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Internacional de la educación
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La rehabilitación de los presos a través de la educación

publicado 1 septiembre 2009 actualizado 1 septiembre 2009
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Sophie Dupont, profesora de gestión de empresas, aparca su modesto coche frente al imponente edificio de 3 alas y cuatro plantas cada una. En la entrada, saluda al guardia con una sonrisa y le muestra su carné de identidad. Le entregan un bíper, o localizador. Siempre tiene que esperar a que una puerta esté totalmente cerrada antes de que la próxima pueda abrirse, por lo que va avanzando despacio hacia su aula a través de los pasillos iluminados. Desde hace tres años, Sophie imparte un curso de formación en la cárcel de alta seguridad para hombres en Andenne, en la zona rural belga. Sus estudiantes están cumpliendo largas condenas, por lo general de 3 a 10 años.

“En principio, no conozco los motivos. A veces, me entero por la prensa de quiénes son algunos y por qué se encuentran entre cuatro paredes. Para mí, ante todo, se trata de un nombre, no un número. Concedo una gran importancia al aspecto humano, y a estructurar a la persona”, concreta Sophie. “Quiero ser una profesora disponible", añade. "Rompo la imagen de la escuela tradicional y acepto ponerme en tela de juicio. Año tras año, me he hecho una reputación basada en la confianza. Hay respeto mutuo. Es importante respetar tu palabra ante ellos.”

En la enseñanza carcelaria encontró, literalmente, un refugio. En 1997 fue amenazada por uno de sus estudiantes en una escuela técnica y le daba miedo volver. Consiguió un empleo a tiempo parcial en un establecimiento penitenciario, lo que le conviene perfectamente: “¡Me divierto bastante! Creo que voy a pedir cadena perpetua con semidetención inversa", bromea. Me siento más segura en la cárcel, rodeada de guardias, que fuera en una escuela técnica.”

Con su motivación, su dinamismo y espíritu positivo, cualidades que considera esenciales para enseñar en la cárcel, se esfuerza por ser un “rayo de sol” para los detenidos cuando los ve desanimados.

“Veo la cárcel como un aspecto positivo, y no pensando en una posible toma de rehenes, por ejemplo. Siempre tengo presente que puedo llevar a uno o dos por el buen camino. No debemos juzgar a las personas, condenarlas una segunda vez, sino tratar de entender su vivencia y trayectoria.”

Una opinión que comparte su colega, Salvatore Scavone, que enseña soldadura desde hace dos años y medio.

“Han hecho daño a la sociedad, pero yo les ayudo a salir adelante. La inserción es para todos, todos podemos cometer errores. Algunos han vuelto por el buen camino. Y me encanta explicar mi oficio a los jóvenes. Aquí estamos en un medio carcelario, con personas más adultas. Me gusta el contacto humano, reflexionar juntos.”

¿Cómo perciben los presos a estos docentes, visto que en su mayoría han experimentado la escuela como un lugar de sufrimiento y fracaso? La educación les permite tener más bazas para cuando sean puestos en libertad, pero para Bruno, Mohamed y Saíd, la motivación principal del curso de soldadura es liberar la mente y salir de su celda durante varias horas.

“El profesor es alguien de fuera", subrayan. "Es una relación diferente a la que tenemos con los celadores. El profesor viene a impartir conocimientos. Aprendemos a trabajar en grupo. Todo el mundo se ayuda entre sí para hacer los ejercicios que nos dejan.”

¿Cómo es la relación entre los docentes y el personal penitenciario? Sophie Dupont explica que los guardias creen que los presos los ven como los “malos” y a los docentes como los “buenos”. Es más, a veces piensan que los docentes siempre van a ponerse del lado de la persona presa y considerar también al personal como los “malos”. Por su parte, los docentes no siempre entienden los motivos de todos los controles y se adaptan mal a los pesados engranajes de seguridad del aparato penitenciario, que son, sin embargo, esenciales.

