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"Crisis superpuestas: impacto de la COVID-19 en los/as estudiantes refugiados del Líbano" por Hussain Muhammad Jawad

publicado 20 junio 2020 actualizado 24 junio 2020
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El Líbano es un país con una población de 4,5 millones de habitantes, que acoge a un gran número de refugiados y refugiadas. Más de 2 millones de refugiados sirios viven actualmente en el Líbano, además de medio millón de refugiados palestinos. Más del 52% de los refugiados sirios del Líbano son niños y niñas, y las cifras de ACNUR indican que alrededor de 450.000 refugiados del Líbano están en edad escolar. La COVID-19 ha agravado aún más la situación.

El país con el mayor número de refugiados/as por cada 1.000 habitantes

La mayoría de los refugiados/as sirios en el Líbano no viven en campamentos de refugiados, como ocurre en Jordania y el Kurdistán, sino que se han establecido mayoritariamente en las regiones septentrional y oriental del Líbano (Trípoli y Bekaa), zonas ya de por sí pobres y marginadas.

El reciente informe anual de ACNUR, Tendencias Globales, establece que, en lo que concierne a la proporción de refugiados/as por habitantes, el Líbano sigue estando a la cabeza, con 232 refugiados por cada 1.000 habitantes, seguido de Jordania con 87. Además, el Líbano ha recibido una nueva oleada de refugiados y refugiadas iraquíes que huyen del ISIS, de la retirada del apoyo financiero a las escuelas de refugiados en el país y de la peor crisis económica desde 1975.

Esta gran afluencia de refugiados/as está suponiendo un peso enorme en todos los aspectos de la vida, sobre todo la tensión nacional y política entre los refugiados/as y las comunidades de acogida.

Un sistema de educación pública que lucha para afrontar la situación

El Líbano tiene un sistema frágil de educación pública que sigue sufriendo las consecuencias de la guerra civil de 1975 y de las tendencias favorables a la privatización impuestas por los sucesivos gobiernos y por las instituciones financieras internacionales.

La crisis de los refugiados/as sirios ha repercutido considerablemente en un sistema de educación pública ya debilitado. El país se enfrenta a una grave escasez de docentes y unas infraestructuras educativas débiles. Hay un total de 1.396 escuelas públicas, 25.000 docentes de escuelas públicas –18.000 de enseñanza primaria y 7.000 de secundaria– y 10.000 docentes temporales de enseñanza primaria. Cerca de 275.000 estudiantes libaneses asisten a escuelas públicas.

Dado que los niños y niñas refugiados en el Líbano no viven en campamentos, la prestación de servicios básicos y educación despenden del Ministerio de Educación, ACNUR y UNICEF, así como de otros organismos de ayuda.

En el Líbano hay alrededor de 450.000 refugiados/as sirios en edad escolar. De las 1.396 escuelas públicas del país, 1.014 reciben aproximadamente 137.000 estudiantes refugiados sirios. Además, 144 escuelas se utilizan para dar clase a estudiantes refugiados en turnos de tarde. Cerca de 4.500 docentes de escuelas públicas dan clase en los turnos de tarde y se les paga un promedio de 10 USD por hora, sin compensación alguna por la preparación o planificación de las lecciones.

El resto de los refugiados/as en edad escolar, los que no están matriculados en el sistema de escuelas públicas, reciben una educación informal a través de organismos internacionales de ayuda que trabajan en las zonas de asentamiento de refugiados. Los sindicatos de educación han expresado su profunda preocupación respecto a las calificaciones de los/as docentes contratados por los organismos de ayuda, un aspecto que a menudo se ha pasado por alto durante el proceso de contratación.

A través del sindicato Union Coordination Committee, compuesto por todas las organizaciones afiliadas a la Internacional de la Educación en el Líbano, los sindicatos de educación han advertido en varias ocasiones al Ministerio de Educación que los/as estudiantes y los/as docentes se enfrentan a una crisis educativa. Los/as docentes y sus sindicatos no participaron ni fueron consultados en el proceso desarrollado para garantizar y proporcionar una educación a los niños y niñas refugiados, a pesar de ser los que están sobre el terreno, luchando por mantener un nivel mínimo de educación de calidad para los/as estudiantes sirios y libaneses. Las afiliadas de la Internacional de la Educación han puesto de relieve una serie de obstáculos y retos al aprendizaje, entre ellos las diferencias entre los programas de estudios libaneses y sirios, el tamaño de las aulas, los diferentes niveles académicos de los/as estudiantes, las barreras lingüísticas, los costos de transporte para los refugiados/as, el acoso y el limitado apoyo psicosocial a los niños y niñas traumatizados, y la falta de docentes capacitados para dar clase a los niños y niñas en tiempos de crisis.

Las repercusiones de la crisis de los refugiados/as han sido de género. Las niñas son más vulnerables y están más desfavorecidas, y la crisis ha reducido considerablemente sus posibilidades de acceso a la educación. Esto se debe a que a las niñas se les asignan responsabilidades de cuidados, y muchas se ven obligadas a trabajar y a contraer matrimonio a una edad temprana para ayudar económicamente a sus familias. Además también son víctimas de la violencia de género.

La situación se agrava: repercusiones de la crisis del coronavirus

Sin lugar a duda, la crisis sanitaria del coronavirus ha repercutido negativamente en la educación de los niños y niñas refugiados sirios. Tras el cierre de las escuelas, el ministro de Educación introdujo la educación a distancia por tres vías: televisión, en línea y en papel.

La decisión del ministro no era clara en lo que respecta a la educación de los refugiados/as, en particular para los niños y niñas que asisten a los turnos de tarde. Para colmar este vacío, los sindicatos de educación han intensificado sus esfuerzos para garantizar que la brecha digital no impida que los/as estudiantes refugiados sigan aprendiendo. Así pues, los/as miembros de los sindicatos se ofrecieron para preparar clases televisadas y apoyar a los padres y a las madres por teléfono, y han procurado proporcionar tareas, orientación y observaciones a los niños y niñas refugiados sirios.

Gracias a todos estos esfuerzos, en la mitad de las escuelas públicas que dan clase a niños y niñas refugiados se ha podido organizar una educación a distancia. Lamentablemente, muchos niños/as refugiados no han tenido acceso a los programas de educación a distancia debido a la falta de apoyo por parte del Ministerio de Educación y a la falta de infraestructura. Además, a muchos/as docentes que trabajan doble turno no se les ha pagado el sueldo durante la crisis.

Medidas urgentes para evitar una generación perdida

Es fundamental subrayar que la complejidad de la situación exige unos enfoques conjuntos de desarrollo humanitario, una implementación colaborativa, una financiación adecuada y calificaciones apropiadas para proporcionar una educación inclusiva de calidad a los niños y niñas refugiados. Garantizar una enseñanza primaria, secundaria y superior de calidad, en un entorno de aprendizaje seguro para los refugiados/as, será de gran ayuda para evitar que los jóvenes de hoy se conviertan en una generación perdida.

En lo sucesivo, debemos trabajar juntos para construir un mejor entorno de aprendizaje para los/as estudiantes refugiados, para demostrar nuestro compromiso con la construcción de un futuro mejor y para reducir la pobreza y la vulnerabilidad de los refugiados/as.

Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.