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Photo: Mardetanha / Wikimedia Commons
Photo: Mardetanha / Wikimedia Commons

#DUDH70 – “Del activismo al exilio: crecer siendo hijo de un destacado activista sindical iraní”, por Sajjad Khaksari

publicado 18 diciembre 2018 actualizado 4 marzo 2022
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Me llamo Sajjad, nací en octubre de 1982 en Ahvaz, al suroeste de Irán.

Soy el mayor de tres hermanos, hijos de Soraya Darabi y Mohammad Khaksari, destacados activistas de derechos humanos y sindicales.

Mis padres son periodistas y además miembros del sindicato de docentes. Mi padre inició en septiembre de 1999 la primera asociación no gubernamental de trabajadores de la educación en Irán desde el derrocamiento del Shah en 1979. En 2003, cumplió además su sueño como graduado en sociología y periodismo: creó una revista semanal independiente dedicada a la educación y los sindicatos. La publicación se llamó “La Pluma del Maestro” o Ghalame Moallem( قلم معلم) en persa.

Mi madre también es docente y periodista. Junto con mi padre trabajó en el consejo coordinador de la asociación de docentes ( Coordinating Council of the Iranian Teacher Associations, organización afiliada a la Internacional de la Educación) y como editora en jefe y redactora de La Pluma del Maestro. En 2007 mi madre trabajó activamente en una asociación denominada Madarane Solh(las Madres de la Paz), colaboró con la abogada iraní Premio Nobel de la Paz, Shirin Ebadi, en el Centro para la Defensa de los Derechos Humanos hasta su cierre un año después por orden del régimen del presidente Ahmadinejad.

Mis padres fueron víctimas durante años de intimidación, cargos penales y detenciones a causa de su papel a la cabeza de la asociación de docentes de Irán ( Iran Teachers Trade Association), que nunca llegó a ser legalizada por el gobierno iraní. En mayo de 2007, mi madre fue una de las docentes arrestadas durante una manifestación organizada frente al Parlamento de Teherán reclamando derechos y mejores condiciones de trabajo. Fue encarcelada en la prisión de Evin y condenada por el Tribunal Revolucionario Islámico. En julio de 2007, mi padre formó parte de una de las delegaciones participantes en el Congreso de la Internacional de la Educación en Berlín. A su regreso fue detenido e interrogado durante días, confiscándole el pasaporte durante años. En septiembre de ese mismo año, fue secuestrado cuando visitaba a miembros del sindicato en la provincia de Isfahan. El 5 de octubre, Día Mundial de los Docentes, el apartamento de mis padres, así como los domicilios de otros líderes sindicales fueron registrados por agentes del Servicio de Inteligencia. Confiscaron los ordenadores y diversos documentos, incluyendo todo lo relacionado con la afiliación a la Internacional de la Educación o a La Pluma del Maestro.

Debido a su actividad sindical, mi familia recibió varias amenazas de muerte. En una ocasión, un docente próximo al régimen iraní amenazó con “quemar el hogar y la familia de mi padre, coserle la boca y matarlo”. No era la primera vez que alguien profería ese tipo de amenazas. Las autoridades nunca hicieron nada para proteger su seguridad.

Durante años, la Internacional de la Educación (IE) ha venido denunciando el hecho de que los docentes se ven privados de la libertad sindical recogida en el Convenio 87 de la Organización Internacional del Trabajo. Los sindicatos de docentes siguen estando prohibidos y sus miembros detenidos. Las violaciones de los derechos quedaron debidamente documentadas en una queja presentada al Comité de Libertad Sindical (caso 2566). La IE remitiría asimismo un nuevo caso reclamando la liberación de al menos quince docentes sindicalistas, cuyos nombres se conocen, aunque se supone que habría docenas de otros detenidos más. Esta nueva ola de arrestos se produjo tras las protestas mensuales organizadas por docentes en todo el país.

Yo nací y crecí en Ahvaz, una antigua ciudad en la provincia de Juzestán. Esta provincia produce el 90% del crudo de Irán. Vivíamos en una zona denominada el campamento polaco, porque fue donde se instalaron numerosos polacos desplazados tras la Segunda Guerra Mundial. Yo nací en 1982, durante la guerra entre Irán e Iraq, cuando la ciudad estaba siendo evacuada por los bombardeos de Saddam Hussein. Mis padres se trasladaron a Teherán en 1988 tras el final de la guerra. Mi vida en una enorme ciudad como Teherán no fue fácil, pero gracias al continuo apoyo de mis padres (y especialmente de mi madre), conseguí graduarme en matemáticas, física y ciencias aplicadas en la Danesh High School en 2000. Un año más tarde, el 20 de julio de 2001, cuando participaba en una pequeña reunión al norte de Teherán, recibí un disparo en la pierna del Pasdarán (Ejercito de los Guardianes de la República Islámica). Me condujeron al hospital militar donde fui intervenido quirúrgicamente, a lo que seguirían otras operaciones y meses de fisioterapia. Pero la noticia sobre el disparo fue censurada en la prensa, debido a que los militares fueron los responsables. De hecho, no hay registro oficial alguno de aquel ataque.

