“Cuando oí las terribles noticias de Kauhajoki me quedé impresionado: ¡otra vez no!”, señaló Erkki Kangasniemi, presidente del Sindicato de Educación de Finlandia (OAJ)
Se refería al 23 de septiembre de 2008, el día más brutal en la historia de la enseñanza pública en Finlandia. Un estudiante de 22 años disparó y mató a 10 personas, entre ellas un profesor, en un centro de formación profesional de la localidad de Kauhajoki, al oeste del país. La tragedia es mayor por el hecho de ser la segunda masacre escolar en menos de un año. En noviembre de 2007, un estudiante de 18 años asesinó a ocho personas y después se suicidó en un instituto del sur de Finlandia. Fue realmente impresionante que ambas masacres se produjeran en Finlandia, una nación progresista y pacífica famosa por la excelencia de su sistema educativo. Resulta más inquietante todavía que el segundo ataque parece ser una imitación del primero. En ambos casos, los asesinos subieron vídeos con amenazas a YouTube antes de los ataques. Los dos utilizaron pistolas de calibre 22 adquiridas en el mismo establecimiento y, al final, ambos se suicidaron disparándose un tiro en la cabeza.
Kangasniemi estaba sobre todo preocupado por los estudiantes y profesores que habían sido abatidos, pero era consciente de que no sólo las escuelas de Kauhajoki, sino las de todo el país, necesitan ayuda. OAJ publicó inmediatamente un mensaje de solidaridad en su página web, junto con información para los centros escolares sobre cómo afrontar las crisis. El sindicato también contactó con expertos para que brindaran asesoramiento a los miembros en Kauhajoki.
Tras la primera tragedia escolar, OAJ se centró en la seguridad en el lugar de trabajo a través de sus asociaciones locales y representantes sindicales . También trabajaron con el Ministerio de Educación en un comité sobre violencia escolar que promovió la cooperación entre las autoridades y mejoró los sistemas. Organizaron y pusieron en marcha un programa de formación sobre violencia escolar.
“Ya tenemos un informe de la violencia en el trabajo de los docentes, pero no incluye asesinatos”, decía Kangasniemi en un correo electrónico. “Habrá que trabajar más en este campo”.
Kangasniemi anunció que OAJ reforzará sus peticiones de reducir el número de alumnos/as por clase para que los docentes en todos los niveles, incluida la formación profesional, tengan el tiempo y la capacidad necesaria para asesorar a sus alumnos y mostrarles que realmente les importan. “Los docentes deben disponer de tiempo para contactar con cada estudiante individualmente y orientarle en su aprendizaje”, dijo Kangasniemi.
Al reflexionar sobre el hecho de que en ambos casos los agresores habían publicado vídeos en YouTube, Kangasniemi comentó que en estos casos de violencia Internet tiene cierta influencia, porque permite a los jóvenes con problemas psicológicos llevar una doble vida y relacionarse con la “comunidad hostil” de la red.
Después del ataque, rumores desafortunados y amenazas de más episodios violentos se expandieron por el ciberespacio. No resulta sorprendente que algunos estudiantes tuvieran miedo de ir a la escuela.
“Los especialistas dicen que tener miedo es normal, pero que no hay que dejarse derrotar por el miedo”, señaló Kangasniemi. El presidente de OAJ habló además de la necesidad de que los centros escolares recuperen una sensación de normalidad para que estudiantes, padres y docentes puedan empezar a sobreponerse del trauma.
Asimismo, advirtió que “estos capítulos de violencia reflejaron en última instancia el deterioro del bienestar de los niños y los jóvenes“.
La sociedad debe centrarse en las medidas necesarias para evitar estas tragedias en el futuro, sin olvidar que Finlandia sigue siendo un país seguro y pacífico en el que las escuelas no necesitan tener vallas altas o personal de seguridad.
Muchos finlandeses han exigido una mayor vigilancia de los sitios de Internet y unas leyes más estrictas sobre posesión de armas, sobre todo desde que Finlandia ocupa el quinto puesto en el ranking mundial de posesión de armas de fuego por civiles, y la edad mínima legal para poseer una es de 15 años. El primer ministro Matti Vanhanen ha dicho que el Gobierno tomará medidas para restringir el acceso a las armas.