Stephanie de Ketele, directora a cargo de la educación en medio carcelario, afirma: “Estamos haciendo un gran esfuerzo por reducir las tensiones entre el personal penitenciario y los docentes. Hemos organizado un equipo interdisciplinario con este fin.”

Sophie Dupont admite: “No tengo la misma etiqueta que los guardias. Los presos me otorgan más confianza. Pero todos perseguimos el mismo objetivo: ayudarlos a prepararse para su reinserción.” Seguir una formación tiene una influencia positiva en la vida de las personas reclusas. Según los resultados preliminares de un estudio de la IE sobre la educación en medio carcelario, la ley garantiza la educación a las personas detenidas en la mayor parte de los 40 países cuyos sindicatos respondieron a la encuesta.

Este estudio se llevó a cabo tras la aprobación, en el 5° Congreso Mundial de la IE en 2007, de una Resolución sobre la educación en los establecimientos penitenciarios. Esta última afirma que las personas presas tienen el mismo derecho a la educación y al respeto de sus derechos humanos que todas las demás.

"Toda persona tiene derecho a la educación, esté o no en prisión", declara la secretaria general adjunta de la IE, Jan Eastman. “La educación en los establecimientos penales tiene un beneficio, tanto para las personas recluidas como para la sociedad en general”.

Además, la Resolución considera que los y las estudiantes en establecimientos penitenciarios tienen el derecho a acceder a un programa educativo acreditado. En Andenne, si los estudiantes superan el curso, reciben un certificado nacional de ferrallista-soldador. Siguen el mismo plan de estudios, establecido por el Estado, que los estudiantes en las escuelas ordinarias.

En Bélgica, como en otros países, los sindicatos de educación insisten en el papel que desempeñan los docentes en la certificación de las cualificaciones. Como explica Régis Dohogne, antiguo secretario general de CSC-Enseignement, ahora experto en la Región de Valonia, “los planes de estudios son los mismos, se den en el marco de la promoción social o en una escuela ordinaria. La idea es desarrollar una oferta de alfabetización y diplomas de estudios básicos, que debe existir en todos los establecimientos penitenciarios”.

Los derechos de los docentes que trabajan para la rehabilitación de las personas presas deben, al igual que los reclusos, ser reconocidos y garantizados. Para 24 de los 43 sindicatos que respondieron al estudio de la IE, su principal preocupación es la naturaleza de los estudiantes. El sindicato OAJ, en Finlandia, señaló que la mayoría de las personas reclusas tienen dificultades de aprendizaje y necesidades especiales que no siempre pueden tenerse en cuenta. Los sindicatos también transmiten la preocupación de los docentes por su salud y su seguridad personal.

La Resolución también indica que “los docentes que trabajen en instalaciones penitenciarias tienen derecho a ser representados por su sindicato, especialmente dentro de su entorno laboral, pero también a un empleo seguro con una compensación económica adicional por las circunstancias particulares de su entorno laboral”.

El estudio de la IE demuestra que los términos y condiciones de empleo son diferentes para los docentes que trabajan en el medio carcelario porque es un trabajo “subcontratado” y existe una fuente de financiación distinta para ello. Los empleadores sólo trabajan con un determinado presupuesto y, demasiado a menudo, los docentes que enseñan en establecimientos penitenciarios están sujetos a un estatuto inferior. Régis Dohogne, por su parte, advierte: "Cabe prestar atención a que no sean objeto de discriminación para el nombramiento definitivo a la hora de acceder al estatuto oficial”.

“Es mucha la generosidad de los docentes, muchos desean dedicarse a este tipo de audiencia”, señala Dohogne.

Sophie Dupont y Salvatore Scavone se encuentran entre los muchos docentes del mundo entero que transmiten a las personas reclusas competencias sociales y una educación. Les dan un motivo para levantarse por la mañana y tener esperanza en el futuro.

Por Claude Carroué.

Este articulo fue publicado en Mundos de la Educación, No. 31, septiembre 2009.