En 2002, un año después de que el Pasdarán me disparase, fui arrestado por las fuerzas de seguridad por encabezar una demanda estudiantil reclamando salas de estudio adicionales en la Universidad de Arak, donde cursaba estudios de Ingeniería Industrial. Cuando más tarde me trasladé a la Universidad de Teherán, seguí siendo objeto de intimidación por parte del Centro de Seguridad de la universidad, a causa de mi activismo y mis publicaciones “ilegales” cuestionando la propaganda del régimen iraní. A partir de 2003 y tras la creación de la revista del sindicato docente de mis padres, empecé a contribuir con artículos y fotografías. En 2006, fui arrestado por la publicación de un artículo en La Pluma del Maestro y por distribuir la revista en varias provincias de Irán. Nuevamente sería arrestado en 2006 por otro artículo publicado en la revista y por mi participación en la manifestación de docenes frente al Parlamento iraní.

En enero de 2007, obtuve una Licenciatura en Ciencias, pero mi tesis sobre el Sistema de Información de la Gestión Educativa en Irán fue rechazado y censurado por criticar la política educativa del régimen iraní. Además, me privaron del derecho de seguir estudiando en Irán.

El 26 de abril de 2009, volví a ser arrestado durante una breve reunión de docentes en la plaza Baharestan, convocada por docentes de Lorestán y Kermanshah que reclamaban contratos permanentes. Tras varios días de interrogatorios y de permanecer en una celda de aislamiento, me condenaron a un año de prisión acusado de “propaganda contra el sagrado régimen de la República Islámica de Irán”, “alteración del orden público” y “atentar contra el orden público”. Las fuerzas de seguridad me trasladaron al ala de presos políticos en la Prisión de Evin. En julio de 2009, mientras estaba en la cárcel, otro juez del Tribunal Revolucionario Islámico añadió 6 meses más a mi condena, por mi participación en las manifestaciones de docentes en 2006. No obstante, sería liberado el 23 de diciembre de 2009 y fui invitado por el Gobierno italiano, la UNESCO y ONU-Habitat como delegado de la juventud iraní, para participar en el primer Encuentro Mundial de Jóvenes para un Futuro Sostenible en Bari, Italia. El foro reunió a más de 500 jóvenes delegados de 90 países. Aproveché la ocasión para solicitar asilo. Me trasladé al Piemonte y allí me inscribí en la Universidad Politécnica de Turín, donde me gradué obteniendo un Doctorado de ciencias en Ingeniería y Gestión.

Mis padres continúan siendo comprometidos sindicalistas docentes, a pesar de tener ya 65 y 63 años, respectivamente, y de padecer numerosos problemas de salud como consecuencia de los malos tratos recibidos durante los distintos períodos en que permanecieron detenidos.

La situación sindical en Irán sigue siendo muy complicada. En 2015, mi padre, junto con otros líderes del sindicato de docentes, no pudieron participar en el 7º Congreso Mundial de la Internacional de la Educción. Para los docentes iraníes la participación en este tipo de reuniones internacionales reviste gran importancia puesto que brinda una oportunidad para exponer las condiciones de los docentes y los desafíos a los que se enfrentan en el sistema educativo. No sólo se deniegan las libertades sindicales y la negociación colectiva (existen organizaciones, pero se limitan a aplicar las decisiones del régimen iraní), además la libertad académica está restringida, las escuelas son inseguras, especialmente en las regiones rurales, se discrimina a las minorías, se aplica la segregación de género y no se respeta la diversidad.

Para concluir, quisiera destacar que el compromiso de mis padres en la lucha y la defensa de los derechos humanos en Irán continúa, y la solidaridad internacional sigue siendo vital.

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El 10 de diciembre de 2018 se celebran 70 años de la adopción de la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH). La Declaración sigue siendo una importante fuente de inspiración para docentes y sindicalistas de todo el mundo, al garantizar el derecho a crear sindicatos, la libertad de expresión y el derecho de todos a una educación de calidad. Los derechos humanos necesitan que las personas exijan, de forma informada y continua, su protección. Para celebrar esta ocasión especial, la Internacional de la Educación publicará una serie de artículos recopilando las voces y las reflexiones de sindicalistas en torno a las luchas y a los logros alcanzados en este ámbito. Los artículos reflejan el compromiso permanente de los sindicalistas de la educación, en todo el mundo, en cada comunidad, por promover, defender y avanzar en la consecución de los derechos humanos y libertades para el beneficio de todos.

Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.