La formación de alianzas con los representantes de la sociedad civil para la promoción universal de la educación pública de calidad beneficiaría a los sindicatos de enseñanza, opina el presidente de la Internacional de la Educación (IE).
Hace un año fue elegido presidente de la organización; lo consideró un honor y un desafío. Un año después, ¿cómo entiende la responsabilidad del cargo?
Primero, permítame saludar a los cerca de 30 millones de miembros que desde todas las zonas del mundo han expresado su compromiso con la defensa del progreso social y la búsqueda de un futuro mejor. Los miembros de la IE, por ser proveedores de enseñanza, constituyen el eje de la lucha por una educación pública de calidad.
El año pasado, en Brasil, los representantes mundiales de los docentes y trabajadores de la enseñanza definieron políticas y estrategias capaces de impulsar la educación pública de calidad y los intereses de estos profesionales. No sólo eso, sino que optaron por elegir como presidente a un candidato del Sur. Me parece una opción acertada y agradezco el apoyo de las organizaciones afiliadas a la IE.
Según su definición, la labor de los sindicatos de docentes gira en torno a cuatro temas trascendentales. El primero, la amenaza del VIH/SIDA.
La IE puede enorgullecerse de sus campañas de sensibilización y prevención. Los educadores, sobre todo en los países en desarrollo, estamos encabezando y redefiniendo la vanguardia de la lucha contra la pandemia del VIH. Ahora bien, a pesar de nuestra determinación, debemos redoblar esfuerzos en esta lucha. Es desalentador comprobar, en África por ejemplo, la falta de interés nacional por la ejecución de programas en unos países en desarrollo en los que la pandemia está echando por tierra las perspectivas de progreso social y educativo.
Los sindicatos necesitan implantar estrategias y estructuras de atención y apoyo a los docentes y alumnos afectados. Es nuestra responsabilidad hacer campaña por la prestación de tratamientos médicos adecuados y defender los derechos de las personas con VIH/SIDA. Debemos actuar contra prejuicios y estigmas.
¿Qué hay de la lucha por la Educación pública de calidad para Todos?
La educación de calidad, sobre todo para las niñas y las mujeres, es la mejor arma para erradicar la pobreza, la enfermedad y el hambre. Como defiende la IE, la educación y la formación son inversiones para el futuro. Los gobiernos deben entender que la dotación de recursos para la formación y asistencia a los docentes, más que cargas fiscales, es una inversión a largo plazo. La formación y el desarrollo capacitan el suministro de un servicio de calidad.
Además, la IE defiende enardecidamente la educación de calidad como bien público. Una y otra vez se han puesto de relieve los peligros de la privatización y la comercialización de la educación, la exclusividad de cuyo beneficio acrecentaría la línea divisoria de la sociedad.
Habiendo voluntad política, la financiación no puede fallar. Y, si no, que se mire el gasto bélico y los millones que se habrían podido invertir en centros escolares y educación para la paz. En los países en desarrollo, la realidad del objetivo de la Educación para Todos de aquí al año 2015 empalidece ante la insuficiencia de la dotación pública. Ocurre a menudo que los docentes se sacrifican trabajando más horas y atendiendo aulas abarrotadas. La corrupción, la deuda exterior y las políticas de reducción del papel del Estado y de recorte del gasto público son los principales factores de no dotación de servicios educativos.
No puede haber educación de calidad sin cumplimiento de las condiciones mínimas exigidas para los trabajadores de la enseñanza. Las condiciones laborales y salariales de los docentes de los países en desarrollo siguen siendo insuficientes. Incluso puede darse el caso de que tengan que esperar a cobrar o tengan que renunciar al sueldo. En estas circunstancias, es muy difícil que pueda cundir la educación pública de calidad para todos.
¿Cómo pueden los sindicatos de enseñanza mejorar las condiciones de trabajo de los docentes?
Primero, deben reforzar su capacidad negociadora, con respecto no sólo a las condiciones de trabajo, sino también a los aspectos socioeconómicos. Deben aunar conocimientos sobre cuestiones complejas como la comercialización. De lo contrario, ¿qué opciones tienen en la mesa de negociación? La IE, concretamente, debe reafirmar su compromiso de mantenerse al día en las posibilidades de financiación con cargo a la Iniciativa de vía rápida de educación para todos coordinada por el Banco Mundial.
Las organizaciones sindicales deben movilizarse para defender la prestación pública de servicios educativos contra quienes practican la agresión. Los sindicatos de enseñanza necesitan formar con las ONG alianzas para el aumento del gasto en desarrollo y conseguir el 0,7% del PIB en ayuda al desarrollo y cooperación. Así, en primavera, las afiliadas a la IE se juntaron con otras organizaciones sindicales e instituciones de la sociedad civil en el marco del Llamamiento Mundial de Acción contra la Pobreza.
¿Qué hay de la creación de un nuevo orden mundial basado en la paz, la justicia social, la seguridad y el compromiso con los derechos humanos y sindicales?
La IE forma parte de un amplio movimiento internacional de progresismo y cambio social. El tesón del movimiento sindical internacional que se niega a doblegar ante la globalización empresarial da motivos de optimismo. También tenemos razones para el optimismo viendo la renovación de los recursos sociales a favor de los sectores desfavorecidos y los oprimidos. En algunos países, como ocurre en mí país, Sudáfrica, cabe celebrar la elección democrática de gobiernos comprometidos con la justicia social. No dudemos en apoyar tales gobiernos, sin dejar de velar por los intereses de nuestros miembros.
