Para Ouedraogo Ousséni la educación ambiental es una pasión. Docente en el centro de Primaria C de Kaya, ubicado en el centro norte de Burkina Faso, en 2000 desarrolló un proyecto de vivero con los alumnos de sexto.
El proyecto se articulaba en varias acciones: sensibilizar a los estudiantes sobre el medio ambiente, ayudar a la reforestación del país, vender árboles para recaudar dinero destinado a comprar material escolar y reciclar bolsas de plástico para el trasplante de árboles.
10 años más tarde, todos los alumnos de la escuela participan en el proyecto medioambiental denominado Une école, un bosquet (Una escuela, una arbolada). Participan todos; desde los más pequeños, encargados de regar los brotes nuevos y recoger las bolsas de plástico, hasta los mayores, encargados de plantar árboles en el vivero.
Al enterarse de que el sindicato, el Syndicat national des enseignants africains du Burkina Faso (SNEA-B), estaba organizando, junto con la Centrale des syndicats du Québec (CSQ), una sesión de formación sobre la educación en desarrollo sostenible, Ouedraogo no dudó en apuntarse, lo mismo que otros 40 docentes que impartían educación ambiental por todo el país.
En el momento de organizar la sesión de formación en Uagadugú en diciembre de 2009, el secretario general de SNEA-B, Jean Kafando, añadió una dimensión nueva a la educación ambiental, la educación en desarrollo sostenible. “Dada la riqueza de la experiencia de la CSQ, no nos cabe duda de que el modelo de Establecimientos Verdes Brundtland (EVB) desarrollado en Quebec es transferible a Burkina Faso”, dijo.
Los formadores fueron Jean Robitaille, asesor en educación para un futuro sostenible en la CSQ, y René Prince, docente en Victoriaville. Nada más empezar la sesión, calificaron la escuela como una herramienta de transformación social. “Los 60 millones de docentes que hay en el mundo tenemos el poder de cambiar las cosas dada la importancia de la educación a la hora de modificar comportamientos y mejorar la situación del medio ambiente”.
Ambos están convencidos de que el modelo de EVB puede servir de inspiración para un país como Burkina Faso. “Los valores que se trata de promover son valores universales”, afirma Jean Robitaille. “La ecología, la solidaridad, la democracia y el pacifismo son requisitos esenciales del desarrollo, en particular en África. El desarrollo de Burkina Faso es incompatible, entre otras cosas, con un medio ambiente maltrecho. Hay que actuar urgentemente para educar a los jóvenes, siendo la educación la principal fuente de desarrollo”. Partiendo de la pedagogía de la concienciación, el modelo de EVB presenta un planteamiento de tres líneas de acción: observación de la realidad, análisis de la realidad y transformación de la realidad.
A efectos prácticos, los participantes realizaron una visita de observación de la realidad. Salieron a recorrer las calles alrededor del centro de formación para determinar los retos del desarrollo sostenible en relación con tres temas: sociedad, medio ambiente y economía.
Durante la visita, una docente, Ouedraogo Kadietou, le preguntó a una niña por qué no estaba en clase siendo martes por la mañana. La niña respondió que una tía suya la había ido a buscar al pueblo para traerla a la ciudad a trabajar como criada en su casa.
En sesión plenaria, Ouedraogo Kadietou habló del encuentro, lo que dio pie a una actividad educativa sobre el derecho a la educación y, específicamente, la educación de las niñas. Maïga Zéli, docente de Sahel, sugirió que los docentes realizaran un censo de niñas sin escolarizar en la región preguntando a los alumnos si sus hermanas acudían a clase. De lo que se trata luego es de mantener encuentros con los padres para animarles a matricular a sus hijas.
Esta actividad se incluirá en una guía de actividades educativas dirigida a los alumnos de primaria. De hecho, durante tres días los participantes se dedicaron a elaborar actividades adecuadas para las escuelas de Burkina Faso, partiendo de la guía publicada en Níger el año anterior.
De vuelta a casa, los docentes utilizarán la guía para formar cada uno a 10 compañeros. Entre todos asumirán la creación de una red de Establecimientos Verdes Brundtland que pueda unirse a la de Níger para su posible ampliación, en Malí, al Sahel.