy DeVos, se haya hecho eco del llamamiento de Trump, indicando a los gobernadores de los distintos estados que “las escuelas deben volver a abrir, deben funcionar plenamente”. Y aunque DeVos dijo que la manera en que se efectuaría esa reapertura de las escuelas es mejor dejarla en manos de los líderes del sector educativo y de la comunidad, también atacó a las Escuelas Públicas del Condado de Fairfax, en Virginia Norte, por proponer un modelo combinado, de manera que los alumnos acudan a la escuela dos días a la semana y reciban enseñanza a distancia el resto de la semana, hasta que se disponga de una vacuna y un tratamiento apropiado accesibles a toda la población.
“Pero la alternativa realmente falsa es la que la Administración Trump está imponiendo a los padres. Optar por dar prioridad a la salud de los estudiantes y el personal de las escuelas no equivale a elegir que se prolongue la incertidumbre mental y económica, como sugiere el Gobierno”, puntualizó la líder de NEA. “Ninguno de nosotros debería aceptar esa falsa disyuntiva. Hay muchas maneras de mitigar los riesgos. Resultará costoso, pero vale cada centavo invertido. No abriremos ninguna escuela que no resulte segura. Cualquier otra alternativa simplemente no es aceptable”.
NEA y otras organizaciones han elaborado y presentado planes, pero ni Trump ni DeVos quieren reconocer la urgente necesidad de recursos que reclaman los líderes estatales, locales, de la educación y de la comunidad.
El mes pasado, NEA publicó “All Hands on Deck: Initial Guidance Regarding Reopening School Buildings”. Basándose en cuatro principios básicos –expertos en salud, voz de educadores, acceso a la protección y liderar con equidad– el documento detalla lo que tienen que hacer las escuelas para prepararse a la reapertura.
Para conseguirlo, estudiantes, educadores y sus familias necesitan una financiación adecuada de los responsables políticos, para hacer realidad una apertura segura de escuelas y campus universitarios, subrayó Eskelsen García. Reiteró que el Congreso debe actuar ya. Para hacer frente a las desigualdades además de las preocupaciones por la seguridad, se incluyó una respuesta sólida en la Ley HEROES (Health and Economic Recovery Omnibus Emergency Solutions) o Ley Integral de Soluciones de Emergencia para la Salud y la Recuperación Económica, aprobada por el Congreso de los Estados Unidos y que ahora está siendo considerada en el Senado. La ley propuesta incluye una financiación de 915.000 millones de USD que puede dedicarse a remunerar a trabajadores y trabajadoras esenciales incluidos los educadores y 90.000 millones de USD adicionales destinados específicamente a financiar la educación y que podrían salvar más de 800.000 puestos de trabajo en el sector educativo a todos los niveles, desde preescolar hasta enseñanza superior.
“La economía estadounidense no podrá recuperarse si las escuelas no reabren”, afirmó Eskelsen García. “Pero no podemos reabrir adecuadamente las escuelas si se recorta drásticamente la financiación y los alumnos no disponen de lo necesario para estar seguros, aprender y progresar”.
AFT: La ciencia y las circunstancias de la comunidad han de guiar la toma de decisiones, y la financiación resulta fundamental
El 10 de julio, los sindicatos de docentes American Federation of Teachers(AFT) y NEA, junto con la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP), y la Asociación Estadounidense de Administradores Escolares (AASA), publicaron una declaración conjunta sobre la vuelta segura a las aulas de alumnos, docentes y personal educativo.
“Educadores y pediatras comparten el objetivo de que los niños y niñas puedan volver con total seguridad a la escuela en otoño. Nuestras organizaciones se comprometen a hacer todo lo que esté en nuestro poder para que todos los estudiantes tengan la oportunidad de reanudar un aprendizaje presencial”, explican.
Estos profesionales de la educación reconocen que la mejor manera de que aprendan los alumnos es estando físicamente presentes en las aulas. Pero los niños reciben mucho más que una enseñanza académica en la escuela. También desarrollan aptitudes sociales y emocionales en la escuela, reciben comidas sanas y hacen ejercicio, obtienen apoyo a su salud mental y otros servicios que no pueden replicarse fácilmente mediante la enseñanza en línea. Las escuelas tienen asimismo un papel esencial para hacer frente a la desigualdad racial y social.
Las organizaciones prosiguen condenando el hecho de que “la respuesta de nuestra nación a la COVID-19 ha ocasionado tremendas desigualdades y ha tenido consecuencias para los niños y niñas, que es necesario abordar. Esta pandemia resulta especialmente dura para aquellas familias que dependen de los almuerzos escolares, que tienen hijos con discapacidades, o que no tienen acceso a Internet o a cuidados de salud”.
Consideran que la vuelta a las aulas es importante para un desarrollo saludable y para el bienestar de los niños, pero la reapertura ha de realizarse de manera que resulte segura para todos los estudiantes, docentes y personal educativo. La ciencia debería orientar la toma de decisiones respecto a una reapertura segura de los centros escolares. Las agencias públicas de salud deberán realizar recomendaciones en base a las pruebas disponibles, no en función de intereses políticos.
También subrayan que “líderes de las escuelas locales, expertos en salud pública, educadores y padres de alumnos deben situarse en el centro de las decisiones sobre cómo y cuándo reabrir las escuelas, teniendo en cuenta la propagación de la COVID-19 en sus comunidades y la capacidad de los distritos escolares para adaptar protocolos de seguridad a fin de que el aprendizaje presencial en las aulas resulte seguro y factible. Por ejemplo, las escuelas en determinadas áreas con un alto índice de contagios de COVID-19 dentro de la comunidad no deberían verse obligadas a reabrir en contra de la opinión de los expertos locales. No puede aplicarse un enfoque único y generalizado para decidir respecto a la vuelta a la escuela”.
Concentrándose en una financiación pública tremendamente necesaria, hacen hincapié en que la reapertura de las escuelas de manera óptima para la seguridad, el aprendizaje y el bienestar de alumnos, docentes y personal “requerirá claramente nuevas inversiones substanciales en nuestros centros escolares y campus”.
Instan por tanto al Congreso y a la Administración estadounidenses a aportar los recursos federales necesarios de manera que una financiación inadecuada no obstaculice la posibilidad de educar y cuidar de manera segura a los niños y niñas en las escuelas de EE. UU.
La declaración concluye indicando: “La pandemia ha recordado a muchos lo que hace tiempo ya sabíamos: que el papel de los educadores resulta inestimable en las vidas de los niños y niñas y que asistir a la escuela de manera presencial ofrece a los estudiantes toda una serie de beneficios de salud y educativos. Para que nuestro país valore realmente a esos niños, los líderes electos han de ponerse de acuerdo y apoyar adecuadamente a las escuelas para que los alumnos puedan volver con total seguridad a las aulas y reabrir las escuelas.
Puede leer más sobre el plan de AFT para la reapertura segura de escuelas y comunidades aquí.
También pueden encontrar aquí información sobre la publicación de la Internacional de la Educación ‘En marcha con la escuela’.
La Guía de la Internacional de la Educación para la reapertura de escuelas e instituciones educativas está disponible aquí.