El Congreso Mundial de la IE hizo hincapié en la paz y la seguridad mundial. Y es que la guerra y la inseguridad hacen imposible alcanzar los objetivos de Educación para Todos y progreso social, en particular en determinadas zonas de África y Oriente Medio. Se necesitan instituciones multinacionales capaces de facilitar la negociación, promover la administración correcta y garantizar la disponibilidad de fondos para los países devastados. La IE expresa su más absoluta repulsa a todo acto terrorista, ya sea cometido por los Estados o por fuerzas irregulares. La educación debe transmitir a los niños valores de paz y resolución pacífica de conflictos.
La IE documenta sobre las violaciones de los derechos humanos: tanto de los derechos políticos y sindicales, como de los derechos de las mujeres y de los niños. Sindicalistas, alumnos, educadoras y todos aquéllos que son perseguidos, maltratados, oprimidos o discriminados reclaman nuestra urgente atención y solidaridad.
El último tema es el de la unión de docentes para mejorar las condiciones de trabajo de los trabajadores de la educación.
Los delegados del Cuarto Congreso Mundial de la IE votaron por mayoría aplastante la incorporación a la IE de las afiliadas europeas de la Confederación Sindical Mundial de la Enseñanza.
La IE debe trasladar este compromiso a las organizaciones de docentes de China, Oriente Medio y Cuba. No se puede dejar fuera a 10 millones de docentes chinos. Debemos aceptar que el planeta vive globalizado. La arrogancia no tiene cabida en este mundo: las divergencias ideológicas no pueden justificar el aislamiento. Si lo que se pretende es completar la unidad del movimiento de docentes, tenemos que ser capaces de ejercer influencia en esa región del mundo. En el contexto actual de inversiones masivas en China, la IE debe ponerse en contacto con los movimientos sindicales independientes de la China continental. Otra cuestión distinta es la formalización de relaciones; ahora bien, la IE necesita entablar el diálogo.
Usted es un ferviente defensor de alianzas con otros grupos sociales.
Como sudafricano, sé lo mucho que pueden hacer juntos las organizaciones comunitarias y el movimiento estudiantil, como ocurrió en la lucha contra el apartheid en los años ochenta. Los sindicatos de docentes garantizarán buenas condiciones de administración dedicando especial atención a los aspectos sociales y políticos, sobre todo en las sociedades en vías de democratización. Deben presionar a los gobiernos y ejercer su influencia en la práctica diaria de estrategias. Necesitamos formar alianzas y abordar temas de interés común con grupos de creyentes, asociaciones de padres y colectivos progresistas. Solos no podemos ganar la batalla de la educación pública de calidad para todos. La Campaña Mundial por la Educación es un buen ejemplo de liderazgo y fuerza de la IE y los sindicatos de docentes.
Insisto en que algunas ONG tan sólo representan a un puñado de personas. La filosofía y visión de nuestra organización se mantiene invariable: los principios de solidaridad, igualdad, democracia, progreso social y capacitación de los trabajadores no han perdido un ápice de su vigencia e importancia. Sin embargo, la estrategia y la táctica sí deben adaptarse a las circunstancias y al entorno.
¿Cómo ve el panorama de la IE en 10 años?
Debemos alzar nuestra voz reivindicativa. Es necesario que los dirigentes sindicales —tanto a nivel nacional como internacional— abran un debate organizativo y político que permita analizar el momento actual y las perspectivas a medio y largo plazo de nuestro movimiento. Los sindicatos de docentes deben hacer frente a los retos de la globalización, el neoliberalismo y el ataque a los servicios públicos. Se ha producido en los últimos decenios un amplio proceso de reestructuración económica, acompañado del crecimiento de nuevas modalidades de trabajo, a menudo carente de valores sindicales. Entretanto, han perdido terreno sectores tradicionales de la economía, como las minas, la agricultura y la industria pesada, con la consiguiente reducción del empleo y la afiliación sindical. Desde esta organización conviene preguntarnos si hemos hecho lo suficiente para afrontar los nuevos retos.
Como sindicalistas y como educadores no debemos perder de vista que, para cumplir el objetivo de mejorar las condiciones de trabajo y la calidad educativa, es necesario aunar fuerzas con otros defensores del progreso social.
También es necesaria la cooperación al desarrollo. Los países del Norte tienen la obligación de apoyar a sus compañeros del Sur, y lo digo por experiencia propia. En los años ochenta y noventa, cuando establecíamos el primer sindicato de enseñanza interracial de Sudáfrica, contamos con la solidaridad y la ayuda financiera de organizaciones del Norte. Sólo así se creó SADTU en 1990. Me alegra decir que 15 años más tarde el sindicato es autosuficiente. Con unos 220.000 miembros, la organización contribuye al movimiento sindical de Sudáfrica, exportando a los sindicatos de los países vecinos ayudas para la cooperación al desarrollo. La solidaridad significa también compartir conocimientos, competencias y recursos humanos. El Norte puede aprender mucho de los valores del denominado Sur.
Por último, la IE y sus organizaciones miembro debemos asegurar que las resoluciones se traduzcan en acciones. No se trata de “resolver” sino de “actuar”.