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Internacional de la educación
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Declaración de Bob Harris ante el Comité de Enlace de la OCDE - País, 13 de noviembre de 2009

publicado 23 noviembre 2009 actualizado 23 noviembre 2009
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Señor Secretario General, Embajadores, Compañeros:

El mensaje de la OCDE de construir una economía mundial más fuerte, más limpia y más justa suena fantástico. El problema, claro, es cómo lograrlo. El marco del G20 para un crecimiento fuerte, sostenible y equilibrado puede ser el primer paso hacia este objetivo pero, por el momento, se trata más de un eslogan que de un verdadero plan. La propuesta de la OCDE de crear un observatorio o un mecanismo de coherencia política entre las organizaciones incluidas en el marco es muy razonable. Sin embargo, para que funcione se debe establecer desde el principio que el "observatorio", y las seis organizaciones incluidas en él, se crea para obtener la mejor y más amplia información y asesoramiento posibles. Es necesario buscar activamente una aportación crítica (en los dos sentidos del término: es necesaria una aportación crítica y es crítico contar con ella) de los representantes de los trabajadores y la industria. La OCDE cuenta con las herramientas para hacerlo, a través del TUAC, BIAC y sus organizaciones socias, al igual que la OIT a través de la CSI y el IOE, por ejemplo.

La clave para llegar a una economía "más fuerte" y "sostenible" es el "equilibrio". Recientemente se ha escrito y hablado mucho sobre los desequilibrios mundiales que subyacen tras el origen de la crisis. De hecho, se dice que se produjo una acumulación de varios desequilibrios. Además de los desequilibrios mundiales en el consumo comercial, los ahorros y la deuda, ahora sabemos que la economía financiera se desequilibró completamente con la economía real. Tuvimos un enorme y creciente desequilibrio en la riqueza y los ingresos, además de los desequilibrios en la capacidad de negociación. Básicamente, estos desequilibrios hicieron posible que algunos cosecharan grandes beneficios, mientras que la mayoría luchaba por aferrarse a los cada vez más escasos puestos de trabajo que daban lugar a unos ingresos cada vez más precarios.

Y, durante un cuarto de siglo, tuvimos otro desequilibrio – un desequilibrio entre los sectores público y privado, impulsado ideológicamente por la idea de que el gobierno era el problema y no la solución,y por las políticas populistas centradas en las reducciones de impuestos. Uno de los retos a los que nos enfrentamos hoy es llegar a un equilibrio entre el mercado y el sector público como iniciador y fijador de normativas, y entre los recursos para fines públicos comunes y los recursos para beneficios privados. Como dice Joseph Stiglitz: "necesitamos replantear íntegramente el papel de los gobiernos y del mercado".

Los desequilibrios interactúan – como los componentes de un sistema climático – y a nosotros nos ha azotado una tormenta mundial. Nuestros compañeros del TUAC abordarán uno de los desequilibrios más importantes – el incremento de la desigualdad – en la próxima sesión.

Hace un año, cuando cayó la tormenta, se habló mucho de un cambio de paradigma. Bien, ese cambio de paradigma se ha producido. Pero no de la forma esperada. De hecho, no hemos pasado a un paradigma nuevo y más equilibrado. Al contrario, hemos pasado a un paradigma en el que se puede dar la paradoja de una recuperación sin creación de empleo, en el que los mercados financieros pueden entrar en un nuevo ciclo de realización masiva de beneficios. La suavización de las condiciones monetarias y los paquetes de estímulos a escala mundial han creado nuevas oportunidades de especulación sobre la realización de beneficios, mientras que los motores de nuestras economías resoplan cuando intentan volver a ponerse en marcha – algunos con más éxito que otros. (Imaginemos varios coches antiguos alineados e intentando arrancar para hacer una carrera – algunos con más suerte que otros). Roubini explicó la semana pasada en el Finantial Times el mecanismo de este nuevo paradigma. Es evidente que no es sostenible. Dominique Strauss-Kahn dijo en Roma la semana pasada que "no habrá recuperación hasta que se hayan recuperado los empleos". Una recuperación lenta de la economía real implica enormes gastos económicos y sociales en todas las comunidades, así como una reducción en los ingresos públicos, aunque los ministros de economía y algunos dirigentes internacionales hablen de "estrategias de salida" que, en realidad, ejercerán una presión todavía mayor sobre los recursos públicos.

