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por Sean Slade

Además de la violencia, la intimidación y el acoso en las escuelas, muchos miembros del personal escolar están lidiando con la baja moral y el aumento de los niveles de estrés. Vivimos en una era de mayor rendición de cuentas y, en consecuencia, de mayores repercusiones. Hay exámenes decisivos ligados a la evaluación de docentes y administradores y es frecuente escuchar que la moral está por los suelos. Esta afirmación se ha vuelto recurrente en los últimos años. Es obvio que todo ello supone un peso enorme para nosotros. Somos conscientes de la necesidad de crear un entorno escolar positivo e inclusivo, y no hay mejor momento que el presente para lograrlo. Nuestros estudiantes merecen un comienzo positivo a sus vidas adultas y un clima escolar favorable nos ayudará a lograr ese resultado.

El clima escolar se basa en los patrones de la experiencia que tienen los estudiantes, sus familias y el personal de la escuela en la vida escolar y es un reflejo de las normas, metas, valores, relaciones interpersonales, prácticas de enseñanza y aprendizaje y de las estructuras organizacionales. Un clima escolar positivo y sustentable fomenta el desarrollo de la juventud y el aprendizaje necesario para una vida productiva, activa y satisfactoria en una sociedad democrática. Este clima incluye:

· Normas, valores y expectativas que ayudan a las personas a sentirse social, emocional y físicamente seguras.

· La gente está comprometida y es respetada.

· Los estudiantes, las familias y los educadores trabajan juntos para desarrollar, vivir y contribuir a una visión escolar compartida.

· Los educadores modelan y alimentan actitudes que promueven los beneficios y la satisfacción que se obtienen del aprendizaje.

· Cada persona contribuye al funcionamiento de la escuela y al cuidado del entorno físico.

Es importante destacar este último punto: “Cada persona contribuye al funcionamiento de la escuela”. Ya sea con palabras amables y de apoyo o con nuestras respuestas negativas o de desdén hacia las nuevas ideas, todos estamos contribuyendo a crear un determinado clima en el centro escolar. También es importante distinguir entre el clima escolar y la cultura escolar. Definimos la cultura escolar como lo seguro que se sienten el alumnado y el profesorado en su escuela, mientras que el clima escolar implica un enfoque más proactivo de toda la infraestructura escolar y todo lo que ello conlleva. El clima escolar incluye lo acogedor que es el personal en el centro, lo involucrados que se muestran los estudiantes con su propio aprendizaje y las estrategias de enseñanza que los docentes usan para involucrar a los estudiantes. También incluye los eventos que tienen lugar durante el año escolar y en qué medida las familias se sienten bienvenidas cuando asisten a los eventos escolares, a las reuniones individuales con un docente o director escolar. (Cambio del Clima Escolar, p. 3)

Este extracto de nuestro libro School Climate Change(Cambio del Clima Escolar, Sean Slade & Peter DeWitt, ASCD 2015) destaca un asunto importante: todas las personas presentes en una comunidad escolar, ya sean docentes en el aula, personal de apoyo educativo o administradores, juegan un papel en el desarrollo del clima escolar. Lo hacen a través de las interacciones; de la forma en que resuelven los problemas; de la forma en que saludan por la mañana; de la limpieza, la seguridad y el mantenimiento del centro escolar; del orgullo que demuestran desempeñando sus funciones y en la propia escuela. Lo hacen a través de cada interacción con cada estudiante o con los demás adultos en el centro escolar.

Si bien el alumnado y sus familias juegan un rol destacado en el desarrollo de un clima escolar positivo, es el personal de la escuela el que cada día tiene el protagonismo más directo e influyente. Los adultos que establecen las políticas, las normas de comportamiento y los estándares para la interacción positiva son quienes crean el clima que propicia el éxito y el sentido de pertenencia.

