Hay quienes opinan que las escuelas no cambian. Puede que muchos elementos sigan siendo iguales pero sí que existe algo nuevo: los datos. Hoy en día las paredes de las oficinas de los directores están llenas de resultados y los documentos de datos en las salas de profesores muestran si los alumnos han alcanzado sus objetivos de aprendizaje. Los datos marcan tendencia en las reformas educativas.
Para algunos, esta visibilidad de los datos de rendimiento fomenta la responsabilidad y las prácticas basadas en resultados. Otros consideran que no reflejan con fidelidad la naturaleza compleja de la enseñanza y el aprendizaje. Es cierto que los datos escolares suelen basarse en análisis y estadísticas sencillos, en lugar de en un entendimiento de las relaciones humanas y las emociones de los alumnos que subyacen al aprendizaje en los centros educativos. . .
De hecho, los exámenes educativos internacionales, las estadísticas sobre educación en el ámbito internacional y diversas encuestas se han convertido en herramientas destacadas en el ámbito del liderazgo educativo. Esto se suele denominar big data, es decir, conjuntos de información tan extensos y complejos que no se pueden procesar mediante aplicaciones de tratamiento de datos convencionales. Actualmente, el big data en la educación engloba distintos indicadores sobre procesos de enseñanza y aprendizaje; cada vez incluye más informes sobre tendencias de resultados de estudiantes a largo plazo.
El big data ya ha transformado numerosos aspectos de trabajos tradicionalmente realizados por la mano del hombre en los que datos y máquinas inteligentes les han arrebatado sus puestos. Ciertas personas prevén circunstancias similares en el sector educativo. Los centros escolares decaerán pero la educación se reforzará cuando el big data y las máquinas inteligentes asuman el papel de los docentes. Los programas en línea de muchas universidades ya integran algoritmos que calculan los mejores enfoques para que los estudiantes superen los cursos.
Resulta evidente que el big data ofrece información más versátil sobre la enseñanza y el aprendizaje en las escuelas. No obstante, a pesar de todos estos datos
nuevos y sus ventajas, existen inconvenientes claros con respecto al uso del big data en las reformas educativas. De hecho, los legisladores suelen olvidarse de que el big data solo puede mostrar correlaciones entre variables en la educación, nunca una causalidad. La correlación es una prueba útil en el liderazgo educativo pero su veracidad debe demostrarse para explorar después con mayor detenimiento todas las posibles relaciones causales.
De forma aislada, el big data no podrá arreglar sistemas educativos. Es en este contexto en el que la información sobre comportamientos humanos y experiencias personales cobra relevancia. Martin Lindstrom lo llama small data: elementos minúsculos que revelan grandes tendencias. En el sector educativo, estos pequeños factores suelen esconderse en las redes invisibles que comparten la enseñanza y el aprendizaje. Descubrirlos debería ser una de las prioridades de los docentes y directores que se plantean mejorar sus centros educativos.
El small data surge porque en el mundo del big data también necesitamos información diferente sobre el aprendizaje en la escuela. En este sector, el concepto de small data no es ninguna novedad. El buen funcionamiento escolar siempre se ha basado en observaciones puntuales y deliberadas de docentes y estudiantes, evaluaciones formativas y reflexiones sobre lo que sucede durante los procesos de enseñanza y aprendizaje en los centros.
Ahora, en los comienzos de una nueva ciencia de datos en la educación, en la que máquinas inteligentes pueden permitir el análisis de elementos complejos organizados en el sector educativo, cada vez resulta más importante mejorar las actitudes y destrezas relacionadas con el small data en la investigación y la práctica educativas en las escuelas. La educación de calidad tiene su base en un juicio humano colectivo consolidado por diversas pruebas, tanto cuantitativas como cualitativas. Desde el punto de vista del liderazgo, si no te guías por el "small data", te verás arrastrado por el "big data".
Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.