Las vidas segadas en el tiroteo ocurrido en una escuela de La Loche, en Saskatchewan, además de suponer una tragedia para la comunidad, reafirman la necesidad de contar con escuelas y docentes de calidad en lugares aquejados de problemas sociales.
El tiroteo del viernes, que se saldó con cuatro víctimas mortales y siete heridas, ha sacado a la luz los graves problemas sociales latentes, que desde hace demasiado tiempo asolan esta localidad del norte de la provincia de Saskatchewan.
El supuesto autor de los disparos es un joven de 17 años que comparecerá ante la justicia el lunes 25 de enero, acusado del homicidio de dos adolescentes en su casa y de dos profesores en la Escuela Comunitaria de La Loche.
Adam Wood, una de las víctimas, tenía 35 años, era originario de Ontario y había empezado a trabajar en esta escuela en septiembre pasado; la profesora auxiliar Marie Janvier tenía 21 años y era el primer año de su carrera docente.
“Nuestros corazones están con cada familia afectada por este tiroteo y con toda la comunidad de La Loche”, dijo el Presidente de la Federación Canadiense de Docentes (CTF, sus siglas en inglés), Heather Smith. “La CTF representa a docentes que día a día trabajan y se relacionan con la juventud. Invitamos a los miembros del gobierno y a las organizaciones nacionales y de la comunidad a colaborar con nosotros para prevenir futuras tragedias y conseguir que las escuelas sean centros seguros para todo el mundo”.
Para esta localidad de 2600 habitantes, de origen predominantemente aborigen y con problemas sociales profundamente enraizados, la escuela era un rayo de esperanza. Ahora se está hablando de derruirla para intentar empezar desde cero. Lamentablemente, con ella no desaparecerían los problemas que padece el pueblo, sobre todo cuando los recursos escasean y se necesitan en otros ámbitos. Con un nivel de drogadicción descontrolado, una población abrumadoramente joven y sólo un 20 % de empleo, La Loche registra una tasa de suicidios tres veces superior a la media provincial.
“La muerte de Wood y Janvier hace más difícil si cabe aceptar el tiroteo, porque probablemente ellos estaban en las mejores condiciones para comprender los problemas que padecen sus estudiantes y su comunidad”, afirma el Secretario General de la Internacional de la Educación, Fred van Leeuwen. “Queremos expresar nuestro más profundo pésame a todas las familias afectadas y a toda la comunidad de La Loche en estos tiempos sombríos”.
Varios informes sobre este pueblo ponen de relieve la pérdida de la identidad cultural de los residentes originarios de comunidades aborígenes, predominantemente Dene. Los trabajadores sociales señalan que casi nadie utiliza ya el idioma dene, que antes hablaban todos los niños y niñas y hoy muy pocos conocen. Esta decadencia de la herencia cultural, ligada a otros males económicos y sociales crónicos ha llevado a La Loche y su gente al borde de la desesperación.
Las autoridades provinciales y federales se comprometieron rápidamente a abordar los problemas, ignorados desde hace demasiado tiempo. Las dificultades económicas de La Loche se remontan al ocaso del comercio de pieles. Con unos ingresos medios de 17.320 dólares canadienses (CDN), casi 12.000 CDN menos que la media provincial, esta comunidad prácticamente desconocida hasta hoy, espera que a raíz de esta tragedia les tiendan la mano que llevan tanto tiempo anhelando.