El personal de apoyo educativo suele ser con el que los estudiantes se sienten más seguros y más cercanos en el entorno escolar. Cumplen el rol de adultos responsables y solidarios, sin la carga de los exámenes y sin que las calificaciones sean el centro de atención. Sirven como recordatorio constante de los apoyos que tienen a su disposición todos los estudiantes, para ayudarlos a crecer, desarrollarse y aprender. Son el puente más visible entre la escuela y la comunidad local, ya que con frecuencia viven y trabajan en el vecindario. Desempeñan un papel fundamental en el establecimiento y mantenimiento de una cultura escolar positiva, dentro del centro, en toda la escuela y en la comunidad local.

La escuela es más que un sistema de transmisión de contenidos, es un lugar donde nuestros niños y niñas aprenden a interactuar unos con otros, a desarrollarse y crecer en un ambiente seguro. Es un entorno que, cuando se desarrolla apropiadamente, permite a cada estudiante probar cosas nuevas y saber que la escuela les está cuidando. Permite que las personas prosperen en un entorno seguro y de apoyo colectivo.

La verdad es que el clima de la escuela se percibe de inmediato, en cuanto entramos en ella. Rápidamente sabemos si es un ambiente seguro, solidario, de aprendizaje.

El clima escolar es omnipresente. La mayoría de los educadores han experimentado sus aspectos positivos y negativos. Es posible percibirlo bien a los cinco minutos de entrar en una escuela. Los estudiantes envían mensajes muy claros mediante sus expresiones faciales y su lenguaje corporal. A menudo, basta un vistazo para saber si están ocupados, aburridos, ruidosos o silenciosos. Observe el estado del patio de recreo, el estacionamiento y los edificios de la escuela. ¿Están limpios o descuidados? Pase por delante de los estudiantes y del personal ¿le observan, le saludan o le miran fijamente?. ¿Se siente usted bienvenido, rechazado o ignorado al entrar en el centro? Mire las paredes, ¿cómo están decoradas? Escuche en los pasillos. Dependiendo de la escuela, pueden estar repletos de interacciones positivas entre los estudiantes y los adultos o de sonidos fuertes de los adultos castigando y silenciando a los estudiantes que caminan entre clases. En cuanto entramos nos damos cuenta del clima que reina en la escuela, de si estamos ante un ambiente seguro, de apoyo y de aprendizaje.

Todas las escuelas tienen un clima. Se desarrolla (se planifica con una intención) o se adopta de forma delegada. Cuando se planifica con una intención positiva se puede crear un clima de apoyo, protector, enriquecedor y conducente a una enseñanza y aprendizaje efectivos. Lamentablemente, cuando se descuida, también puede ser inseguro, insolidario y de desconexión. Imagine que usted es un estudiante, un docente o una madre de familia que entra a dicha escuela diaria o semanalmente. ¿Cómo se sentiría: motivado o distraído? ¿Apoyado o vulnerable?(Cambio Climático Escolar, p.4)

Sean Slade es el Director Senior de Difusión en ASCD. Se encarga de promover y difundir el enfoque Whole Child (Enfoque Global hacia el Niño) de ASCD, a través de los Estados Unidos e internacionalmente. El enfoque Whole Child de ASCD forma parte de un amplio plan plurianual que pretende que el diálogo público sobre la educación cambie su enfoque académico por un enfoque global hacia el niño o la niña, que abarque todos los factores necesarios para que los resultados estudiantiles sean exitosos. Se esfuerza por mejorar la enseñanza abordando las necesidades sociales, emocionales, físicas y académicas de cada estudiante, a través de la contribución compartida de las escuelas, las familias, las comunidades y los legisladores. Sean habla y escribe profusamente sobre temas relacionados con el enfoque global hacia el niño, la salud y el bienestar, y es uno de los adalides de la promoción y el uso del clima escolar, la conexión, la resiliencia y la mejora escolar poniendo el foco en el desarrollo de la juventud.

Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.