En realidad, este nuevo paradigma, e insisto, un paradigma no deseado, permite un paso enorme de recursos de la población general a unos pocos, de las generaciones futuras a la presente – claramente lo contrario de lo que es necesario para alcanzar una economía mundial más fuerte, más limpia y más justa.

¿Qué hacer?

Nuestro mensaje de hoy se dirige a los gobiernos representados alrededor de esta mesa. Las respuestas estándar del ministerio de finanzas no resolverán el problema. Debemos replantear colectivamente el papel de los gobiernos y del mercado, y realizar un macroesfuerzo conjunto para lograr mejores equilibrios, equilibrios productivos y equitativos. En ese macroesfuerzo, la ética y el buen criterio económico nos llevarán en la misma dirección.

Y nuestro mensaje está dirigido a la OCDE. Su documento habla de un trabajo previo en "Apuesta por el crecimiento". Sinceramente, "Apuesta por el crecimiento" no ofrecerá ningún valor añadido a la OCDE en su contribución al esfuerzo mundial ni ayudará a cambiar este paradigma no deseado. "Apuesta por el crecimiento", en el que también se basan los informes por países de la OCDE, no ayudará a los países a alcanzar los equilibrios fundamentales para lograr una recuperación sostenible. La OCDE es conocida por sus indicadores. Pero hacer muchos cálculos no basta, especialmente si se hacen los cálculos incorrectos. Tomar el PIB per capita como referencia no nos ofrece la información que necesitamos, como usted mismo dijo, Señor Secretario General. No nos ofrece la misma información que el salario medio, que sí revela una desigualdad creciente en EE.UU. (la referencia del PIB) a lo largo del tiempo.

Pero la OCDE tiene una contribución todavía mayor por hacer porque es una organización que podría marcar el camino en el conjunto del enfoque gubernamental. La OCDE es la única agencia que adopta ese enfoque. Su trabajo en materia de políticas de educación, trabajo y empleo, migración, sanidad y otros muchos ámbitos, otorgan a la OCDE un valor añadido en el esfuerzo por lograr la coherencia política. La OCDE y la OIT pueden trabajar juntas para responder al llamamiento del G20 por un nuevo avance de la educación y la formación. El desarrollo humano es la clave de la fuerza, la justicia y la sostenibilidad. Necesitamos una forma de pensar nueva y abierta, y la contribución de actores como nosotros.

Epílogo

Permítanme tomar otro minuto para compartir con ustedes una reflexión personal. Ayer por la tarde, el Director General saliente de la UNESCO fue tan amable de invitarnos a mi esposa y a mí a acompañarle a un concierto de despedida en su honor en la UNESCO. En un momento dado, además de la música se hizo una presentación de imágenes de lugares incluidos en el patrimonio mundial a lo largo de la antigua ruta de la seda de Europa a Asia. Allí, en aquella pantalla gigante y con aquella hermosa música, pasaban ante nuestros ojos unos vestigios que todavía siguen en pie, testigos del auge y la caída de numerosas civilizaciones. Ellos también se enfrentaron a cambios de paradigma. Generalmente había advertencias. Generalmente se ignoraban. A veces, los sistemas eran lo suficientemente inteligentes como para anticiparse, adaptarse y sobrevivir. La mayoría no lo era. Esto les hace pensar, ¿no es cierto?

Gracias.

[FIN]

Bob Harris es Consultor Principal del Secretario General de la Internacional de la Educación y Presidente del Grupo de Trabajo OCDE/TUAC sobre Políticas de Educación, Formación y Empleo. También ha sido representante de la Internacional de Servicios Públicos (ISP) y del Australian Congress of Trade Unions (ACTU).